No basta recordar, no es suficiente decir: “El Reino de Dios ha llegado a vosotros convertíos” (Ma 12,28) para que algo cambie. Jesús no se contenta solamente en proclamar, sino que también enseña y cura, porque hay que dar la clave de su Palabra a los que dirige su mensaje para ser bien comprendido.
¿Qué significa la llegada del Reino? Si ignoramos que no se trata de la restauración de un territorio sino de la manera que Dios está presente en el mundo, si no que se manifiesta en la justicia y la bondad de sus sujetos.
¿Qué quiere decir la llegada del Reino si nadie nos ha enseñado que lo que nos espera no es la condena sino la misericordia del Padre, el fin de las exclusiones, la liberación del miedo? Era necesario enseñar para que el anuncio del Reino sea una auténtica buena noticia.
Jesús también cura. La curación es fruto de la proclamación y de la enseñanza.
Cuando “somos enseñados”, liberados del miedo a los juicios, nuestros corazones se llenan de alegría, nuestras cabezas se alzan. Los milagros son testimonio de las curaciones interiores que son también conversiones. Cuando nuestros espíritus se abren, nuestros corazones se liberan, entonces el Reino de Dios está llegando en cada uno de nosotros.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.