Enmanuel,Dios con nosotros ( 22.12.13)
1. Al leer este evangelio, hay peligro de reducirlo a milagrerías. Un agente singular llamado Espíritu Santo que interviene y arregla todo por su cuenta. Angeles que se aparecen en sueños y convencen a José para que acepte lo que no ve. Un entramado sobrenatural donde a los seres humanos sólo les queda someterse . Todo parece fantástico y alimento adecuado para una imaginación calenturienta. Pero el evangelio no pretende fomentar fantasías. La cosa es más sencilla.
2. El relato evangélico de San Mateo sobre el nacimiento de Jesús está escrito más de cuarenta años después de la muerte de Crucificado, cuando ya las primeras comunidades cristianas confesaban que Jesús es el Enviado, la Palabra, el Hijo de Dios. Y desde esa fe las comunidades interpretan, celebran y comunican el significado que tiene el nacimiento de Jesús. En esa catequesis el evangelista quiere expresar una fe. Como experiencia o encuentro personal y comunitario con Jesucristo, esa fe no admite definición cerrada. Sólo se puede transmitir con un género literario especial lleno de simbolismo. Y así procede el evangelista.
3. El artículo central de esa fe es inaudito: Dios no es alguien sentado en su trono detrás de las nubes, alejado de los seres humanos. Ni es Alguien junto a nosotros. Es “Enmanuel, Dios con nosotros”. Hace suya nuestra condición humana originándola, sosteniéndola y e impulsándola para que llegue a su plena realización. ¿Cómo expresar esa presencia de lo divino en lo humano? Acudiendo al Espíritu Santo, la fuerza de Dios trasmitiendo vida, y hablando de su presencia benevolente mediante la intervención de ángeles. El Espíritu que recibieron los profetas para recibir y transmitir la palabra de Dios, trabajó de modo singular a María para que se abriera totalmente y en ella se encarnase la Palabra. Y con María, José, hombre justo y atento a esa presencia de Dios en lo humano, son propuestos en la catequesis cristiana como ejemplos de creyentes. No sólo el nacimiento de Jesús, sino a lo largo de su vida se fueron haciendo creyentes, descubrimiento y consintiendo en la presencia de lo divino en lo humano. Ellos son ejemplo para los cristianos que celebramos con alegría: “ha nacido, está naciendo un niño que es Enmanuel, Dios con nosotros.”. Un acontecimiento que nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría” (papa Francisco)
2. El relato evangélico de San Mateo sobre el nacimiento de Jesús está escrito más de cuarenta años después de la muerte de Crucificado, cuando ya las primeras comunidades cristianas confesaban que Jesús es el Enviado, la Palabra, el Hijo de Dios. Y desde esa fe las comunidades interpretan, celebran y comunican el significado que tiene el nacimiento de Jesús. En esa catequesis el evangelista quiere expresar una fe. Como experiencia o encuentro personal y comunitario con Jesucristo, esa fe no admite definición cerrada. Sólo se puede transmitir con un género literario especial lleno de simbolismo. Y así procede el evangelista.
3. El artículo central de esa fe es inaudito: Dios no es alguien sentado en su trono detrás de las nubes, alejado de los seres humanos. Ni es Alguien junto a nosotros. Es “Enmanuel, Dios con nosotros”. Hace suya nuestra condición humana originándola, sosteniéndola y e impulsándola para que llegue a su plena realización. ¿Cómo expresar esa presencia de lo divino en lo humano? Acudiendo al Espíritu Santo, la fuerza de Dios trasmitiendo vida, y hablando de su presencia benevolente mediante la intervención de ángeles. El Espíritu que recibieron los profetas para recibir y transmitir la palabra de Dios, trabajó de modo singular a María para que se abriera totalmente y en ella se encarnase la Palabra. Y con María, José, hombre justo y atento a esa presencia de Dios en lo humano, son propuestos en la catequesis cristiana como ejemplos de creyentes. No sólo el nacimiento de Jesús, sino a lo largo de su vida se fueron haciendo creyentes, descubrimiento y consintiendo en la presencia de lo divino en lo humano. Ellos son ejemplo para los cristianos que celebramos con alegría: “ha nacido, está naciendo un niño que es Enmanuel, Dios con nosotros.”. Un acontecimiento que nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría” (papa Francisco)