Guadalupe Labrador y Marifé Ramos, en Edelvives 'San Francisco y Santa Clara nos cuentan su vida'

(Antonio Aradillas).- Muchos y muy portentosos son los milagros que constituyen el patrimonio devocional que se les adscribe a san Francisco y a santa Clara, y de los que la "Leyenda áurea" y los testimonios históricos aseguran su misteriosa existencia. Las autoridades eclesiásticas correspondientes, y el sentir popular, no dudaron, ni dudan, al afirmar que ellos fueron, y son, signos inequívocos de la santidad de sus vidas, por el camino del servicio y la fraternidad para con el prójimo, hasta alcanzar la meta de la contemplación y adoración a nuestro Padre Dios.

El hermano sol, el hermano lobo, la hermana agua, la hermana muerte, los hermanos Felipe, Rufino, Gil, Bernardone, León, Junípero, Guido (obispo de Asís), el papa Inocencio III, Catalina de Offeduccio, Ortolana, Bienvenida y Jacoba, el conde Orlando, el sultán Malek-el-Kamel, entre otras personas de procedencias tan distintas y distantes, configuran el retablo de cuantos milagros les son atribuidos con fidelidad a Francisco y a Clara de Asís, en unos tiempos medievales de tan graves crisis en el mundo y en la Iglesia, cuyos templos-basílicas y posesiones corrían serios riesgos de derrumbarse a consecuencia de que los papas, cardenales, abades, monjas y monjes eran sus legítimos propietarios y administradores.

Al terminar de leer el libro publicado por el "Grupo Editorial Luis Vives", en su colección "Laude-Vida de santos", se me ocurre pensar que el mismo es algo así como otro milagro de los protagonistas del título "San Francisco y Santa Clara nos cuentan su vida", al haberse encarnado con tanta perfección los dos en sus autores, Guadalupe Labrador y Marifé Ramos, y en Inés Burgos, su ilustradora. Estos nos narran en primera persona los pasos dados por los franciscanos a los que la Divina Providencia les encomendó, aún por encima de las mismas autoridades supremas eclesiásticas de Roma, nada menos que la reforma-renovación-reconstrucción de la Iglesia de Cristo.

Con lenguaje popular, autores e ilustradora han hecho posible revivirnos y hacernos conocer la apasionante vida de san Francisco y de santa Clara, "quienes fueron capaces de dejar a un lado lo que les interesaba a sus amigos y empezar algo nuevo". Fueron "hermanos" de la gente que en su tiempo era despreciada. Desde hace más de ochocientos años, han abierto caminos nuevos para que vivamos en Evangelio a través de la fraternidad, la pobreza, la sencillez y la alegría.

En la página 51 refieren, por ejemplo, cómo Francisco comienza a dictarle a León que "la Regla y vida de los hermanos menores consiste en vivir el santo Evangelio de Nuestra Señor Jesucristo... Quien quiera vivir así, ha de dar todo lo que tenga a los pobres, antes de entrar en la fraternidad. Vestirá una túnica con capucha, cordón y calzones; todo será de paño y se remendará cuando se rompa... Los hermanos se cuidarán mutuamente, como una madre cuida a sus hijos. No juzgarán a nadie y tratarán con bondad a todos, incluso a quien pudiera hacerles daño. Trabajarán y podrán recibir a cambio alimento y vestido, pero no recibirán dinero. Vivirán con leprosos y mendigos y recibirán con cariño a cuantos acudan a ellos incluso a ladrones y salteadores de caminos...".

¿Hay quien dé más?

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