Joel 2, 28 Los ancianos tendrán sueños
Por la propia experiencia, por el goce y el sufrimiento acumulado con los años, los viejos soñamos este mundo más justo y más honrado que seguramente hemos intentado construir, aunque quizás no logramos alcanzar las metas propuestas ni ver realizado cuanto como jóvenes y fuertes habíamos soñado.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
"Derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad:
vuestros hijos e hijas profetizarán,
los viejos tendrán sueños
y los jóvenes visiones".
Cada cultura, cada sociedad o incluso cada familia, tiene para con los ancianos un reconocimiento diferente.
Para unos son una carga social que debería ser eliminada, ya han vivido, ahora que no gasten los escasos recursos que poseemos, y de ahí se deriva directamente o no, la eutanasia o por lo menos el deseo de su muerte.
Para otros los ancianos constituyen un recuerdo, una experiencia de vida que debe ser respetada por su experiencia y ayudada en sus limitaciones actuales, y de ahí se deriva un cuidado que a veces es mal llevado y puede incluso llegar a limitar su libertad.
El profeta Joel, en el versículo 28 del capítulo 2 describe como está llamada a ser la sociedad que recibe el don del Espíritu y actúa en consecuencia: “Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán”, no se trata sólo de ver y vivir el hoy, es preciso que todos siendo fieles al espíritu recibido, seamos capaces de andar de modo decidido, denunciando lo que hoy no es recto, ni justo, para lograr una nueva forma de vida, quizás es eso precisamente lo que debemos realizar ahora en esta etapa de crisis tan grave mundialmente.
Y el profeta continua “los viejos tendrán sueños”: Por la propia experiencia, por el goce y el sufrimiento acumulado con los años, los viejos soñamos este mundo más justo y más honrado que seguramente hemos intentado construir, aunque quizás no logramos alcanzar las metas propuestas ni ver realizado cuanto como jóvenes y fuertes habíamos soñado.
Corresponde a los jóvenes de hoy, antes de que el tiempo les haga perder sus fuerzas y energías, “tener visiones” dibujando un futuro mejor por el que se debe trabajar, comprometerse, colaborar, para que cabiendo todos en el mundo más justo, este sea de verdad obra del Espíritu y don de Dios para la humanidad.