Ricardo Blázquez, en Sal Terrae "Memoria y gratitud"
(Antonio Aradillas).- Basta y sobra con haber escrito y publicado un libro como el que lleva el título de Memoria y gratitud, para explicarse que su autor, Ricardo Blázquez, nacido en Villanueva del Campillo (Ávila) en 1942, doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca -Gran Canciller en la actualidad-, obispo auxiliar de Santiago de Compostela, obispo de Palencia, de Bilbao y arzobispo de Valladolid, hubiera sido democráticamente elegido Presidente de la Conferencia Episcopal Española el año 2014, y creado cardenal en el 2015 por el Papa Francisco.
En la promoción para tales cargos no cabe dudar de la presencia y actividad exclusivas del Espíritu Santo, sin poder explicarlos con argumentos ilegítimos o transeúntes.
La editorial Sal Terrae, en su colección Presencia Teológica, se enriquece una vez más con el fichaje de quién, con legitimidad y holgura, se puede codear con firmas internacionales tan famosas en las ciencias sagradas, como la de Leonardo Boff, Water Kasper, Amedeo Cencini-Alexandro Maneti, Elizabeth A. Johnson, en los tiempos "recios" hispanos de tantas carencias teológicas en estos niveles.
En el libro -358 pp.-, con el correspondiente Imprimatur otorgado por el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, (21-11-2016), el propio autor explica en su prólogo, que "memoria, gratitud y confianza están íntimamente unidas. La memoria es fuente de paz y de futuro (Papa Francisco), Hacer memoria ante Dios unifica nuestra vida en su recorrido. De la memoria brota la esperanza (san Juan de la Cruz) y Dios es origen, guía y meta del Universo", por lo que algunos hasta llegamos a acariciar la idea de que, de la teoría tan documentada de razones y argumentos eclesiales, el autor descendiera en más ocasiones a determinadas situaciones y praxis pastorales vividas por él mismo, por ejemplo, en sus casi quince largos años como obispo de Bilbao, con relevante mención para el eslogan político tan difundido de "un tal Blázquez".
Memoria y gratitud determinan teológicamente el esquema del libro, que consta de estas tres partes. 1- "Concilio y misericordia; Eucaristía y piedad popular"; 2- "Carismas, vocaciones y ministerios"; 3- "En memoria del V Centenario del Nacimiento de santa Teresa de Jesús". En sus 24 capítulos, no solamente se hace historia eclesiástica y se profundiza en la misma, sino que se trazan y analizan líneas de comportamientos a seguir en pos de la consecución de caminos y fórmulas para recristianizar la Iglesia, en las circunstancias especiales de lugar y de tiempo que le ha correspondido, y le corresponde, afrontar y vivir.
A muchos nos hubiera gustado que en la reflexión que se hace acerca del Concilio Vaticano II, se hubiera alargado el autor en averiguar y exponer los porqués del silencio que enclaustró no pocas de las determinaciones conciliares, y aún parte importante de su espíritu, permanecieron, si no inactivos, al menos no glorificados y enardecidos, hasta que el Papa Francisco fuera elegido, con la santa misión de despertar, desadormecer y convertir -"metanoia"- a quienes prefirieron seguir durmiendo "en el sueño de los justos".
La tercera parte, dedicada "con alma, vida y corazón" a su paisana, "la santa de Ávila" -Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia-, es ciertamente ejemplar y esperanzadora. En la página 307 refiere el autor que ella escribe, en el libro de Las Moradas, que "se quejan las mujeres de cómo están acorraladas en el mundo y en la Iglesia. No aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andábais por el mundo a las mujeres, antes las favorecisteis con mucha piedad, y anillasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres... Veo los tiempos de manera que no es de desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres".
El autor destaca y comenta que "la discriminación de la mujer en la Iglesia no cabe en el evangelio de Jesucristo", muchos y muchas alientan la esperanza de que, con estas palabras, Monseñor Blázquez apuesta y apostará por sensibilizar "a sus hermanos en el episcopado" hasta su últimas, y aún "sacerdotales" consecuencias, acerca de la situación de la mujer en la Iglesia, con la aportación ejemplar y doctrinal de la vida y de las palabras de su santa, atrevida, docta y audaz paisana, reformadora del Carmelo. "En la Iglesia no hay élite ni gente de tropa", es luminoso eslogan evangélico, "franciscanamente" renovador, del autor de este libro.
También lo es el de que "la familia es insustituible en la ecología de la persona", reconociendo yo con gozo el que proporciona la foto rural familiar que se inserta en la página 5 -ordenación presbiteral de D. Ricardo Blázquez Pérez (18 de febrero de 1967, sábado de Témporas)-, que anima, mantiene y expresa la fe y la religiosidad en bastante mayor proporción que pudieran hacerlo los álbumes multicolores de fotos "profesionales" de "entradas triunfales" en las diócesis, en la elección como Presidente de la Conferencia Episcopal y en su proclamación de cardenal, como titular de la iglesia de Santa María in Vallicella (Chiesa Nova) de Roma, en la que se custodian los restos de san Felipe Neri, nacido en el mismo año que "La Santa" y canonizados ambos el año 1622.
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