| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Estamos en la cercanía de la Navidad y no nos falta mucho ¡cómo pasa el tiempo!. Podemos decir fácilmente aquello de un año más, como si todo se repitiera aunque lo parezca pero no es así… quizás si hemos tenido la gracia de cumplir un año más y ¡cuántas cosas hemos vivido en este año!
En este tiempo de Adviento en el que litúrgicamente estamos en la segunda semana, tenemos en nuestras manos la posibilidad de seguir haciendo camino hacia Aquél que nos visitará. Ese ¡Ven Señor Jesús! que tantas veces proclamamos, nos invita a estar despiertos, a ir hacia ese Jesús que nos dará su luz y brillará desde la sencillez de un pesebre, pero no viene solo en un gran día, si no que viene siempre y cuando abramos el corazón para acogerle, porque viene a nuestras vidas para quedarse y no solo un día al año cuando parece que nos acordemos más o se pueda hacer más presente.
Sigamos esperándole, preparándonos, haciendo camino por el sendero que nos lleve, para acogerle en la alegría de su nacimiento si nace también en nosotros. En Navidad, llega Alguien, sí, llega Dios. “Nos visitará el Sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1, 78-79).