Fundador de los Misioneros y la Misioneras de la Consolata San José Allamano: la santidad llegada desde la periferia

San José Allamano en la Fachada de San Pedro
San José Allamano en la Fachada de San Pedro

Un modelo de misión fundado en el respeto y el diálogo, que se traduce en acciones concretas en defensa de la vida, la cultura, el territorio y la selva, la Casa Común

La Misión Catrimani “ha sido un camino extraordinario, un bien y un privilegio para la Iglesia de Roraima”

El 7 de febrero de 1996, el Beato Allamano intercedió en favor del indígena Yanomami Sorino, que vivía en la Misión Catrimani

Tras las oraciones de las religiosas, el indígena Sorino se recuperó milagrosamente y todavía hoy vive en la comunidad indígena

El fundador de dos los Institutos de los Misioneros de la Consolata y de las Hermanas Misioneras de la Consolata, el Beato José Allamano, será canonizado el Domingo Mundial de las Misiones, en un Sínodo que tiene en la misión el foco de la Segunda Sesión de su Asamblea Sinodal, y después de ser reconocido un milagro que tuvo lugar en una misión que muestra el valor de la interculturalidad a la hora de anunciar el Evangelio, la Misión Catrimani.

Fachada San Pedro

Una misión para cuidar de la vida

En ese lugar, en medio de la selva amazónica, cerca de la frontera entre Brasil y Venezuela, llegó la Consolata en 1965, para llevar a cabo una misión diferente, que tenía como objetivo fundamental cuidar de la vida de uno de los pueblos más numerosos y sufridos de la Amazonía brasileña, el pueblo Yanomami, eternamente amenazado y que hoy muere lentamente como consecuencia de las tropelías llevadas a cabo por la minería ilegal, que contamina sus ríos y les explota de diversos modos.

Si alguien ha defendido y cuidado a los yanomamis de la región del Catrimani esos han sido los misioneros y misioneras de la Consolata. Lo han hecho a través de un modelo de misión fundado en el respeto y el diálogo, que se traduce en acciones concretas en defensa de la vida, la cultura, el territorio y la selva, la Casa Común. Una misión fundada en el silencio y el diálogo que genera lazos de amistad y alianzas en la perspectiva del buen vivir.

Un bien y un privilegio para la Iglesia de Roraima

Una referencia no solo para quienes siguen la espiritualidad de Allamano, como para la Iglesia de Roraima, representada en la canonización por su actual obispo, Mons. Evaristo Spengler, uno de sus predecesores, Mons. Roque Paloschi, y por Mons. Raimundo Vanthuy Neto, obispo de la diócesis de São Gabriel da Cachoeira, la más indígena de Brasil, y que hasta el inicio de este 2024 era presbítero de la diócesis de Roraima y participó de la fase diocesana del proceso de canonización. Junto con ellos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, entre ellos indígenas yanomami, que a través de la presencia de los y las Consolata han descubierto la riqueza de la espiritualidad fundada por el nuevo santo.

La Misión Catrimani “ha sido un camino extraordinario, un bien y un privilegio para la Iglesia de Roraima”, según manifestaba Mons. Roque Paloschi en el tiempo en que era obispo de Roraima, que también insistía en la necesidad de respetar y comprender las diferencias de las culturas indígenas. Algo en lo que insistían en la rueda de prensa previa a la canonización el cardenal Steiner, arzobispo de Manaos y presidente del Consejo Indigenista Misionero, y el actual obispo de Roraima, Mons. Evaristo Spengler. Una actitud de cuidado que es motivo de agradecimiento para los indígenas de la Tierra Yanomami, como reconocía en Sala Stampa vaticana uno de sus líderes, Julio Ye´kwana.

De hecho, el milagro por el que José Allamano será canonizado, puede ser visto como expresión del trabajo realizado por la diócesis de Roraima. El 7 de febrero de 1996, el Beato Allamano intercedió en favor del indígena Yanomami Sorino, que vivía en la Misión Catrimani. La cura milagrosa del indígena, en el momento en que la cura tradicional y la ciencia médica solo podrían esperar su muerte, después de ser atacado por una pantera, que le abrió el cráneo, fue fruto de la fervorosa oración de las Misioneras de la Consolata, pidiendo la intercesión de su fundador, el Beato José Allamano, en el primer día de la novena a él dedicada.

Sorino Yanomami con la hermana Florencia

Una recuperación milagrosa fruto de la oración

Tras las oraciones de las religiosas, el indígena Sorino se recuperó milagrosamente y todavía hoy vive en la comunidad indígena. La diócesis de Roraima inició el proceso diocesano en 2021, siendo concluido por el Dicasterio para las Causas de los Santos el 23 de mayo de 2024, aprobando el decreto que reconoció el milagro. Sin duda, la confirmación de la opción que han hecho los Misioneros y Misioneras de la Consolata por ese tipo de misión, no siempre comprendida e incluso rechazada por algunos católicos.

En el actual proceso sinodal, que ha debatido el tema de la relación con otras culturas y religiones como camino para llevar a cabo la misión, lo sucedido en el proceso de canonización del nuevo santo, fundador de dos institutos con un claro cariz misionero, puede ser visto como algo que pone de manifiesto que la fecundidad del anuncio del Evangelio alcanza frutos inesperados. Que San José Allamano siga intercediendo por los Yanomami y por todos pueblos indígenas, tantas veces vistos como gente de la periferia, descartados por una sociedad que pone el lucro por encima de la vida de las personas.

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