Sí, nuestro corazón tiene puertas. Si éstas las abrimos Él vendrá a habitar en nosotros. De lo contrario Jesús no podrá permanecer en nosotros, esperará a la puerta.
Se queremos celebrar una Navidad en la que "el Dios con nosotros" se sienta cómodo, además de dejar paso a Jesús tendremos que acoger en nuestro corazón a sus amigos los pobres. Y entonces podremos celebrar una feliz Navidad. Porque Jesús vino para estar con los humildes, con los que cuentan poco para el mundo pero cuentan mucho para Dios.
Será una Navidad diferente pero muy feliz en la que el Señor se encontrará con María y José y sus amigos.