Presenta su libro "La Rebelión Pendiente, que trata sobre la mujer en la Iglesia" Antonio Aradillas: "La Iglesia es 100% machista"

(Jesús Bastante).- Antonio Aradillas es un clásico de esta casa. Bloguero nuestro, gran amigo de Religión Digital y prolífico colaborador. Hoy nos viene a presentar su último libro:La Rebelión Pendiente(Vision Libros), que trata sobre la mujer en la Iglesia y tiene un prólogo de nuestro director, José Manuel Vidal.

-¿Qué has querido hacer con este libro?

-Yo he escrito bastante sobre la mujer, es uno de los temas a los que he dedicado mayor atención. Desde el punto de vista que significa y que entraña la mujer, no sólo como mujer, sino además como miembro de la Iglesia, se estima que un tercio de las personas relacionadas con la Iglesia, son precisamente mujeres. Ante la visión que ofrece la mujer respecto a la Iglesia, o la que de la mujer se ofrece en relación con la Iglesia, no me deja más remedio que escribir este libro.

-¿Por qué "rebelión"?

-Rebelarse es un verbo que creo que tiene tanta importancia en el cristianismo como tiene la palabra revelación. Entre todos los colectivos del mundo, y también en la Iglesia, rebelarse es sin duda el verbo que más debería conjugarse, no sólo por la proyección que debe tener para los cristianos (cristianizar ese verbo), sino también en cualquier otro estamento o sector de la sociedad.

-¿La Iglesia es una institución machista?

-100% machista. Pero no hay que culpar a la Iglesia en exceso de machismo. La mujer ha sido, a lo largo de toda la historia, tanto filosóficamente como desde cualquier otro punto de vista (y más desde el punto de vista religioso o pseudo-religioso), un objeto. La definición eclesiástica consiste en identificar a la mujer totalmente con el útero. Si se hiciera eso con los hombres y alguno de sus órganos fundamentales, habría que ver la rebelión que necesariamente se haría.
En un libro mío anterior, que se llamaba "La Iglesia, el último bastión del machismo", se me ocurrió estudiar desde un punto de vista estrictamente filosófico la idea respecto a la mujer que sea evidenciado en las culturas y en las religiones. Entonces acudí a un eminente teólogo y filósofo, y en el índice de una de sus obras me encontré con que, en el epígrafe "mujer" decía "véase pecado". Es decir, que la mujer es pecado y objeto, y así hasta nuestros días.

-¿Hacia dónde tiene que ir esa rebelión? ¿Qué tiene que hacer la mujer?

-Es la Iglesia entera la que tiene que rebelarse. De modo especial la mujer, pero la mujer, por la gran enseñanza, por la gran devoción que se le tiene en la Iglesia a la palabra "amén", desde una pasividad absoluta y estricta... no está capacitada, quizá porque se siente bastante cómoda en la Iglesia. Aunque tenga motivos sobradísimos, y además entrañablemente cristianos, para rebelarse. Entonces, la rebelión debería ser protagonizada por ellas. Pero el machismo es tan fuerte, que propina un montón de argumentos para justificar que la mujer está bien como está en la Iglesia. Y por eso hay que echar una mano en la rebelión, y la jerarquía bastante más: tiene que abrir caminos para el sagrado verbo de rebelarse, que por lo que respecta a la mujer, está conjugado en todos los frentes: en el político, el intelectual, el laboral... Si en cualquiera de estos frentes las mujeres estuvieran sometidas a la discriminación a la que están sometidas en la Iglesia, sin duda de ninguna clase, esto hubiera significado una conmoción para el pensamiento.

-Cuando se habla de la mujer en la Iglesia, inmediatamente aparece el tema del sacerdocio femenino, del papel de la mujer en todos los aspectos de lo sacramental y participativo. ¿Es esto lo que reclamas?

-Y los aspectos directivos, también. Porque hasta ahora la mujer es sujeto pasivo.

-Sin embargo, los últimos papas han dado prácticamente por cerradas todas estas cuestiones.

-Sí, pero los papas no son "palabra de Dios" en todos los sentidos. Que tú, yo, y otros como nosotros fuéramos etiquetados de herejes porque defendemos el tema de la mujer respecto al sacerdocio, integraríamos todo un colectivo de pensadores también tachados de lo mismo. A mí el tema del sacerdocio femenino me preocupa sólo en función de un hecho concreto, muy serio: es algo así como la coronación de la negativa de la mujer de ser exactamente lo mismo que el hombre, a nivel de competencias.
Yo acudo muchas veces al diccionario, que es Palabra de Dios. Hace 20 años no existía el término presidenta. Ahora tenemos gobernadoras civiles, alcaldesas... pero el diccionario sigue registrando "señora del presidente". A estas alturas.
Luego, yo abogo mucho por la palabra "papalatría", que pronto el diccionario tendrá que bendecir con todas las bendiciones académicas al uso.

-¿Qué pasaría si todas las mujeres, que como tú bien dices son mayoría en la Iglesia, se plantaran un día?

-Yo creo que ya se están plantando. Yo hablo ya del "ex devoto sexo femenino". La Iglesia perdió el tren de la historia al final del siglo XIX por lo que respecta a los obreros. Y ya casi ha perdido también, en estratos de tipo intelectual y político, el tren de la historia por lo que respecta a las mujeres. Y eso es gravísimo, porque la educadora, especialmente de la fe, es siempre la mujer. Porque se le sigue encomendando a ella en el recinto familiar, en las catequesis... y sin embargo, a la hora del ejercicio ministerial, se la orilla completamente. ¿Qué es más importante: comulgar, o tener fe para comulgar? Entonces, yo pienso que la mujer, en gran parte, ya le ha dicho adiós a la Iglesia. Otra cosa que pienso es que hay que adelantarse. Porque, que a estas alturas nos tengamos que conformar con que cuando pasen unos cuantos años el Papa y las autoridades eclesiásticas tengan que pedirle perdón a la humanidad por algo que deberían haber previsto y haber aupado a su tiempo, es una desgracia.

-¿O sea que la Iglesia ha ido a remolque de la historia en cuanto a derechos?

-Claro. La Iglesia no ha firmado el estatuto de los Derechos Humanos.

-¿Veremos a la mujer sacerdote?

-Ya las hay. Los anglicanos tienen mujeres sacerdotes, con todos sus derechos y obligaciones. Por lo que respecta a los católicos, tengo la completa seguridad (aunque me llamen viejo y me digan que me calle) que hemos de verlo. No es ningún privilegio, la vida es así. La Iglesia tiene que ser respuesta para la humanidad, y la humanidad está ya reclamando a grito limpio los derechos para la mujer.
Es horrible cómo trata a la mujer la historia bíblica. Cuando estoy celebrando misa y algún texto del Antiguo Testamento menciona a la mujer, me da escalofrío decir "Palabra de Dios". Pero es que esto acontecía en todas las religiones, en el paganismo, y hasta en la filosofía. San Agustín, Santo Tomás de Aquino...

-¿Todavía en la Iglesia se asocia a la mujer con los "pecados de la carne" o la sexualidad? ¿Se la culpa a ella cuando un sacerdote se seculariza?

-No sólo en la Iglesia, en la cultura en general, se identifica la piedad y el grado de religiosidad con un determinado mandamiento (cuando además Jesucristo relaciona, en el Evangelio, un par de hechos con la sexualidad, y hay que ver qué espectáculo excepcional ofrece en el trato que le daba a la mujer). Y no me refiero sólo a la Magdalena o a la samaritana, también a la adúltera que dio pie a aquello de "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Él la acepta, no la culpa. El comportamiento que tuvo Jesucristo asustaba a sus propios discípulos. Yo lo he estudiado ampliamente, y creo que una de las causas por la que lo mataron los sumos sacerdotes fue el comportamiento tan extra-religioso que según ellos Jesucristo estaba manteniendo respecto a la mujer. Sin duda de ninguna clase. Y fue por culpa del templo. Porque el pobre Pilatos, políticamente, se limitó a firmar. Peor fueron los sumos sacerdotes los que lo hicieron, en definitiva, por la campaña que Jesús llevó en contra del templo.
Yo pienso, sinceramente (y no sé si será un atrevimiento) que si hoy viniera Jesucristo, y encarnara su mensaje y su ejemplo, lo primero que habría que hacer desde las altas jerarquías sería desautorizarlo, y hasta descanonizarlo. Si fuera eso posible.

-¿Qué le dirías hoy a una mujer que se siente creyente, dentro de una Iglesia en la que no puede desarrollar toda su potencialidad?

-Pues yo le diría sinceramente que Jesucristo tiene poco que ver con el que hoy está identificado con la misma Iglesia jerárquica, en relación con la mujer. Y por lo tanto, si ella piensa por su cuenta, y no es de las que invocan a la Virgen santísima y se conforman con el "así sea" y ya está (y no con un amén efectivo), le diría que reflexione en torno a esto. Creo que son 28 veces las que se dice "amén" en la santa misa. Y la santa misa es esquema de vida. Si la misa no es vida y si la vida no es misa, nos tenemos que "des-religionizar" y, por supuesto, que descristianizar. Entonces, lo que yo le aconsejo a la mujer muy respetuosamente (a la que piense en estas cosas, que en la Iglesia hay muchas moradas y ahí cabemos todos los pensamientos), en primer lugar, que se una a estas ideas, y las viva, pero con respeto a las colegas que piensan de otra forma. Y después, que a ver si por la gracia de Dios encuentran un sacerdote, un cura, o algunos laicos, que piensen más o menos igual.
Y por favor, por amor de Dios, por filosofía... que no nos traten de herejes por defender estas ideas.

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Hoy las altas jerarquías de la Iglesia desautorizarían a Jesús, y hasta lo descanonizarían
Por favor, por amor de Dios, por filosofía... que no nos traten de herejes por defender estas ideas

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