Eminencia, ¿cuál fue su reacción al conocer la noticia de su nombramiento por parte del santo padre?
Ayer, solemnidad de la Epifanía, después de la celebración con el santo padre en la Basílica de San Pedro, a las doce recibí la noticia de que en el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (DIVCSVA) el papa había nombrado a la hermana Simona Brambilla como prefecta, y que había creado este nuevo servicio como Pro-Prefecto, que evidentemente considera de particular importancia, pidiéndome este servicio.
Debo decir que, naturalmente, en los últimos meses conocía la intención del Santo Padre y le había dado mi plena disponibilidad, con un sentido de fe y obediencia al papa, como Salesiano de Don Bosco; y añado también que con una gran disposición de corazón, para dar mi contribución después de estos años de servicio en la Congregación Salesiana, que han sido de una gran riqueza espiritual y humana para mí.
Estoy contento de este servicio que me piden, y estoy plenamente disponible, así como tengo toda mi disponibilidad en mi servicio eclesial como miembro del colegio cardenalicio, para acompañar y asistir al Santo Padre, y también en mi servicio pastoral como obispo, en las diversas necesidades de la Iglesia.
¿Qué cree que le espera ahora en este nuevo servicio confiado por el santo padre? ¿Qué opina, después de tantos años al frente de una congregación masculina, de colaborar bajo la dirección de una religiosa?
He tenido la oportunidad de conocer y dialogar varias veces con el prefecto emérito del DIVCSVA, el cardenal João Braz de Aviz, y con la entonces secretaria, hoy prefecta del dicasterio, la hermana Simona Brambilla, siempre en un clima óptimo de diálogo, entendimiento y comunión de visiones. Estoy muy contento con esta realidad y estoy convencido de que el santo padre ha acertado con la composición del dicasterio, que sin duda es la más adecuada y enriquecedora para este momento.
¿Cuáles son los sueños y desafíos que vislumbra en su nuevo encargo?
Sobre sueños, esperanzas, planes, perspectivas… aún no conozco en profundidad el dicasterio, aunque conozco muy bien la Congregación Salesiana y la vida consagrada, vivida como consagrado y religioso. Solo tengo una convicción, que ya he expresado en otras ocasiones y que reitero. Creo que el dicasterio, gracias a la riqueza de las treinta y dos personas con las que colaboraré, realiza un gran servicio. Por lo que he visto y vivido desde el lado de los consagrados, deberemos hacer todo lo posible por iluminar la belleza de la vida consagrada y de los movimientos apostólicos en la Iglesia.
Con nuestro humilde servicio, empezando por la prefecta y con mi contribución y la de otras personas excepcionales, el dicasterio podrá también alentar, dar luz y discernimiento a las congregaciones e institutos, y acercarse a ellos y al mundo, en las formas más adecuadas. Acompañaremos con entusiasmo las alegría y los desafíos de la vida consagrada y de los movimientos apostólicos.
Como aprendí como Rector Mayor, y como siempre decía a los inspectores en mis encuentros con ellos: “La vida es siempre más grande y más rica que los desafíos que se nos presentan en la cotidianidad”, y el dicasterio será mucho más que una oficina para resolver problemas. Lo he dicho siempre con la certeza de que es Dios quien acompaña a la Congregación Salesiana, y lo digo hoy sabiendo que es Dios quien acompaña a la Iglesia, presidida por el Espíritu Santo, en la persona del Vicario de Cristo, el Santo Padre, hoy papa Francisco, y que es el mismo Espíritu quien debe guiar todos los servicios y los dicasterios, a través de las mediaciones de las personas que están llamadas a operar.