“Si un niño te hace un regalo, tenlo como un tesoro, porque te está entregando su alma…” La ternura de un niño
Cuántas veces entre las prisas, lo que se ha de hacer, se pierden otras perspectivas que ayudan verdaderamente a llenar nuestra alma, a mirar al otro, acogerle, compartir un pequeño momento.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Hace poco tiempo leí una frase que decía algo así: “Si un niño te hace un regalo, tenlo como un tesoro, porque te está entregando su alma…”. Me llamó mucho la atención esas palabras y tan solo hace unos días, se me hicieron bien presentes.
Cuando entraba un niño al comedor del colegio, me entregó una rama pequeña que acababa de coger del jardín. En ese momento, que estaba bien atareada, la verdad que poco me importó ese detalle y enseguida lo fui a dejar nuevamente en el jardín, sin pensar más allá. Seguí en el comedor y en un momento dado, el niño me llamó y me preguntó dónde había dejado su regalo; pensé aquello de ¡tierra trágame! Me impactó y salí del paso diciéndole ahora lo traigo, porque aquí en el comedor no puedo tenerlo; así que me faltó tiempo para recuperarlo y enseñárselo. Se puso feliz y le decía a sus compañeros que me lo había regalado.
Menuda lección me dio aquel peque y su cara de alegría, su expresión sí que fue un regalo. Si hay una próxima vez, espero tener más paciencia, acoger no solo el detalle sino esa pequeña alma que está teniendo un gesto de cariño. Que, en nuestras vidas, lo esencial sea visible a nuestros ojos.
Cuántas veces entre las prisas, lo que se ha de hacer, se pierden otras perspectivas que ayudan verdaderamente a llenar nuestra alma, a mirar al otro, acogerle, compartir un pequeño momento. Quizás vuelva a tropezar con la misma piedra, pero las oportunidades que se saben aprovechar o rectificar a tiempo, valen la pena y llenan el pozo del amor, la amistad, la alegría, la acogida del que sale a nuestro encuentro.