¿Libertad de expresión en la Iglesia?

De cuando en cuando alguien protesta de que en la Iglesia no haya libertad de expresión. Y considera que con ello se violan los derechos humanos más elementales no ya en toda democracia sino incluso en cualquier sociedad en la que valga la pena vivir.

Pues tienen razón en lo primero. En la Iglesia no hay libertad de expresión. No puede en ella cualquiera, imbécil o inteligente, aunque abunden muchísimo más los primeros, decir lo que se les ocurra y sobre todo lo que se les ocurra. El que pretenda eso se ha equivocado de sitio. La Iglesia no es Hyde Park. Donde por cierto la concentración de locos supera la media de los restantes lugares de Londres salvo en los manicomios.

Si uno entra en un restaurante vegetariano no puede después protestar indignado si no le sirven un entrecote. Si va a un local de alcohólicos no puede pretender que le sirvan un whisky. Y si entra en un puticlub no debe quejarse de que los presentes no estén rezando el rosario.

La Iglesia católica tiene unos dogmas y una moral que son de libre aceptación pero que si se entra en ella tienen que ser admitidos. Y es normalísimo que si alguien pretenda dinamitarlos se le indique, educadamente, eso sí, la puerta. Como ocurre, por otra parte, en muchísimos otros lugares.

Eso tan sencillo es lo que algunos se niegan a admitir. En dos variedades. La de las termitas que se indignan de que los dueños de la casa las fumiguen. Y la de algunos habitantes de la misma que protestan de la fumigación porque pobres termitas, tienen derecho a alimentarse, son tan pequeñitas, total una viguita de nada, están fumigando sin habernos consultado a todos...

Puedo hasta entender a las termitas. Viven de eso. Si no se dedicaran a esa labor de zapa nadie sabría que existían. A los que no entiendo es a esos inquilinos majaderos a los que les están barrenando la casa y aplauden alborozados. Ciertamente se merecen la intemperie.
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