Amor con mayúsculas y además contagia en el buen sentido Entre mis manos
Nos cuesta en muchas ocasiones reconocer la presencia del otro, de lo que nos puede ofrecer o compartir con su vida, se nos hace menos fácil también esa disponibilidad a acoger y amar, pero está entre mis manos ser capaz de ver el rostro del otro y mirarle con amor, acogiendo su sonrisa o sus preocupaciones, sus esperanzas.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Hace unos días tuve el gozo de encontrarme con dos amigas que están embarazadas y también en mi familia tengo dos primas que lo están. Para algunas ya será el segundo y para otras el primero.
En esos encuentros, en las conversaciones, se palpa alegría, esas vidas que están en la cercanía de ver la luz están dando ya mucha vida. Unas mamás que están disfrutando y esperando el tener “entre sus manos… esa vida que late en sus adentros”. Es tiempo de preparativos, de tantas cosas por tener listas para el día en que llegue… nervios, deseo de verles el rostro, abrazar y en todo ello se desprende donación de vida, Amor con mayúsculas y además contagia en el buen sentido. ¡Cuántas historias ya vividas y cuántas por vivir!
Son rostros que esperamos con mucha alegría conocer, cuánta ternura desprenden los niños y nos tocan de una manera especial el corazón haciéndonos mucho bien.
Nos cuesta en muchas ocasiones reconocer la presencia del otro, de lo que nos puede ofrecer o compartir con su vida, se nos hace menos fácil también esa disponibilidad a acoger y amar, pero está entre mis manos ser capaz de ver el rostro del otro y mirarle con amor, acogiendo su sonrisa o sus preocupaciones, sus esperanzas. Sí, podemos vivir cada día siendo portadores de luz y esperanza, abriendo el corazón y teniendo las manos disponibles para estrecharlas.
“En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona” (Proverbios 27,19).