(Flama).- Todavía hay quien se acerca a la filóloga Laia de Ahumada (Barcelona, 1957) y le sorprende diciéndole que se está leyendo Monges(Fragmenta, 2008), su primer libro de entrevistas —después vendrían cinco más, como Hemos tenido que irse (Akiara Books, 2024), que, como el libro publicado hace dieciséis años, también verá su segunda edición. “El primero ha vuelto a salir de imprenta porque todavía hay lectores que le desean, o le necesitan, leer; la historia de las monjas, en general, sigue atrapando”, asegura la autora. Monges será presentado, de nuevo, el próximo 2 de octubre, a las 19.00 horas, en la parroquia de Santa Ana de Barcelona.
-Haciendo algo de memoria, ¿recuerda cómo vivió el proceso de selección de las veinte monjas entrevistadas, cinco de las cuales ya murieron?
-En efecto, cinco ya no están con nosotros. Son Teresa Losada (1943-2013), Pepa Vignau (1933-2017), Eulàlia Bofill (1933-2022), Rosa Prat (1927-2022) y Carme Sardà (1931-2023). A medida que empecé a conversar con ellas, desde la primera misma, iba obteniendo recomendaciones por su parte y así fui completando el listado de veinte entrevistadas. Es una cifra que, en el resto de libros de entrevistas que he publicado posteriormente, no he vuelto a alcanzar y, por tanto, ahora reconozco que fue bastante provechoso.
-En 2008, algunas de sus entrevistadas no tenían la misma visibilidad pública que han acabado teniendo unos años después, como podrían ser la dominica Lucía Caram y la benedictina Teresa Forcades, ¿verdad?
-Y, por poner un tercer ejemplo, Viqui Molins, religiosa vinculada a la Compañía de Santa Teresa de Jesús (una santa con la que me une un vínculo familiar), sobre todo después de todo el trabajo que ha hecho y sigue haciendo en el Hospital de Campaña de Santa Ana. Con el tiempo, a ellas ya muchas más se las ha ido reconociendo socialmente por su valía y su labor, un reconocimiento que entonces yo no dudaba en que llegaría.
-De hecho, con su libro se intentaba romper una imagen errónea que sobrevolaba a las monjas; algunas de ellas, con el hábito, y, otras, pasando desapercibidas mientras vestían con ropa de calle, como lo explicaba Roser Bofill en ' El Ciervo 'en el mismo 2008.
-Éste fue el éxito del libro, es decir, el de hacer entender que eran mujeres que vivían con plenitud y que no debían considerarse como protagonistas secundarias dentro del mundo de la religión. Ellas representan hoy en día la mejor imagen de la figura de la monja, aquella que durante el siglo XVI sabía escribir y entraba en un convento para desarrollar su sabiduría, como ocurrió con la dominica Juliana Morell (1594-1653). Como ella, las monjas que yo entrevisté tenían un deseo de continuar, al margen de cuál fuera el lugar en el que habían decidido estar, desarrollando su carisma para crecer, pero también para ayudar a los demás.
"Ellas representan hoy en día la mejor imagen de la figura de la monja, aquella que durante el siglo XVI sabía escribir y entraba en un convento para desarrollar su sabiduría"
-Para alguna de las protagonistas de su libro, sería la primera entrevista que les hacían, ¿verdad?
-Sí. Esto ocurría con la mayoría de ellas. Incluso hubo alguna que se sinceró más de lo que podía imaginar, admitiendo que nunca había llegado a determinadas profundidades de sus reflexiones. También recuerdo que, desde que las entrevisté hasta que vieron la obra en las librerías, el proceso fue vivido con mucha intensidad por parte de todas ellas, algo que siempre he valorado positivamente; era, en cualquier caso, una plataforma para dar a conocer sus vidas públicamente, como volverá a ocurrir con la reedición. De hecho, ya he contactado con algunas de ellas para que vengan a su presentación.
-Cuando preparaba el libro, entre sus entrevistadas ya se preveían estos signos de cambio, en clave femenina, que ha habido en la Iglesia ya los que se refería, el pasado fin de semana, la abadesa del Monasterio de Sant Benet, Maria del Mar Albajar, en ' El divan ' de Catalunya Ràdio?
-Como ella dijo, hay que poder renovar a la Iglesia desde la mirada femenina y, si se hace como Albajar anunciaba, volviendo a los orígenes de todo y sacando los vestidos que hemos ido poniendo en la Iglesia, lo haremos mejor. Volviendo al bebé tal y como era, al mensaje cristiano original que ha sido base del pensamiento en Occidente. Debe haber un equilibrio entre las cualidades femeninas y las masculinas, eso sí, en este objetivo eclesial.
"Los cambios cuestan, pero la evidencia que ellas veían es la que se ha acabado imponiendo en las realidades actuales"
¿Y cree que todas ellas imaginaban que habría un Sínodo sobre la sinodalidad unos años después con mujeres (54) que tuvieran derecho a poder votar?
-Pienso que sí. Lo imaginaban. Por eso estaban donde estaban; empujando y haciendo que esto fuera una realidad. Los cambios cuestan, pero la evidencia que ellas veían es la que se ha acabado imponiendo en las realidades actuales.