Vida y muerte Café y lágrimas
Así fue, llegó ese día que tanto nos gustaría alejar de nuestras vidas, de las vidas de las personas que amamos y más cuando por edad todavía les quedaba mucho por vivir desde nuestros ojos humanos, desde lo que la lógica nuestra nos indica, pero ese final en la tierra le llegó para adentrarse en la vida eterna desde la fe, aunque es el Misterio del Dios Trinidad el que nos envuelve y nos descoloca humanamente.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Hay combinaciones que parece no vayan muy acorde, café y lágrimas es una de ellas, pero la vida nos muestra todos los componentes y en esta ocasión, hubo un encuentro con una amiga tomando un café donde se palpaba la cercanía de las lágrimas porque era inminente el fallecimiento de un familiar muy cercano.
Así fue, llegó ese día que tanto nos gustaría alejar de nuestras vidas, de las vidas de las personas que amamos y más cuando por edad todavía les quedaba mucho por vivir desde nuestros ojos humanos, desde lo que la lógica nuestra nos indica, pero ese final en la tierra le llegó para adentrarse en la vida eterna desde la fe, aunque es el Misterio del Dios Trinidad el que nos envuelve y nos descoloca humanamente.
Las lágrimas brotan con demasiado dolor en la familia, madre, esposa, hijos, nueras, nietos, hermanos, amigos, etc.… una gran lista de personas que ya le extrañan demasiado, que le lloran y le aman, a las que en vida dio mucho y ahora sólo el paso del tiempo, ese dolor que atraviesa el alma se convertirá en eterno agradecimiento por lo que en su vida terrena fue capaz de dar desde el amor y siempre les acompañará en sus vidas, porque el amor verdadero permanece para siempre en el corazón.
El ambiente de un funeral de por sí ya nos habla, incluso parece que congele el aire pero en éste al que fui acompañando a una amiga y a su marido que perdía a su padre, en ese dolor bien visible, se palpó mucho amor y era AMOR con mayúsculas. Fue muestra de lo que viven como familia, de lo que quieren seguir transmitiendo a las nuevas generaciones aún pequeñas para comprender, aunque ya entiendan que al abuelo no lo ven y en el cielo está.
En la eucaristía, hubo un gesto de toda la familia auténtico y entrañable; en el momento del padrenuestro en el que unidos, agarrados de la mano y al unísono dieron un paso hacia adelante rodeando el féretro. Sin duda, que fue un momento de ponerse la piel de gallina, donde se te corta el cuerpo, la emoción te invade y es ahí donde se manifiesta el Amor, con lágrimas pero abrazados físicamente dando el último abrazo a la persona que aman y que recibía el abrazo de Dios en la eternidad, siendo anuncio de su muerte y proclamación de su resurrección. Que estas palabras: “No lloréis por mí, me voy al Señor…”, sean fortaleza y ayuda desde la fe para toda la familia ¡Señor, acompaña y da paz a esta familia que sufre. Sé su luz y esperanza!
“No lloréis por mí, me voy al Señor;
voy a esperaros en la Gloria;
yo muero, pero mi amor a la familia y
amigos no muere:
Os amaré en el Cielo como os he amado en la Tierra”.