Jesús es Buen Pastor, no una amenaza de la que hay que protegerse.
- o soy el buen pastor – Yo soy la puerta del redil.
San Juan dedica el cp 10 de su evangelio a presentarnos a JesuCristo como Buen Pastor y como puerta del redil. Yo soy el Buen Pastor, Yo soy la Puerta
El “Yo soy” que tanto emplea el evangelista Juan, tiene siempre una fuerza frente a quienes pretenden constituirse en señores de la historia: poderosos de la economía, de la política, de la religión.
Jesús es el Buena Pastor, que nos conoce, nos ama, nos guía en la vida. Jesús es la Puerta de acceso al redil de paz y serenidad.
Nos hará bien evocar el salmo 22 (23): El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar. El me guía por caminos de justicia, me conduce a fuentes tranquilas, me hace reposar en verdes praderas…
- Muchos se han ido o no han estado nunca en el redil.
Suponiendo que las iglesias sean el redil, las ovejas se han marchado. Las iglesias están vacías y no sola ni principalmente por la pandemia, que nos tiene a todos recluidos en casa, sino por razones más hondas y tristes.
Si hasta los siglos XVIII y XIX el redil socio-cultural y religioso, era el cristianismo (aun con sus grandes limitaciones y lacras), desde esos siglos, el redil en el que vivimos es el vacío, la nada (nihilismo), los “sin valores” y -casi- “sin criterios”, algunas ideologías, el progreso, etc.
Sin embargo mucha gente no ha salido propiamente de del cristianismo, sino de la religión, de lo eclesiástico. Se pretende mantener estructuras religiosas pero vacías de cristianismo.
No es menos cierto que muchas personas en estos momentos viven, siguen a Jesús en la intimidad de su vida sencilla y monótona de sus casas.
Tal vez la situación que estamos viviendo estos meses nos ayude a acercarnos y seguir al Pastor, a entrar por la puerta del redil de Jesús
Puede parecer una paradoja, pero la religión gira y gira, vuelve una y otra vez, pero sin cristianismo. Aunque parezca un contrasentido, la religión vuelve, lo que no vuelve es el cristianismo. No vuelve el Dios de Jesús, el Dios de los pobres y crucificados. Vuelven y nos preocupa si se podrán celebrar misas, procesiones como cuestión turística, las celebraciones ostentosas, las grandes concentraciones religiosas, las primeras comuniones llenas de fotografías y restaurantes, las bodas blandas, pero no vuelve el lavatorio de los pies, no vuelve el Dios de Abraham, ni el Dios de Jesús, de la justicia, del amor, del perdón, no vuelve el Dios que pone en crisis el poder, la violencia, la corrupción.
El Dios que vuelve no es el del Sinaí, ni el del Tabor, ni el del Calvario, ni el de la Ascensión, sino más bien el “dios - ídolo” que domina es el “dios dionisiaco de Nietzsche”: una religión light que da seguridad, que adormece, que es la guinda de un pastel que no inspira confianza, paz, sentido, esperanza absoluta.
Es cierto y de agradecer (gracia) el voluntariado que también en estos momentos ayuda en la sociedad, en las familias, el trabajo del personal sanitario y asistencial, la oración de tantos creyentes.
- Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, yo os aliviaré. M yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mt 28,11-30)
Convengamos en que las retransmisiones religiosas por los medios de comunicación pueden hacer bien a determinadas personas. (Muchos eclesiásticos solamente saben vivir del rito, cuando lo que quiero es misericordia y no sacrificios)
Pero ante situaciones como la que estamos viviendo, u otros valles oscuros que podemos atravesar en la vida (salmo 22), Jesús, el buen pastor, nos llama a seguirle a él, cuyo yugo es llevadero y su carga ligera. No es que Jesús nos proponga unas “rebajas religiosas” y suprima media docena de preceptos[1], sino que Jesús es bueno, acogedor y liberador.
Mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
El teólogo P. Tillich (1886-1965) se preguntaba: Y ¿Cuál es el yugo y la carga de la que Cristo nos libera? ¿Cuál es el yugo llevadero y la carga ligera que Jesús pondrá sobre nosotros? ¿Por qué Él y sólo Él puede dar descanso a nuestra alma?
El ser humano se ve agobiado por el yugo de la religión. Nos pesa, nos agobia radicalmente la finitud, el pecado, el absurdo y sin.sentido, la muerte. Jesús no se refiere a que nos vaya a librar de la carga del trabajo, de la finitud humana, de la muerte. Tampoco Jesús "ha fundado una religión más suave" y de más fácil cumplimiento. Cristo nos libera de este yugo, que produce o deriva el "esquema religioso".
La carga de la que nos quiere liberar es la carga de la religión, es decir, del yugo de la ley, impuesto en su tiempo al pueblo por los maestros religiosos, por los hombres sabios e inteligentes, como Él los llamaría con palabras nuestras, por los escribas y fariseos, como habitualmente les llamamos. Los que sufren y están oprimidos, son los que gimen bajo el yugo de la ley religiosa. Y Él quiere darles la fuerza de sobreponerse a la religión y a la ley; el yugo que les da es un "nuevo ser", que está por encima de toda religión. Lo que les invita a aprender de Él es la victoria sobre la ley de los sabios y de los inteligentes, y la ley de los escribas y fariseos.[2]
JesuCristo, Buen Pastor, nos quiere liberar de la esclavitud de la religión, porque también nosotros vivimos y gemimos bajo la ley, bajo una ley que es religión y bajo una religión que es ley.
Estamos bajo la angustia y el miedo. La ley de la religión es el esfuerzo titánico del ser humano por ganarse a Dios; un Dios que es una amenaza de la que hay que protegerse. Mucha gente tiene miedo a Dios. No están lejos los tiempos en los que se nos decía: “No hagas eso, que te va a castigar Dios”. Cuando íbamos creciendo se nos ha enseñado y asustado con que Dios nos va a pedir cuentas, sin que se escape nadie ni nada.
Todavía hay personas que tienen la idea de que, cuando ocurre una desgracia (una enfermedad, una pandemia, una catástrofe), eso es castigo de Dios a causa de nuestros pecados. Quien así cree y piensa no cree en el Buen Pastor, ni en el Dios de Jesús, ni en padre del hijo pródigo, sino que creen en un Dios que es un peligro y una amenaza para el ser humano.[3]
El ser humano pretende librarse de sus angustias recurriendo a la ciencia y a la religión, pero no terminamos de librarnos de los grandes problemas.
La ley de la religión es el gran esfuerzo del hombre por domeñar su angustia, su desasosiego y su desespero, para taponar el boquete que hay en sí mismo y alcanzar la inmortalidad, la espiritualidad y la perfección. Y así es como, bajo la ley religiosa el hombre trabaja y se fatiga tanto de pensamiento como de obra.
Quiera Dios que salgamos de esta pandemia, pero no olvidemos que después, con el transcurrir de la vida, nos aguarda a todos la “pandemia final”.
Los cristianos creemos (no opinamos, sino que confiamos, fe) en que esa paz y serenidad profundas están en JesuCristo.
Es cierto que son necesarios algunos actos comunitarios, algunas formulaciones religiosas, algunos ritos, pero para confiar y descansar en Jesús no hacen falta muchas ceremonias ni alharacas religiosas.
En la profundidad de la vida, en el silencio de nuestra casa y de nuestra conciencia, nos podemos encontrar con Cristo. El camino que nos lleva hacia Cristo, Buen Pastor, es la actitud de Éxodo y de Emaús. Y al final de este camino nos espera un gozo y una paz profundas. Ese es el redil de Cristo.
- Ser buenos pastores.
Jesús es buen pastor, nuestro buen pastor.
Las actitudes y el pastoreo de Jesús no fueron, ni son de poder, ni de fuerza, ni homenajes, ni doctrinas. Jesús fue pastor no en el Templo, no en la religión como sistema de compraventa. Recordemos Jn 2: Jesús vuelca las mesas de los mercaderes religiosos del Templo, saca las ovejas del Templo, rompe con el sistema religioso. Por eso Jesús es discutido, perseguido.
Jesús es pastor y rey en la cruz, con los crucificados de este mundo. El pastoreo de Jesús es que tengamos vida abundante. Decía san Ireneo comentando estas cosas que “gloria Dei, vivens homo”, la gloria, la felicidad de Dios es que el hombre viva.
No es lo mismo educar en el seguimiento de Jesús, Pastor, que en la religión. No es lo mismo la clase de religión, que enseñar a asumir confiadamente la existencia humana desde o con Jesús.
Esta, creo, es la gran diferencia entre el estilo de Francisco y el de situaciones eclesiásticas anteriores y todavía hoy presentes. Hemos vivido tiempos religiosos, que todavía perviven entre muchos eclesiásticos, cuya preocupación era la ley, el sábado, la doctrina ultraortodoxa, la religión…
Al papa Francisco, como a Jesús le preocupan y le interesan los heridos, los que sufren, los enfermos, y eso es cristianismo.
Jesús nos llama a seguirle como buen pastor,
El señor es mi Pastor, nada me puede faltar
[1] Resulta casi farisaico que se nos exima del precepto dominical, cuando estamos todos confinados en casa y -al menos hasta ahora- sin poder salir.
[2] TILLICH, P. Se Conmueven los Cimientos de la Tierra, 152.
[3] Además quien así cree y piensa está expuesto a vivir conflictos internos serios.