RD les ofrece, en exclusiva, un adelanto del nuevo libro del teólogo jesuita en San Pablo 'Instantes': una mirada íntima al poeta José Ignacio González Faus, sj.
Desde finales de los años cuarenta, siendo un chiquillo, comenzó a escribir poesías. Nunca lo ha dejado
A Ellacuría: "¡Tendríamos que hablar de tantas cosas, compañeros del alma! ¡Y hablaremos! Que en la paz obstinada de las rosas dice Dios Su Palabra: venceremos."
"Vivir es un latir. Y el supremo latido de la vida es el asombro mudo ante el Misterio que envuelve todo ser"
"Vivir es un latir. Y el supremo latido de la vida es el asombro mudo ante el Misterio que envuelve todo ser"
"A Pere Casaldáliga. Tú, que llamaste a Gustavo Gutiérrez el Tomás de América Latina, permite que te llame el Juan de la Cruz de la teología de la liberación. Gracias". Así arranca 'Instantes', el nuevo libro de José Ignacio González Faus, sj., publicado por San Pablo y del que RD les ofrece, en exclusiva, un adelanto. Que no dejará a nadie indiferente.
Porque 'Instantes' no es un libro de Teología, sino... de Poesía. "Nunca digas de esta agua no beberé. Si hace solo dos meses me hubieran dicho que acabaría publicando mis poesías, me habría reído de tan mal profeta", confiesa Faus en el Prólogo, donde revela cómo desde finales de los años cuarenta, siendo un chiquillo, comenzó a escribir poesías. Nunca lo ha dejado.
Aunque no han sido ordenadas por fechas, sino por materias, las poesías de Faus sí tienen "un riguroso orden cronológico" dentro de cada capítulo, "marcados por la fecha en que me salieron del alma. Y quizás ayude al lector situar cada una de esas fechas en el contexto de mi vida jesuítica: noviciado (1950- 52); estudios de humanidades (1952-55); estudios de filosofía (1955-58); enseñanza (1959-60); estudios de teología, ordenación presbiteral y doctorado (1960-68). Y desde entonces los trabajos y los días de ya demasiados años: la docencia, el descubrimiento cristológico de los pobres y las víctimas, las idas a América Latina, la revolución (o el Reinado de Dios) siempre inminente y siempre ausente, y esas sorpresas de la vida que hoy te da una bofetada y mañana te da un beso...", explica el autor.
Éstas son algunas de las poesías seleccionadas:
Contigo (febrero 1952)
Yo no sé qué me dice Tu mirada
cuando la fijas paternal en mí;
pero mi alma se siente transformada al ser mirada así.
No sé lo que me piden esos ojos
cuando me miran llenos de ilusión;
pero creo que quieres que, de hinojos,
te dé mi corazón.
No sé lo que me muestran esas manos
porque mi vista no llega hasta allí;
pero sé que detrás de aquellos llanos
hay almas para Ti.
Y cuando miro tu costado abierto
tengo la cariñosa convicción
de que allí vive, aun cuando estás ya muerto,
tu amante corazón.
Y allí, contigo, cuando todo duerme
quiero tus sufrimientos consolar,
sufrir por Ti, con Tu dolor dolerme,
y amarte sin cesar.
Reclinada la frente en Tu hombro santo
quiero estar para siempre donde Tú
y lavar, con el beso de mi llanto,
la herida de la Cruz.
Y allí, contigo, oscuro e ignorado
quiero ocuparme solo de servir,
entregarme y vivir crucificado
para gozar de Ti.
Aquí callado, absorto (2019)
Vivir es un latir.
Y el supremo latido de la vida
es el asombro mudo ante el Misterio
que envuelve todo ser. Ante el mensaje
de una noche estrellada, ante la fuerza
de una flor que revive nuevamente.
Ante el ciprés erecto y cotidiano
y la canción del agua que corre silenciosa...
Y ante ese estar ahí, sencillamente,
de las cosas que son y no lo saben.
O ante el bebé que esboza su sonrisa
primera, que nos dice
que confía en la vida y ya no teme...
O ante el hermano ayer aquí presente
que hoy ya no está, definitivamente
desaparecido...
Y así, latido a latido,
se me arrodilla el alma y me rencuentro
adorando en la paz y en el silencio.
Elegía junto a la tumba de rosas de Ignacio Ellacuría y compañeros (1991)
«a las aladas almas de las rosas del almendro de nata, te requiero: que aún tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero». MIGUEL HERNÁNDEZ
¡Tendríamos que hablar de tantas cosas,
compañeros del alma, compañeros!
Y solo queda hablarlas con las rosas
que Obdulio cuida para no perderos.
Pero las rosas callan y florecen
y la pena pregunta, y al no veros
las respuestas también se desvanecen,
compañeros del alma, compañeros.
Está el entorno lleno de las huellas
de vuestra ausencia, pero estáis lejanos,
y sin el sol no valen las estrellas,
¡compañeros del alma tan cercanos!
El Mal frente a vosotros se hizo eterno,
Incomprensible, Fuerte; y al perderos,
la desesperación se asoma hasta el infierno,
¡compañeros del alma, compañeros!
¡Tendríamos que hablar de tantas cosas,
compañeros del alma! ¡Y hablaremos!
Que en la paz obstinada de las rosas
dice Dios Su Palabra: venceremos.