La de los jóvenes, una auténtica “rebelión por el clima” González Faus: "Haremos unos pequeños ritos de tono penitencial para tranquilizar nuestras conciencias pero no para salvar a la tierra"
"Los poderes económicos, que son los que realmente gobiernan el planeta, os han despreciado ya y siguen prefiriendo ganar ellos un millón más, aunque eso suponga quitar a la tierra unos cuantos años menos"
"Supongamos que, de repente, cientos de millones de ciudadanos del mundo, (jóvenes, y muchos que se os habrán añadido) reducen su consumo a lo mínimamente indispensable. En poco tiempo, no quebrarían solo algunas empresas, sino que podría quebrar todo el sistema"
| José Ignacio González Faus
Juventud, divino tesoro (como dijo el poeta): Fue un gozo veros hace pocos días ocupando las calles de muchas ciudades del planeta para pedir que los responsables de la tierra la maltraten mucho menos y la cuiden mucho más. No sé qué éxito van a tener vuestras demandas. Pero hoy que la liturgia católica propone, para la celebración eucarística, una lectura del libro bíblico de Jonás, no he podido menos de pensar en vosotros. Veréis por qué.
Jonás era un profeta judío enviado por Dios a predicar al país más enemigo de Palestina, anunciando una especie de catástrofe si sus moradores no cambiaban de conducta: “de aquí a pocos días, Nínive será destruida”. El relato cuenta que los ninivitas se convirtieron pensando que quizá Dios se arrepentiría y abandonaría el castigo que les amenazaba. El relato de Jonás era una lección muy dura para los judíos de la época satisfechos de sí mismos, que venía a decirles: esos enemigos que consideráis tan malvados, son más capaces que vosotros de hacer penitencia. Pues bien: leyendo esa breve novela he pensado hoy que vosotros fuisteis hace días como una multitud de profetas Jonás que nos gritaban: “de aquí a pocos años la tierra será destruida”.
Teníais toda la razón, pero queda la duda de si los responsables de este planeta os van a hacer caso. Y me temo que no: que a lo más haremos unos pequeños ritos de tono penitencial para tranquilizar nuestras conciencias pero no para salvar a la tierra. Como otra vez he dicho: intentaremos curar el cáncer con paracetamoles.
Nuestro nefasto sistema económico descansa todo él sobre un consumismo ciego, loco y continuo
Y la razón es bien sencilla: los responsables políticos que se tomen en serio vuestras amenazas, perderán las próximas elecciones. Y los poderes económicos, que son los que realmente gobiernan el planeta, os han despreciado ya y siguen prefiriendo ganar ellos un millón más, aunque eso suponga quitar a la tierra unos cuantos años menos. En público niegan la enfermedad del planeta; pero en privado, ya dijo Stephen Hawking que habría que ir pensando en salir pronto de esta tierra. Y cuentan que ya hay proyectos para hacer habitable a Marte. O sea: “terri-ficar” a Marte después de haber marti-rizado la tierra.
En esta situación, quiero deciros que no basta con que os manifestéis: con eso solo daréis una noticia a los medios de comunicación, pero no un alivio al planeta. Habéis de pasar vosotros a la acción. Y prescindo ahora de toda la acción unificada y comunicadora (por redes sociales y demás) de los datos y de los dramas y los crímenes ecológicos que van apareciendo con frecuencia. Además de eso, preguntaréis, ¿podemos hacer algo más? Creo que sí, que tenéis otro camino que llama a vuestra responsabilidad: me refiero a una huelga constante de consumo. Sobre todo de parte de aquellos que están entre los “bien situados” del planeta.
Nuestro nefasto sistema económico descansa todo él sobre un consumismo ciego, loco y continuo. Cuando las empresas no venden, quiebran. Por eso cada vez más, el sistema se ha ido orientando a producir más cosas inútiles para los ricos (que pueden pagarlas) en vez de cosas necesarias para los pobres (que no son solventes). El sistema necesita que todas las cosas duren poco, que todo sea “usar y tirar”, que todo se renueve constantemente. Así respira el sistema.
Supongamos que, de repente, cientos de millones de ciudadanos del mundo, (jóvenes, y muchos que se os habrán añadido) reducen su consumo a lo mínimamente indispensable. En poco tiempo, no quebrarían solo algunas empresas, sino que podría quebrar todo el sistema. Y eso sí que sería una auténtica “rebelión por el clima”. Porque ese sistema es el verdadero veneno que está destrozando al planeta y dejándoos sin futuro. Las huelgas escolares fueron útiles para llamar la atención. Ahora se os llama a la acción. Porque ya dije que los políticos harán (o pueden hace) muy poco.
Un gran filósofo de la política, asesinado por los defensores del sistema (Ignacio Ellacuría), solía decir que nuestro mundo solo tiene solución en “una civilización de la sobriedad compartida”. Coincido plenamente con ese diagnóstico. Os lo propongo sabiendo que os puede exigir un precio duro, parecido al del profeta Jesús de Nazaret que fue llevado al Calvario como criminal. Pero también pidiéndoos perdón por el mundo que nosotros os dejamos. Y suplicando que no perdáis la esperanza: porque la responsabilidad que tenéis es muy grande, pero muy hermosa.
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