La Editorial Mundo Negro presenta el libro con las líneas maestras del pontificado de Bergoglio para África 'Habari za Francisco', África en el magisterio del Papa
Ofrecemos como adelanto editorial la Introducción del libro 'Habari za Francisco'. África en el magisterio del Papa (2013-2023), una recopilación del pensamiento del papa Francisco sobre África, el continente desde el que quiso abrir el Año de la Misericordia y que encarna como ningún otro esas "periferias" con las que Bergoglio sorprendió a propios y extraños desde que fue elegido sucesor de Pedro
Publicado por la Editorial Mundo Negro, el volumen está editado por Javier Fariñas, redactor jefe de la revista 'Mundo Negro', y se presenta esta tarde en Madrid, a las 19.30, en la calle Arturo Soria, 101
| Javier Fariñas (editor)
Los periodistas necesitamos con frecuencia de excusas, anécdotas o curiosidades para ponernos a escribir sobre algo. En el argot llamamos «percha informativa» a esos pequeños apoyos que justifican el desarrollo de un artículo o un reportaje. Cuando hace cerca de dos años propuse al director de la Editorial Mundo Negro, P. Jaume Calvera, la idea de recopilar el magisterio del papa Francisco sobre África, no sospechábamos que el marco del décimo aniversario de su pontificado sería el que utilizaríamos como percha para publicar este volumen.
Aquella propuesta editorial vino acompañada de un título: Amahoro, Francisco. 'Amahoro', que en kirundi –la lengua autóctona de Burundi– significa ‘paz,’ se utiliza como forma habitual de saludo en la pequeña nación centroafricana con forma de corazón. Cuando estuve allí en el otoño de 2014, en uno de los viajes por el interior de este país, un grupo de chava- les se arremolinó alrededor de nuestro coche. Gritaban «Amahoro mzungu, amahoro mzungu, amahoro mzungu...» como si no hubiera un mañana. Aquellos niños deseaban paz al «hombre blanco». Si entendemos que la paz, más allá de la ausencia de violencia, es el fruto maduro de la justicia, la denotación de aquel vocerío infantil encajaba con la pretensión recopiladora de estas páginas. A lo largo de su pontificado, Francisco se ha desgastado pidiendo y llevando paz allá por donde ha pasado –los lemas de cuatro de sus viajes al continente africano (Egipto, Mozambique, Madagascar y Mauricio) incluían este término–. A pesar de que nos gustaba la «música» del tí- tulo –así quedó plasmado, de hecho, en la carpeta del proyecto–, decidimos modificarlo con un vocablo empleado en alguno de los diez países africanos que ha visitado Francisco en esta década. Barajamos el lingala, el suajili, el sango..., hasta que apareció habari za, una forma de saludo en suajili, una de las lenguas más habladas en Uganda, Kenia o República Democrática de Congo –países por los que ha pasado el pontífice– que, dependiendo del contexto en el que se pronuncie, tiene dos significados. El primero, es la forma de saludo común para preguntar a una persona cómo está. Y el segundo, vinculado a la literalidad del término, significa ‘¿qué nos cuentas?’.
Así pues, Habari za Francisco se podría traducir como «Hola, Francisco», pero también como «¿Qué nos cuentas, Francisco?».
El 13 de marzo de 2013, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, llegado casi del «fin del mundo», iniciaba su pontificado con el nombre de Francisco. El impacto que supuso la renuncia de Benedicto XVI se completó con la elección del hasta entonces arzobispo de Buenos Aires. Dos semanas más tarde, el 27 de marzo, tuvo lugar su primera audiencia general, en cuya catequesis habló sobre la Semana Santa. Al final, después de los saludos a los grupos lingüísticos presentes en la plaza de San Pedro, pidió el fin de la violencia en República Centroafricana. En el país, los milicianos de la Seleka y los grupos antibalaka se retroalimentaban en la barbarie mientras la comunidad internacional se inhibía en el conflicto, miraba para otro lado o, en busca de explicaciones sencillas, resumía la confrontación en una lucha de poder de tintes étnicos y religiosos entre musulmanes (los primeros) y cris- tianos (los segundos). La del 27 de marzo fue la primera de las más de 400 alusiones directas e indirectas de Francisco –recogidas en la página web de la Santa Sede– sobre África o su diáspora a lo largo de sus primeros diez años de papado. No son sus únicas referencias sobre el continente vecino. En encuentros informales, en algunas de las numerosas entrevistas que ha concedido, en las reuniones virtuales en las que se ha prodigado, también se ha detenido en África, pero en este volumen solo se recoge lo que aparece publicado en el portal vaticano. La única excepción –que por rigor hemos ubicado en un anexo– es la entrevista que Francisco concedió a MUNDO NEGRO el 15 de diciembre de 2022, y que fue publicada en el número de enero de 2023 de nuestra revista.
El portal en Internet de la Santa Sede desglosa el magisterio papal en 14 categorías –Ángelus/Regina Coeli, Audiencias, Cartas, Cartas apostólicas, Discursos, Encíclicas, Exhortaciones apostólicas, Homilías, Mensajes, Motu Proprio, Oraciones, Viajes y Meditaciones diarias–, de las que solo estas últimas han quedado excluidas de la recopilación. Las meditaciones del Santo Padre en la misa matinal que preside en la capilla de la Casa Santa Marta aparecen citadas, en numerosas ocasiones, en tercera persona y, además, dejaron de actualizarse el 14 de mayo de 2020.
El trabajo que tiene entre sus manos sigue un estricto orden cronológico que arranca en esa audiencia del 27 de marzo de 2013 y termina con dos citas del 8 de febrero de 2023: un videomensaje con motivo de la IX Jorna- da Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, en el que alude a la santa sudanesa Josefina Bakhita; y la Audiencia General en la que repasa el recién concluido viaje apostólico a República Democrática de Congo y Sudán del Sur. Aunque el décimo aniversario de este papado se cumplió el 13 de marzo de 2023, Josefina Bakhita y el anhelado viaje a estos dos países –aplazados en varias ocasiones– merecían ocupar el cierre de este volumen. Como la inmensa mayoría de las entradas recogidas aquí se han pronunciado o rubricado en la Santa Sede, solo hemos «localizado» aquellas que se han producido más allá de los límites geográficos vaticanos.
En estos diez años, Francisco ha realizado cinco viajes apostólicos a tierras africanas en los que ha conocido diez países: Kenia, Uganda y República Centroafricana (2015), Egipto (2017), Marruecos, Mozambique, Madagascar y Mauricio (2019) y Sudán del Sur y República Democrática de Congo (2023). En Nairobi, Kampala, Bangui, El Cairo, Rabat, Maputo, Antananarivo, Saint Louis, Kinshasa o Yuba, Francisco se ha encontrado con algunas de esas periferias de las que habló en los albores de su pontifi- cado. Mientras que ubicó las periferias existenciales en aquellos escenarios «donde no está Dios», tal y como dijo en su visita a Asís en octubre de 2013, nadie dudó de que en África tendría la oportunidad de conocer de cerca las otras, las periferias humanas, esos espacios donde la pobreza, la injusticia y la falta de desarrollo conforman el paisaje habitual común.
Su primer contacto directo con una barriada marginal en el continente tuvo lugar el 27 de noviembre de 2015 en Kangemi (Kenia). Podía haber sido un slum mucho más conocido como Kibera o alguna de las múltiples barriadas marginales de Nairobi. Lo más relevante no fue el lugar «donde se instaló el púlpito», sino lo que desde allí dijo. Su mensaje –que ha repetido con palabras, gestos o hechos en múltiples escenarios a lo largo de estos años–, no dejó lugar a dudas. Después de los saludos de rigor, Francisco se abrió en canal: «Me siento como en casa compartiendo este momento con hermanos y hermanas que, no me avergüenza decirlo, tienen un lugar preferencial en mi vida y opciones. Estoy aquí porque quiero que sepan que sus alegrías y esperanzas, sus angustias y tristezas, no me son indiferentes». Con su discurso puso en el mapa a Kangemi, como después ha hecho con otros tantos lugares o realidades.
Estas presencias en el continente han permitido a la comunidad inter- nacional visibilizar, al menos durante unos días, las realidades de las que él ha sido testigo. Con sus palabras ha agarrado de la pechera a sociedades que, con frecuencia, quieren cerrar los ojos ante el sufrimiento del prójimo. Uno de los ejemplos más cercanos en el tiempo al cierre de este trabajo tuvo lugar nada más pisar territorio congoleño. En su primer discurso en Kinshasa ya reconoció que lo que ocurre en el este del país «es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca. Sin embargo, este país y este continente merecen ser respetados y escuchados, merecen espacio y atención». A contracorriente en muchos momentos, y oponiendo su tenacidad a los deseos egoístas de los más poderosos, ha pedido que se deje de maltratar el medioambiente, que cese el comercio asesino de armamento, que se promueva la solución de «las tres t» (tierra, techo y trabajo) para incitar el desarrollo de los pueblos, o que se conjuguen cuatro verbos –acoger, proteger, promover e integrar– cuando hablamos de las personas que migran desde el Sur global hacia el Norte.
Con Lampedusa como destino de su primer viaje fuera de Italia, Fran- cisco marcó una de sus grandes prioridades. A lo largo de esta década, cuando ha hablado de África han sido numerosas las ocasiones en las que se ha referido a las personas migrantes –«A mí no me gusta decir migrantes; me gusta más decir personas migrantes. ¿Sabéis por qué? Porque migrante es un adjetivo, mientras que el término persona es un sustantivo. Hemos caído en la cultura del adjetivo: usamos muchos adjetivos y a menudo olvidamos los sustantivos, esa es la sustancia. El adjetivo siempre debe estar vinculado a un sustantivo, a una persona; por lo tanto una persona migrante», dijo en la Audiencia General del 3 de abril de 2019, nada más volver de su viaje apostólico a Marruecos–. De todas ellas, me quedo con el discurso que pronunció el 30 de marzo de 2019 en el transcurso del encuentro que mantuvo con migrantes en la sede de Cáritas diocesana de Rabat (Marruecos). «Ellos son la esperanza. Por ellos tenemos que luchar, por ellos. Ellos tienen derecho, derecho a la vida, derecho a la dignidad. Luchemos por ellos», dijo en la capital marroquí. Con la migración, como con otros asuntos que afectan a los derechos fun- damentales de las personas, Francisco se ha convertido en una de las voces más contundentes del escenario internacional. Pocas semanas antes de entrevistarle para MUNDO NEGRO, calificó de «repugnante, pecaminosa y criminal» la exclusión que sufren los migrantes. Ante apelativos tan gruesos, le preguntamos que si tenía la impresión de que debía elevar cada vez más el tono para hacerse escuchar. «Creo que hablo muy claro en esto», respondió.
Contundencia. Pero también coherencia. En esa entrevista con MUNDO NEGRO, que tuvo lugar en la biblioteca privada del Palacio Apostólico, Francisco incidió en ideas recurrentes que el lector va a reconocer de inmediato a lo largo de estas páginas. Francisco ha insistido, en ocasiones con las mismas expresiones, en algunos principios que para él son innegociables
–Gianni Valente escribió el pasado 9 de marzo de 2023 en Agencia Fides: «El Papa Francisco sigue repitiendo a menudo las mismas cosas, las mismas palabras, sencillas. Siempre las mismas. Por eso tampoco se ha librado de las acusaciones de “ser repetitivo”»–. Uno de ellos tiene que ver con la explo- tación inmisericorde del continente africano. En nuestra grabadora quedó un rastro de ello: «Esa idea de que África existe para ser explotada es lo más injusto que hay, pero está en el inconsciente colectivo de mucha gente, y hay que cambiarla». En tierras congoleñas cerró un poco más el discurso: «No toquen la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear. Que África sea protagonista de su propio destino».
El «magisterio africano» de Francisco recogido aquí nos brinda la posi- bilidad de realizar un análisis a distintos niveles. Si los viajes apostólicos le han permitido pisar la tierra que habitan comunidades católicas minorita- rias, históricas y discriminadas, martiriales, pujantes sufrientes, dialogantes o comprometidas; el entorno menos mediático del trabajo cotidiano en el Vaticano también le ha acercado a un continente que, según dijo en el vuelo de vuelta de Bangui a Roma, había sido para él «una sorpresa. He pensado: Dios nos sorprende, pero también África nos sorprende». En este contexto, resulta interesante seguir los discursos que todos los años ha dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, o los que ha compartido con los obispos en visita ad limina apostolorum. Si los primeros nos sitúan en un escenario de política exterior, los segundos miran adentro de la Iglesia católica y se ocupan de la importancia de la formación permanente del clero, del reto y el impacto de la juventud dentro de las comunidades católicas, del valor de la familia, de la misión o de los misioneros asesinados, de la división de los cristianos, de la cercanía con los más necesitados o del imprescindible diálogo con el islam. La lectura de estas reflexiones confirma el espíritu directo y sencillo de Francisco. Como ejemplo de ello, lo que les dijo a los obispos mozambiqueños en mayo de 2015: «Jesús solo os pide una cosa: que vayáis, busquéis y encontréis a los más necesitados».
Si el destino de las palabras del Papa nos traslada con frecuencia a Repú- blica Democrática de Congo, Sudán del Sur, Nigeria, Libia, República Cen- troafricana o Etiopía; Francisco también aprovecha sus reflexiones para poner ante nosotros a personas cuyos nombres motean con frecuencia sus intervenciones: santa Josefina Bakhita; el gran imam de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyeb; el patriarca de Alejandría, Tawadros II; el misionero lazarista Pedro Opeka, del que fue profesor en la Facultad de Teología a finales de la década de los años 60; y, sobre todo, la Hna. Maria Concetta, a la que conoció en Bangui, y de la que habla a horas y a deshoras.
Cuando le preguntan por el valor de la misión o de los misioneros, con frecuencia sale a relucir el testimonio de esa religiosa destinada en Repúbli- ca Democrática del Congo, donde ha atendido más de 2.000 partos y que adoptó a una niña huérfana de madre –murió en el parto– y con el padre en paradero desconocido. La religiosa, que llevaba en el país desde muy joven, y a la que condecoró el 27 de marzo de 2019 en el Vaticano, además de ese ingente trabajo en el paritorio, todos los sábados cruzaba en canoa desde tie- rras congoleñas a República Centroafricana para hacer la compra porque los productos eran un poco más baratos que en su misión. «Esos son los misio- neros. ¿Te das cuenta? Son los que dejan su vida ahí, no cambian», nos dijo.
Los misioneros no cambian. Francisco tampoco.
El 13 de marzo de 2013, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, llegado casi del «fin del mundo», iniciaba su pontificado con el nombre de Francisco. Se presentó como obispo de Roma y, como despedida, regaló un familiar «Buenas noches y que descanséis». Además, dejó en el aire la «marca de la casa». Pidió a los fieles y curiosos congregados en la plaza que rezaran por él. Casi diez años después, el 4 de febrero de 2023, se reunió con obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados de Sudán del Sur en la catedral de Santa Teresa, en Yuba. Después de darles las gracias «por su entrega, su valentía, sus sacrificios y su paciencia», insistió en esa frase que le acompaña allá donde va: «Y si tienen un poquito de tiempo, recen por mí». Lo hizo con la misma normalidad con la que unos años antes se arrodilló y besó los pies de los líderes políticos de esta nación al término de un retiro de oración para rogarles que hicieran lo posible para llevar la paz al país, en lo que se convirtió, sin duda, en una de las imágenes icónicas de su pontificado.
Francisco se ha empleado en promover en todas partes una paz disfrazada de justicia, de solidaridad, de fraternidad, de desarrollo, de alfabetización o de promoción y defensa de la dignidad de la mujer. Y lo ha hecho al modo de san Francisco de Asís, que dijo a sus frailes: «Llevad el Evangelio, si es necesario con palabras».
En estas páginas están las suyas. Sus palabras. Sus historias. Habari za Francisco.
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