Ver la Cruz desde la humanidad
El Viernes Santo tiene como protagonista indiscutible el símbolo de la Cruz. Lo será en la Celebración de la Pasión del Señor y, en muchos lugares, también en el Via Crucis.
Este año, la homilía de mi parroquia, a cargo de Mn. Juan Barrio, presentaba una doble perspectiva: ver la Cruz desde la humanidad y ver a la humanidad desde la Cruz.
A primera vista la Cruz es un fracaso. Cómo no va a serlo una pena de muerte tan cruel y despiadada. Ya no solo porque estemos hablando de Jesús. Para cualquier hombre que fuese condenado a la muerte en Cruz, ese tormento es más que horrible (ni sé encontrar palabras que puedan describir tal horror).
Y como una cadena lógica de razonamiento, viene también a la mente el tema de la pena de muerte. Toda la vida se ha utilizado la pena de muerte de manera injusta. Injusta con todos, porque nadie tiene derecho a quitar la vida de nadie, pero especialmente injusta con tantos inocentes, como Jesús, a los que mataron porque “molestaban”. Si mantienes un sistema injusto e inhumano, seguro que sumará errores y “aprovechamientos” injustos e inhumanos.
Y de ese símbolo aparentemente de fracaso, los cristianos hemos hecho un símbolo de vida. Porque creemos que la Cruz es la escalera que nos saca del pozo y nos sube a la Resurrección. Sin embargo, este reconocimiento de la Cruz lleva su peligro incorporado. Es habitual oír a personas decir expresiones como “mira qué cruz más bonita” o “que guapo que está Jesús en la cruz”. Sí, ya sé que son tan solo expresiones. Pero detrás de ello muchas veces hay una equivocada espiritualidad que se cree que Jesús llegó volando a la cruz desde donde posa amablemente para ser contemplado por miradas almibaradas.
Quizá todo nazca de ese pequeño detalle que es partir de la frase “Jesús murió en la Cruz”, lo cual es verdad, pero aún siendo verdad no presenta una verdad más completa que es que a Jesús lo mataron en la Cruz. Cuando contemplamos la Cruz vemos a al Hijo de Dios que da la vida, lo máximo que alguien puede dar por otro, y la da por nosotros. Pero ese “dar la vida” no puede tapar que el mal es el que se la quita. No podemos convertir la pasión y muerte de Jesús en un acontecimiento tan accidental como desencarnado.
Para acabar tres pasos para reconocer el amor de Dios a través de la Cruz:
1. Mirando a la Cruz, dice el centurión: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”. La Cruz como reconocimiento de la entrega de Dios. Dios se entrega por la humanidad.
2. Decía Mn. Juan Barrio en su homilía que “contemplar la Pasión es un ejercicio para saberse amado”. La Cruz como contemplación de una entrega por amor. Dios ama a la humanidad
3. Jesús dice en la Cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. La Cruz como escenario del perdón. Dios perdona y perdona y vuelve a perdonar.
Entrega, amor, perdón… escalones de la Cruz hacia la Resurrección.
Nos queda pendiente para el siguiente artículo la segunda perspectiva: Ver a la humanidad desde la Cruz.
Quique Fernández