Adviento... Un encuentro casual
Sin embargo, estoy segura que la vida aun con sus idas y venidas nos conduce a todos hacia el camino de esperanza que iniciamos cada año en esta época de Adviento, siempre y cuando no nos convirtamos en egocéntricos viendo solo lo nuestro y sin querer ponerme en el lugar de los demás intentando reconocer también por lo menos su parte de razón.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Ayer por casualidad me encontré con una persona que conocía desde hace años pero que llevaba tiempo sin ver ni saber de ella.
Me llamó la atención cómo había cambiado su aspecto físico, menos arreglada, menos cuidada en su conjunto, pero sonriente como siempre. Charlamos un rato y fuimos recordando otros momentos en los que habíamos coincidido, repasando la historia de cada una y aun con prisas reconociendo en ella como un trenzado que era imprevisible en su origen.
Nos despedimos y me quedé pensando cómo vamos cambiando a lo largo del tiempo. Unos parece que hagan su camino siempre avanzando hacia una meta, prevista o no, pero que los acontecimientos van conduciendo hacia una plenitud deseada, aunque quizás nunca dibujada completamente.
Otros parece que hayan perdido su ilusión, sus ganas de avanzar, solo saben subrayar el mal que creen ver en los demás, nadie realiza según ellos las cosas bien, todo es mal y acaban mal hablando de todos, dirigiéndoles palabras o expresiones que me sonaron a ofensivas y me pregunté si de esta forma se puede construir una vida, en la que tan solo yo tengo la razón exclusiva en todo.
Sin embargo, estoy segura que la vida aun con sus idas y venidas nos conduce a todos hacia el camino de esperanza que iniciamos cada año en esta época de Adviento, siempre y cuando no nos convirtamos en egocéntricos viendo solo lo nuestro y sin querer ponerme en el lugar de los demás intentando reconocer también por lo menos su parte de razón.
Me quede preguntándome cuál debe ser la esperanza de todas esas personas para las que nunca nada está bien hecho, solo ven los fallos de los demás y supongo que nunca acaban de ver los propios. Esperar comporta estar abiertos a lo que nos puede deparar el hoy y el mañana.
Esperar con ilusión significa ser capaz de vivir la sorpresa incluso en los mínimos acontecimientos de cada día y hallar el bien reflejado en las vidas de los demás y en la propia.
Esperamos ahora el Niño va a nacer, ¿cuál será la sorpresa que nos va a traer este año?