Dios no se deja coger por lo espectacular pero sí se hace presente en la sonrisa de un niño... Lo propio de Dios
Percibir la presencia de Dios es algo a lo que todos estamos al alcance, aunque no todos tienen la experiencia de sentir a Dios cerca.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
Podemos decir muchas cosas, incluso definiciones, comparaciones… y todo quedaría en mera explicación de quién es Dios, porque a Dios no lo ha visto nunca nadie, jamás. Percibir la presencia de Dios es algo a lo que todos estamos al alcance, aunque no todos tienen la experiencia de sentir a Dios cerca.
Cuando se habla de desterrar al hombre viejo para que entre el hombre nuevo no quiere decir que exista una parte de los seres humanos que no sean válidos, sino que, en todos los seres humanos, tenemos ese parte “vieja”, que no nos deja avanzar, que ralentiza y tapa los ojos a la “nueva” realidad, que es la que Dios quiere, espera y desea para cada ser humano. Esta parte es la del amor. Despojándonos del egoísmo, rabia, envidia… dejamos atrás a ese hombre viejo para entrar en la verdad de Dios, en el hombre nuevo, el que sabe escuchar, preocuparse por el otro, el que tiene una mirada de amor para los demás… Esta es la vida que Dios “sueña” para el ser humano.
Lo propio de Dios no es lo que el hombre va definiendo según su experiencia o idea de Dios; “lo propio de Dios es no ser abarcado por lo más grande, y en cambio caber en lo más pequeño” dijo el poeta alemán Friedrich Hölderlin. Ciertamente es así, y quien ha tenido experiencia de Dios puede llegar a comprenderlo. Dios es tan grande que ni la inmensidad de lo más grande puede cubrirlo, abarcarlo, pero en cambio se hace pequeño en lo que menos nos imaginamos. Dios no se deja coger por lo espectacular pero sí se hace presente en la sonrisa de un niño, en la ayuda que prestamos a nuestros vecinos, en la lágrima que sale de una persona que sufre. Dios está presente, siempre, en las pequeñas cosas de la vida y de las personas, que, en realidad, son las que hacen que todo crezca y sea grande.