Ver el hoy de una forma diferente a la que yo había pensado El plan de Dios
Dios nos abre el corazón para ver, para que reconozcamos que aquello tan “importante” ha dejado de serlo ante la necesidad o el deseo de quien está a mi lado, con los ojos del espíritu podemos reconocer siempre alguna faceta distinta de la caridad fraterna.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
La mayoría de personas solemos iniciar el día con un plan concreto que ya desde ayer dejamos dibujado. Tengo mi lista de cosas a realizar y no deseo encontrar demasiados impedimentos para llevarlo todo adelante. Desde ayer lo tenemos pensado, programado, la agenda está llena de anotaciones y de horarios, de cosas “importantísimas” que “sin falta” hoy debo llevar a término.
Pero todo esto debe ser presentado a Dios en mi oración, ofrecido desde el inicio del día, y seguramente Dios nos sorprenda con un plan diferente, porque posiblemente aquello que yo había previsto no tuvo en cuenta ni las necesidades, ni los deseos de aquellos que están a mi lado.
Dios nos abre el corazón para ver, para que reconozcamos que aquello tan “importante” ha dejado de serlo ante la necesidad o el deseo de quien está a mi lado, con los ojos del espíritu podemos reconocer siempre alguna faceta distinta de la caridad fraterna. No es difícil reconocer aquello que espera quien tenemos cerca, pero nos cuesta más llevarlo a la práctica, porque para ello debemos descentrarnos y abrirnos al otro.
Cuando llegue la noche, al mirar lo que ha sido mi día y lo que he ido realizando a lo largo de la jornada, quizás no podré poner mis acciones sobre mi agenda, porque tendrán pocos puntos de contacto, pero podré reconocer cómo he intentado ser fiel al plan que Dios me ha mostrado en cada momento. Las personas que tengo a mi alrededor serán las encargadas por Dios para hacerme ver el hoy de una forma diferente a la que yo había pensado.