Compartir la alegría de la Navidad... La polémica del pesebre en Barcelona
Me gustaría tener la certeza de que estos pesebres, que tampoco son tan horrorosos (lo horroroso es cerrar el corazón al que tengo cerca), son fruto sólo del arte y no de las ganas de chinchar.
En el ámbito periodístico sucede que cada tiempo marca de lo que tenemos que hablar... cada año, circunstancias, fiestas, discursos... establecen el devenir de la información. Y claro, pues en Barcelona, en estas fechas, toca “criticar” el pesebre de la plaza Sant Jaume. Y digo criticar porque siempre es lo mismo.
La cuestión no viene de ahora, ya en gobiernos anteriores hubo polémicas… recuerdo el año que la figura del butanero estaba en el pesebre y no era idea de la alcaldesa Colau, sino de algún que otro político más afín al cristianismo… tuve grandes discusiones alegando que eran las figuras de este tiempo y sino qué eran los pastores en la época de Jesús… Luego en estos últimos años, viviendo al lado de la plaza Sant Jaume, siempre le he buscado un sentido, aunque muchas veces, como el año del poema, escuchabas a la gente y realmente ni leían ni reflexionaban, ni buscaban un sentido más profundo… El del año pasado se hacía complicado de defender pues era tremendo ver a los turistas que compraban el café enfrente y se sentaban en las grandes sillas... Hoy, entre la gente de la plaza, un señor decía: “mira la foto de los padres de la Colau” y unas señoras le respondían, “¿de verdad?” O sea, que siempre hay gente para todo y las conversaciones de cada año no tienen desperdicio y caen en muchas banalidades. Si alguien detecta que soy religiosa, buscan que les dé la razón y la verdad no es tan simple criticar. En todo caso, creo que en muchas familias hay un armario de trastos, con las cajas de Navidad, figuras más viejas, algunas repetidas, otras de la abuela, etc.
Creo que, más de un año, en medio de la "modernidad" discutible, es una llamada para los católicos a saber situar el pesebre en la sociedad actual, acogiendo, dialogando y siendo coherentes con lo que creemos. Y si fuéramos coherentes quizás otro gallo nos cantaría. Esto es la Encarnación…
Quiero decir con esto que puede haber pareceres y pros y contras para todo. Todo lo que se hace y además si es arte o tiene un artista detrás es criticable, a algunos les apasiona a otros les repele, a no ser que sea plagio.
El problema radica en que nos sentimos heridos en aquello que creemos muy profundamente y desearíamos que las personas que enarbolan banderas de pluralidad también nos tuvieran respeto, como hacen sin pudor con otras religiones.
Me gustaría tener la certeza de que estos pesebres, que tampoco son tan horrorosos (lo horroroso es cerrar el corazón al que tengo cerca), son fruto sólo del arte y no de las ganas de chinchar. Pues si son ganas de ser “anti” como apuntaba Pilar Rahola en una columna de La Vanguardia el pasado día 29, entonces no hablemos de diálogo, de consenso, de defensa de derechos, etc.
Creo que nuestra defensa no es generar tuits a profusión echando leña al fuego, es sentarse, hablar, compartir la alegría de la Navidad, dar razón de la esperanza que nos habita (1Pe 3, 15) y dar una mirada de esperanza en este mundo con tantos problemas y tantas personas vulnerables. Por que hablar de humanidad es hablar del verdadero mensaje de Jesús, quien nos vino a traer la humanidad plena.
Pero claro un tuit es más fácil, rápido y menos comprometido que analizar cuál es la vivencia de mi fe en el día a día, qué testimonio doy y cómo explico qué significa para mí la Navidad al que a lo mejor ni lo sabe o me está queriendo chinchar o incluso menospreciar. Tradicionalmente decimos que Jesús nació en un portal, en un pesebre, en un establo, en una cueva... algo pobre... ¿no serían los "trastos" del hoy? A lo mejor un año nos ponen un pesebre tradicional y ya ni hablamos de él, o lo que es peor, a lo mejor lo quitan...
El papa Francisco ayer decía: "La liturgia nos lleva a celebrar la Navidad de Jesús, al tiempo que nos recuerda que Él viene a nuestras vidas cada día".
También el Papa presentaba, ayer día 1 de diciembre, una preciosa carta apostólica "Admirabile Signum" sobre el significado y el valor del belén, que a lo mejor puede inspirar a muchos.