San Lucas en su Evangelio dice que el Espíritu Santo se posó sobre Jesús en forma de paloma en el momento de su bautismo. El simbolismo de la paloma en el bautismo de Jesús no es del todo evidente; un texto rabínico del Talmud de Babilonia sobre el comienzo del Génesis puede valernos: “El Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie del agua como una paloma que aletea sobre sus polluelos”. Se trataría del Espíritu de Dios creador que realiza una nueva creación. Jesús, el Hijo de Dios es la auténtica nueva criatura. En Él a su imagen y semejanza se forma la familia de Dios: los bautizados nacidos del agua y del Espíritu.
Sea cual sea el significado mesiánico de la paloma en el momento del bautismo de Jesús y aquella vivencia singularísima del Hijo de Dios, podemos afirmar que no nacemos siendo hijos de Dios, no tenemos este derecho por naturaleza, pero en nuestro bautismo el Espíritu del Padre y del Hijo nos regala poder llegar a ser hijos en el Hijo (Manuel Iglesias González, S.J.).