Mientras cerramos los ojos Una alarma muy seria
Hay en nuestra historia una ley bastante repetida: se comente un crimen innegable. Se reacciona contra ese crimen de manera injusta y desproporcionada (más propia de la venganza quede la justicia). Y a quien critica esa reacción vengativa se le tacha de defensor del crimen anterior.
Ese círculo vicioso se esta repitiendo e incrementando en nuestra situación actual como muestran varios ejemplos. Y puede acabar llevándonos sin querer a una guerra nuclear cada vez más probable.
Un texto de Simone Weil introduce estas reflexiones
Un texto de Simone Weil introduce estas reflexiones
| José I. González Faus teólogo
Son temores propios pero prefiero presentarlos envueltos en un texto de Simone Weil: “Hay una cosa y solo una cosa en la sociedad moderna más horrible aún que el crimen: y es la justicia represiva… Cada vez que un hombre hoy habla de castigo, de pena, de retribución, de justicia en sentido punitivo, se trata tan solo de la venganza más rastrera”[1].
No olviden esto todos los participantes en las historias que ahora voy a comentar. Y no olviden que es una judía quien escribió eso.
Pues bien: a lo largo de mi vida he ido percibiendo una especie de ley o de círculo vicioso constante y hoy más claramente activo: se comete un crimen (innegable y atroz); y se reacciona contra ese crimen de una manera injusta o desproporcionada. Y cuando alguien critica esa reacción equivocada, se le acusa de ser defensor del crimen primero y se evita así hacerle caso. Veamos algunos ejemplos comenzando desde lejos.
Que ETA era un crimen monstruoso (aunque, a su vez, pudiera ser también reacción contra una injusticia estructural) nadie lo niega hoy. Pasados los años quizá es posible reconocer también que el GAL no fue una manera adecuada ni justa de combatir a ETA. Fue un fallo importante del gobierno de Felipe González al que debemos mucho por una parte, pero debemos lamentar que creía que iba a morir “de éxito” y la sensación que da hoy cuando habla es que está muriendo de miedo… Y el colofón es que, por aquellos años, se tachaba de amigos de ETA (como hace hoy Feijóo) a muchos que criticaron lo del GAL.
De ETA pasemos al IRA que hace más de 30 años fue ocasión de una de las que están consideradas mejores películas en la historia del cine: En el nombre del Padre, basada en una historia real. Ante una salvajada horrenda del IRA que alarmó al gobierno británico, se buscan para calmar a las masas unos testigos falsos, se les hace confesar bajo tortura y se condena a 30 o 15 años de cárcel a un grupo de personas inocentes. Cuando vi la película por primera vez pensé que nuestro sistema aún podría salvarse porque, gracias al trabajo incansable de una abogada admirable, se consigue con quince años de trabajo, revertir el veredicto y declarar inocentes a todos los acusados (alguno de los cuales había muerto ya). Hoy empiezo a temer que si esa historia sucediera ahora, lo que pasaría es que esa abogada tendría un “lamentable accidente de coche” que acabaría con ella y le impediría cumplir su misión…
Y del ayer vamos acercándonos a hoy. La OTAN se comportó de una manera inmoral y traidora cuando, tras haberse comprometido a no acercarse al Este, incumplió su palabra y fue rodeando (y sitiando literalmente) a Rusia. La sensación rusa de incomodidad era innegable. Pero eso de ningún modo justifica la reacción bárbara y criminal de Putin atacando a Ucrania, aunque quizá pueda explicar el apoyo de tan buena parte del pueblo ruso a esa reacción de Putin, para no verse tildados de amigos de esa OTAN enemiga de Rusia.
Lo reconozcan o no, los independentistas catalanes cometieron muchos errores y claros delitos. Pero eso no justifica todas las reacciones de espionaje del gobierno de Rajoy (que hoy están reapareciendo en los medios), ni justifica una sentencia judicial que muchos consideraron desproporcionada, ni justifica el que se quiera acusar hoy de terrorismo a los independentistas. Como tampoco justifica el que hoy, si alguien intenta denunciar aquellos errores del gobierno de Rajoy, se le tache de amigo de terroristas y enemigo de España. Siempre el mismo círculo vicioso.
Los ejemplos podrían seguir con temas como el de la pederastia y el increíble crecimiento de “Alternativ für Deutschland” en un país que había soportado el horror nazi (fruto en parte también de un proceso como el que aquí estamos describiendo). Pero, más que hacer manifestaciones (que cambian pocas cosas y solo sirven para sentirnos mejores), los alemanes deberían preguntarse por qué esa reacción de extrema derecha aparece casi toda en lo que era la antigua DDR (Alemania Oriental). Deberían preguntarse si la unidad alemana fue fruto de una reunificación o de un “Antschluss” (anexión), cómo se comportaron las empresas del Oeste con las del Este y otras cosas similares que ya no me tocan a mí.
Así llegamos a la última de estas historias: el impresionante acto criminal de Hamás contra Israel. Y a que luego, cuando la reacción de Israel supera toda medida con crímenes contra la humanidad y más de 25000 muertos (en su mayoría mujeres y niños), si alguien quiere plantar cara a esa atrocidad cometida por lo peor de Israel, se le tache enseguida de “antisemita” y defensor del terrorismo de Hamás. Otra vez el mismo círculo vicioso.
Que esto no es nuevo lo decía el texto de Simone Weil citado al comienzo. Me permito ahora completarlo con otras palabras mías de 1991, en una especie de profesión de fe:
“Creo que existe el Mal. Creo que al Mal no puede vencerle ni la mera voluntad, ni la fuerza, ni el miedo ni el castigo. Cuando todo eso lucha contra el mal, acaba siendo invadido por él y ‘maleado’. Y el Mal acaba así triunfando y mostrando su escandaloso poder. Creo que al Mal solo puede vencerle el bien”[2]. Y habría que añadir que quizá pasando por alguna cruz.
Aquí viene lo que considero motivo de alarma: el círculo vicioso parece que sigue dando vueltas entre nosotros, agrandando poco a poco lo inestable de nuestra situación: ahí tenemos el ataque con drones que ayer costó la vida a tres soldados norteamericanos (más 34 heridos) y al que EEUU, aun sin estar del todo seguro el autor, amenaza ya con responder mediante “una represalia severa” que provocará después otra reacción…
Y así sucesivamente sin saber dónde vamos a llegar. Quisiera recordar una vez más lo que decía la novela de K. Follet (Nunca): a la guerra nuclear se llega “sin querer”: por pequeños pasos que luego ya no tienen vuelta atrás y obligan a “apretar el botón rojo”. Más la posterior afirmación del autor de que “nuestra única esperanza es una desescalada”. Pero ¿alguien cree que Biden o Trump o Netanyahu o Hamás… son capaces de esa desescalada? Pues así estamos…
En ese contexto me gustaría concluir con una especie de moraleja sobre la postura del cristiano en la sociedad actual. En primer lugar el cristiano no está contra nadie: ni está contra Vox (para los de un lado) ni está contra Sumar (para los del otro). El cristiano está contra conductas, no contra personas. Pero, en segundo lugar y a la vez: el cristiano no está con nadie y está con todos. Esa es una dialéctica muy difícil; pero bien y mal los hay en todas partes, aunque nuestra ceguera solo sabe ver el bien propio y el mal ajeno. Lo que sí puede cambiar son las dosis de ambos (bien y mal) según tiempos y lugares.
Y a lo mejor tenemos que terminar rezando lo de aquel personaje de un antiguo chiste que fue a Lourdes a curarse y, después de muchas peripecias que contaba el chiste, acabó rezando: “Virgencita mía que me quede como estaba”…
[1] Escritos desde Londres, p. 38 de la edición de Trotta.
[2] Carta a un amigo agnóstico. Cuaderno 39 de Cristianismo y Justicia. Pg. 28