25 niversario del martirio de los religiosos en Argelia Los monjes mártires de Tibhirine, testigos proféticos de un amor ardiente
"Fue hoy hace 25 años, la noche del 21 al 22 de mayo de 1996, cuando los monjes de Tibhirine fueron degollados, convirtiéndose de esta manera en mártires, es decir, en testigos de Cristo"
"La oración de los monjes, su trabajo sencillo en el huerto y la asistencia sanitaria a los habitantes de la zona, era el día a día de la comunidad. Por ello, decidieron quedarse en el monasterio, a pesar de la advertencia de los grupos fundamentalistas"
"En su testamento espiritual, dos años antes del martirio, el Prior, P. Christian-Marie Chergé ya había previsto esta posibilidad de la muerte por Jesucristo. Y en su texto ya había expresado su respeto por el Islam y por el pueblo argelino"
"Los siete monjes mártires de la Trapa de Tibhirine son: el P. Christian-Marie Chergé, el prior, el P. Christophe, maestro de novicios, los PP Bruno y Célestin y los hermanos Luc, Michel y Paul"
"En el silencio y en la oración, acogiendo a sus vecinos y en el servicio a los demás, se han convertido para nuestro mundo, en testigos proféticos"
"En su testamento espiritual, dos años antes del martirio, el Prior, P. Christian-Marie Chergé ya había previsto esta posibilidad de la muerte por Jesucristo. Y en su texto ya había expresado su respeto por el Islam y por el pueblo argelino"
"Los siete monjes mártires de la Trapa de Tibhirine son: el P. Christian-Marie Chergé, el prior, el P. Christophe, maestro de novicios, los PP Bruno y Célestin y los hermanos Luc, Michel y Paul"
"En el silencio y en la oración, acogiendo a sus vecinos y en el servicio a los demás, se han convertido para nuestro mundo, en testigos proféticos"
"En el silencio y en la oración, acogiendo a sus vecinos y en el servicio a los demás, se han convertido para nuestro mundo, en testigos proféticos"
Fue hoy hace 25 años, la noche del 21 al 22 de mayo de 1996, cuando los monjes de Tibhirine fueron degollados, convirtiéndose de esta manera en mártires, es decir, en testigos de Cristo.
Estos siete monjes, de nacionalidad francesa, fueron secuestrados dos meses antes, la noche del 26 al 27 de marzo por el Grupo Islámico Armado (GIA), (aunque existe otra versión) del monasterio de Nuestra Señora del Atlas, en Argelia, un monasterio, cerca de Médéa, a unos 90 quilómetros de Argel, en medio de una zona montañosa, que fue fundado en 1938.
Ya antes del martirio de los siete monjes trapenses, y debido al clima de violencia que vivía el país por el fundamentalismo islámico, se produjeron diversos asesinatos en aquella zona.
Así, el 14 de diciembre de 1993 fueron degollados 12 cristianos. Y el 24 de diciembre siguiente, un grupo armado entró en el monasterio de Tibhirine, exigiendo al Prior, el P. Christian-Marie Chergé, un impuesto revolucionario, así como también llevarse al H. Luc, que era el enfermero. El Prior no accedió a ninguna de las dos peticiones del grupo, ya que, por una parte, los monjes no tenían dinero y por la otra, el H. Luc ya era muy mayor para hacer una travesía por las montañas. Pero el P. Christian-Marie les dijo que los heridos de este grupo armado podían acercase al monasterio, donde serían atendidos por el H. Luc.
Ya antes, los grupos fundamentalistas habían exigido que los extranjeros abandonaran Argelia. Por eso los monjes de Tibhirine oraron y dialogaron comunitariamente sobre si aceptaban esta exigencia de los grupos islamistas para que dejaran el país, o bien se quedaban (sumiendo el riesgo) con la gente de la zona, a la cual atendían sanitariamente, cosa que decidieron hacer.
Los monjes trapenses de Tibhirine formaban una comunidad orante basada en la comunión con Dios, por medio de la oración y de la comunión de los unos con los otros, como hermanos que caminaban juntos. Estos monjes eran también un signo de comunión de la comunidad con sus vecinos e incluso con los no creyentes.
La oración de los monjes, su trabajo sencillo en el huerto y la asistencia sanitaria a los habitantes de la zona, era el día a día de la comunidad. En el silencio y por su servicio humilde a sus vecinos, estos monjes eren queridos por los habitantes de aquella región. Y fue, en buena parte por eso (y también para ser testigos del Evangelio en aquel país) que decidieron quedarse en el monasterio.
A través de sus diarios personales, sus homilías, sus meditaciones y las correspondencias con sus seres queridos descubrimos la magnífica herencia espiritual de los siete monjes mártires de #Tibhirinehttps://t.co/AI9MvzHUpr
— Aleteia (@AleteiaES) March 26, 2021
La noche del 26 al 27 de marzo de 1996 unos veinte hombres armados se llevaron a los siete monjes que encontraron en el monasterio. El secuestro fue reivindicado por el GIA, que exigía a Francia un intercambio de prisioneros. Como esta condición no fue satisfecha, el 21 de mayo siguiente, hoy hace 25 años, los siete monjes fueron degollados. De esta manera se convirtieron en mártires de reconciliación, de convivencia y de paz, en medio del Islam. Y también en testigos de diálogo entre el Islam y el mundo Occidental.
En su testamento espiritual, dos años antes del martirio, el Prior, P. Christian-Marie Chergé ya había previsto esta posibilidad de la muerte por Jesucristo. Y en su texto ya había expresado su respeto por el Islam y por el pueblo argelino.
Los siete monjes mártires de la Trapa de Tibhirine son: el P. Christian-Marie Chergé, el prior, el P. Christophe, maestro de novicios, los PP Bruno y Célestin y los hermanos Luc, Michel y Paul.
Como ha dicho el P. Josep Mª Soler, Abad de Montserrat, “La búsqueda de Dios que lleva el monje al monasterio y que lo mantiene perseverante, es a causa del amor, del amor a Dios sobre todo, y del amor de Dios hacia nosotros”. Por eso los monjes mártires de Tibhirine son en nuestro mundo, testigos del amor de Dios. Y también signos proféticos, como pedía el papa Francisco a los superiores generales que seamos los religiosos. Signos “capaces de desvelar al mundo y de iluminar el futuro, a pesar de las propias debilidades y del propio pecado” (La Civiltà Cattolica 4 de enero de 2014).
Los monjes de Tibhirine, en el silencio y en la oración, acogiendo a sus vecinos y en el servicio a los demás, se han convertido para nuestro mundo, en testigos proféticos, ya que como nos recordaba el P. Abad Josep Mª Soler, solo lo podemos ser, “si partimos de un amor ardiente a Dios, de una donación generosa a Cristo y de la voluntad de amar, de acoger, de consolar, de tratar de una manera justa a los demás, comenzando por los que tenemos más cerca” (Capítulo 18 de enero de 2014).
El amor a Dios llevó a estos monjes mártires, beatificados el 8 de diciembre de 2018 a comprometerse entre ellos como hermanos en la oración y en el servicio y también a reconocer en los demás a su prójimo, para de esta manera, finalmente, dar la vida por el Evangelio.