Comentario al Evangelio del Domingo de Ramos Ojea: “A aquellos que lo van a terminar de matar, Jesús pide al Padre el perdón”

“Estamos llenos de palabras, de violencias, de insultos, en dirigentes que deberían dar ejemplo”
“No sabemos lo que hacemos cuando hacemos el mal. Hay una ceguera interior que no nos permite ver la dimensión de mal que podemos causar, y esto nos está pasando también”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Recordando que “en este Domingo de Ramos que celebramos, nos encontramos con dos caras en la celebración”, inició el obispo emérito de San Isidro su reflexión para este domingo. Según el obispo argentino, “la primera es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la otra es la Pasión. Las dos forman parte de la Pascua”.

Necesidad de la paz que nos trae Jesús
Para Ojea, “Jesús quiso ser aclamado y entrar en la ciudad Santa montado en un asno, que es la cabalgadura de los pobres y que no es la de los reyes que van a la guerra. Es el Rey desarmado que viene a la ciudad para recibir el homenaje de sus hijos”. Ante eso reflexionaba diciendo: “qué necesidad tenemos de esta paz que nos trae Jesús, que se deja avivar con las mismas palabras que utilizan los ángeles en Navidad: Gloria a Dios en las alturas”.
“Qué notable esto, es como afirmar más la presencia de este de este Rey de paz en un mundo que se torna cada vez más violento”, afirmó. Eso sucede, “en las palabras, es tremenda la violencia, comienza por las palabras”, subrayó. Según Ojea, “estamos llenos de palabras, de violencias, de insultos, en dirigentes que deberían dar ejemplo”, algo que califica como tremendo. Ante eso afirmó: “cómo duele todo esto”.
“Al mismo tiempo, también tenemos guerras. Tenemos la guerra económica y tenemos la traducción de las guerras económicas que son las guerras con tantas pérdidas de vida que, en sí mismo son derrotas”, reflexionó. Según Ojea, “este Rey de paz quiere entrar montado en este animalito inofensivo y con esto quiere regalarnos el don de la paz”. Continuando con su reflexión, destacó que “al mismo tiempo, la gente que lo va a avivar, que lo va a aplaudir, va a pedir que lo crucifiquen”.
Misericordia de Jesús
“Ahora entramos en la otra cara de la celebración, la Pasión del Señor”, recordó. El obispo emérito de San Isidro mostró que “este ciclo nos trae la pasión de San Lucas. San Lucas es el evangelista de la misericordia. Él nos trae el relato del Padre Misericordioso, el relato de la oveja perdida”. Ojea destacó “dos frases misericordiosas del Señor en la Cruz para meditar esta Semana Santa, ya que la Iglesia nos propone leernos la Pasión para darnos el material para meditar en la Semana Santa”.
En primer lugar, “perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”. Para Ojea, “a aquellos que lo están escarneciendo a Jesús, a aquellos que lo van a terminar de matar, pide al Padre el perdón, porque no saben lo que hacen”. Según el obispo, “Señor, cuando pecamos, la mitad de nuestro corazón no sabe lo que hace. No sabemos lo que hacemos cuando hacemos el mal. Hay una ceguera interior que no nos permite ver la dimensión de mal que podemos causar, y esto nos está pasando también. Por eso necesitamos esta palabra del Señor, esta palabra de perdón”.
Acuérdate de mí Señor cuando llegues a tu Reino
Ojea se refirió al buen ladrón, afirmando que “es una oración que podemos hacer nuestra: Acuérdate de mí Señor cuando llegues a tu Reino”. El obispo recordó que “este ladrón que había sido crucificado con Jesús como malhechor, pero que ha observado al Señor y se ha dado cuenta, en poco tiempo, más allá de la historia de su vida, que allí está el Hijo de Dios”. Para Ojea, “la respuesta de Jesús es maravillosa: Hoy estarás conmigo en el paraíso”. En ese sentido, “a la petición del recuerdo: acuérdate, el Señor le asegura que ese recuerdo de él va a ser llevarlo a estar al lado de él: Quiero que los que tú me diste estén conmigo donde tú estás. Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Finalmente, invitó a pedir al Señor en esta Semana Santa “poder ser de él, poder tocar, besar, entender su llaga, su sufrimiento, porque allí está concentrado todo el amor. Y que esto nos permita desparramar la paz en el mundo en que vivimos”.
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