En el IV Congreso Latinoamericano y Caribeño de Vida Religiosa Lizardo Estrada: "Cuidado, creación, compasión y contemplación, palabras que invitan a la conversión"
"La compasión es un modo concreto de practicar el amor al prójimo, que sabemos es un componente esencial de la existencia cristiana"
"Debemos recuperar en este momento crítico lo auténticamente humano, es decir, la bella vocación humana de vivir en relación y cuidar con amor la vida como don precioso que hemos recibido de nuestro Creador".
"Estamos llamados a dar testimonio con nuestras vidas. Todos y todas sin distinción alguna, somos miembros de la familia humana, hijos e hijas queridos por Dios"
"Estamos llamados a dar testimonio con nuestras vidas. Todos y todas sin distinción alguna, somos miembros de la familia humana, hijos e hijas queridos por Dios"
“El cuidado de las personas y de la creación con cariño, entrega generosa y audacia, está en el corazón de la misión de Jesús y en consecuencia tiene que estar en el corazón de la misión de la CLAR” afirmó Mons. Lizardo Estrada, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) en sus palabras dirigidas a los asistentes al IV Congreso Latinoamericano y Caribeño de la Vida Religiosa que se desarrolla en Bogotá del 24 al 26 de noviembre.
Agradeciendo la invitación a reflexionar sobre las denominadas siete “C” que corresponden al cuidado, creación, compasión, contemplación, comunidad, comunicación y celebración, indicó que además de ser palabras inspiradoras es importante resaltar el vínculo estrecho que existe entre ellas, por lo que enfocó su reflexión en cuatro de esas siete palabras.
La misión de cuidar
Para el obispo peruano la palabra fundamental es “Cuidado,” mientras que los otros vocablos expresan e iluminan tanto el sentido como la meta de esa preocupación por el otro, en la cual la vida religiosa debe ser artesana.
Trayendo a la memoria al Papa Francisco y el tema de la Jornada Mundial de la paz en 2021: “la cultura del cuidado como camino de paz," el prelado insistió en su llamado a generar entre todos y todas esta cultura, reconociendo a Dios como creador y origen de la vocación humana al cuidado;” además de ser un “modelo del cuidado”. Testimonio que podemos constatar en diversos episodios de la vida pública de Jesús y el ejercicio de su misión.
“Su modo de cuidar las personas y la creación con un profundo amor gratuito, cariño, ternura, entrega generosa y audacia, también es fundamento de nuestra opción decidida por una cultura del cuidado,” afirmó.
En su opinión, para los religiosos esta es una opción absolutamente necesaria, si pensamos en el mundo actual, “profundamente herido por la violencia en sus múltiples manifestaciones; lo que destruye el fino tejido de las relaciones en la sociedad. Esto nos divide y polariza, por cuanto somos testigos de las guerras que cada vez son más crueles y sangrientas, lo que maltrata de manera visible al hombre y a la tierra, nuestra Casa Común”.
Situaciones que Mons. Estrada recuerda y que el Papa Francisco ha analizado en los documentos propios de su Magisterio que en gran medida orientan la misión de la Vida Religiosa en el mundo. La Encíclica Laudato Si’ y la Exhortación Apostólica Laudate Deum, son prueba de ello. Documentos que recogen los dramas de la tierra y el ser humano, aspectos que la vida religiosa conoce muy bien. “Duele percibir que en todas las partes del mundo los pobres y las personas vulnerables son las más afectadas,” otra motivación para asumir como propio el cuidado de quienes nos edifican con su camino de fe.
Creación: obra de Dios
De esta forma el secretario general del Celam ratificó el llamado del Papa Francisco: “Nuestro cuidado mutuo y el cuidado de la tierra están íntimamente unidos”.
"Somos conscientes del daño que los seres humanos están causando a la casa común, lo que se manifiesta en la aguda crisis climática y la ebullición del planeta. Sin embargo, lo más grave son las diferentes formas en las que esto repercute con una fuerza cada vez mayor, en nuestros países y en la vida de las personas vulnerables, desprotegidas y víctimas de graves condiciones de pobreza," explicó.
De hecho insiste en que la Encíclica Laudato Si', muestra que el cambio climático es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el ser humano y esto demanda apertura para revisar a fondo y de modo autocrítico nuestra relación con el planeta.
Cuestiones que según el religioso agustino nos interpelan, comprendiendo que se trata de un proceso que implica una profunda transformación cultural lo que necesariamente pasa por la reducción del uso de combustibles fósiles y el desarrollo de formas de energía mucho más limpias, lo que puede disminuir la producción de gases invernadero, la explotación de la tierra, la destrucción de la biodiversidad y la contaminación de las fuentes de agua.
Un corazón compasivo
Continuando con su reflexión y tras hablar del cuidado y la creación, Mons. Estrada pasó a la compasión que no es otra cosa que asumir un compromiso directo con las causas que afectan a la gente, sentir con el otro, dejarse tocar el corazón. "Es un modo concreto de practicar el amor al prójimo, que sabemos es un componente esencial de la existencia cristiana," indicó.
Este camino no se restringe únicamente al que está cerca o pertenece a mi círculo, sino que supera fronteras, porque como en algún momento afirmó el teólogo Gustavo Gutiérrez: “Mientras yo considere como prójimo al cercano a aquel que yo encuentro en mi camino, al que viene a mí solicitando ayuda, mi mundo permanece el mismo. Todo asistencialismo individual, todo reformismo social, es un amor que no sale del patio de su casa" porque como él mismo advierte “si aman a los que los aman, ¿Qué recompensa van a tener?”.
Para el prelado "la compasión nos lleva a reconocer a Cristo en el rostro de la otra persona" a quien no podemos dejar de cuidar porque somos conscientes de su dolor. La ausencia de este sentir con el otro se ve reflejada en fenómenos como la xenofobia, la aporofobia, la consideración del pobre que molesta .
"Estos fenómenos nos llaman a la conversión continua, nos hacen salir de nuestras actitudes de indiferencia, de instalarnos en nuestras seguridades y comodidades, para vivir la bellísima vocación que hemos recibido como religiosos y religiosas, es el llamado profético a reconocernos hermanos y hermanas de las otras personas y de modo preferencial de tantas que viven en condiciones de pobreza, vulneradas continuamente en su dignidad y muchas veces descartadas en nuestras sociedades donde impera la indiferencia, el egocentrismo, la xenofobia y la violencia en sus múltiples expresiones".
Contemplar: centrar la mirada
Frente a estas situaciones marcadas por el pecado de la falta de amory la ruptura de los vínculos, "estamos llamados a dar testimonio con nuestras vidas. Todos y todas sin distinción alguna, somos miembros de la familia humana, hijos e hijas queridos por Dios. Jesús lo enseñó, hermanos y hermanas entre nosotros. Éste es el mensaje profético y profundamente transformador de Jesús que las primeras comunidades cristianas escucharon y acogieron en su corazón, algo que deberíamos imitar," comentó.
Según el obispo, para lograrlo es preciso sentir que el Espíritu de Jesús es la "ruah creadora que sopla donde quiere para renovar la faz de la tierra, esto debe inspirarnos y animar continuamente a vivir en el amor que nos lleva a salir de nosotros mismos, abrirnos a los demás, recuperando y reestableciendo relaciones, viviendo con gozo nuestra vocación de ser tejedores y tejedoras de relaciones de fraternidad y sororidad, valorando y celebrando la gran diversidad de nuestra familia humana, entretejiendo hilos de cariño, ternura, acogida y hospitalidad mutua, encuentro, amistad, compasión y solidaridad en las relaciones con nuestras sociedades".
Refiriéndose a la contemplación Mons. Estrada insistió en que junto a las otras criaturas tendemos “hacia Dios, de hecho es propio de todo ser vivo tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo, podemos encontrar un sinnúmero de relaciones constantes que se entrelazan secretamente".
Vivir en relación
Se trata de admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, descubriendo la clave nuestra propia realización. Así el prelado habló de esa contribución que los religiosos pueden hacer a la humanidad herida de la que somos parte.
Debemos "recuperar en este momento crítico lo auténticamente humano, es decir, la bella vocación humana de vivir en relación y cuidar con amor la vida, como don precioso que hemos recibido de nuestro Creador. Cuidarla en nosotros mismos, con nuestros hermanos y hermanas y en la creación, seguros de que todo está profundamente interconectado".
Solo así concluyó Mons. Estrada, "como vida religiosa daremos gloria a Dios que es amante de la vida. Esa es nuestra misión y así podremos contribuir a la generación de condiciones para vivir la experiencia de la paz, porque en la comprensión bíblica, el 'shalom' abarca el cuidado de las múltiples relaciones y nos permitirá entender que es con Dios, con los otros y la naturaleza como se puede cultivar y fomentar una verdadera cultura del cuidado.