Salmo 68... Oración de un afligido
“Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor, Señor de los ejércitos” (6-7).
| Gemma Morató / Hna. Maria Núria Gaza
El salmo 68 es una súplica al Señor por todos los sufrientes de este mundo. Jesús en su pasión padeció toda suerte de improperios para solidarizarse con los gemidos de los condenados. El Señor escuchó a Jesús por su sumisión filial.
“Dios mío, sálvame que me llega el agua al cuello, me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie” (1-2).
“Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor, Señor de los ejércitos” (6-7).
“Por ti he guardado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro” (8). El salmista ha sido fiel a Dios.
“Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre” (9). No siente la fraternidad con sus hermanos. Es una expresión dura hacia los suyos.
Es un incomprendido de los que lo rodean, no lo entienden, cuando hace penitencia y se burlan de él. Pero el salmista no hace caso y continúa suplicando al Señor y pidiendo que Él sea su ayuda. Pero con todo tenemos que tener presente que los salmos pertenecen al Antiguo Testamento. Jesús proclamará claramente el “amaros unos a los otros como yo os he amado”.