Otro obispo repugnante.
Hace cuatro días se le había admitido la renuncia que sorprendió por contar sólo 69 años. Yo lo atribuí a enfermedad. Pero, de existir ésta, era mental.
En esta ocasión la Santa Sede se anticipó a la noticia. No ha ido al rebufo de la misma como en tantas ocasiones. Me parece un excelente síntoma. Todos estos hipócritas deben saber que esas conductas se descubren ya casi siempre y que no van a tener el menor encubrimiento por la Iglesia. A la calle. Tolerancia cero.
Supongo que el miedo guardará la viña. Y que más de uno se contendrá al ver como van cayendo los que deciden embarcarse en tan asquerosas singladuras.
Estas desviaciones psicológicas no tienen nada que ver con el celibato. Muchísimos de los detenidos por pornografía infantil son hombres casados. Como lo son todos los que se divorcian, buena parte de los maltratadores de mujeres y la mayoría de los que frecuentan los puticlubs. Con clero casado tendríamos en la prensa divorcios y agresiones. Además de lo que ahora se ve.
Es de absoluta necesidad extremar el cuidado en las ordenaciones sacerdotales y episcopales. Aun con ello alguno se colará. Pero cuando se descubra, expulsión inmediata. Antes de que se entere todo el mundo y no quede más remedio que hacer, tarde y mal, lo que debía haberse hecho mucho antes.
No me estoy refiriendo, claro está, a pecados ocasionales que se resuelven en el confesonario. Pero conductas permanentes, y más si son delictivas, no se pueden tolerar.