Hay días en que todo parece ir al revés: La enfermedad, el paro, los achaques de la edad nos hunden en un abismo.
La niebla invade nuestro día a día y todo nuestro ser, uno se siente en el fondo del abismo.
En la Biblia conocemos muchos personajes aplastados en el abismo: José a causa de la envidia de sus hermanos lo metieron en un pozo, como mucho más tarde, Jeremías por profetizar la verdad. Jonás tirado por la borda de la nave que lo tenía que conducir a Tarsis, huyendo de la orden del Señor, fue engullido por un cetáceo y allí pasó tres días y tres noches en las tinieblas de las entrañas del pez.
Lejos de la luz, mi ser envuelto en la oscuridad,
descubro mi suerte como los de los personajes bíblicos. Su historia aparece a mis ojos un poco la mía. Y como ellos una pregunta me taladra mi pensamiento: ¿Quién me sacará del abismo? Incluso vienen en mente las palabras de Jesús en la cruz:
“¿Dios mío por qué me has abandonado?”.
Todo grita a mí alrededor con el deseo de encontrar un rayo de luz. Entre mis gritos oigo una voz suave que me dice:
“La luz está junto a ti. No tengas miedo”. Pero,
¿la luz podrá sacarme de este pozo tenebroso? ¿Cómo José, Jonás y Jeremías, podré salir a flote? Como ellos y como Jesús que al tercer día resucitó, podré
salir vencedor de estos momentos de angustia si confío en Cristo que ha vencido el pecado y la muerte.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.