El neointegrismo católico presenta sus renovadas credenciales a los obispos en su Plenaria El adiós del nuncio Auza y el 'buenos días profanadores' de los nietos del "Tarancón al paredón"

"Aunque habla inglés, francés, italiano, español, cebuano y tagalog, Bernardito Cleopas Auza no ha sabido entenderse muy bien con una parte del Episcopado español, del que se ha despedido esta mañana en la inauguración de la Asamblea Plenaria"
"En el ‘tendido’ de Añastro, división de opiniones sobre Auza, aunque los afectuosos gestos para con el filipino enmascaraban en ocasiones reuniones tensas y decisiones incomprendidas y dolidas. Como los que habían pintarrajeado el muro colindante con la sede episcopal, los había que se sentían ahora un poco huérfanos. Se notaba en la intensidad del abrazo. No fueron los más"
Aunque habla inglés, francés, italiano, español, cebuano y tagalog, Bernardito Cleopas Auza no ha sabido entenderse muy bien con una parte del Episcopado español, del que se ha despedido esta mañana en la inauguración de la Asamblea Plenaria.
Sí se ha entendido con otra parte, que siendo de la misma Iglesia, lo es de otra, que ya le está empezando a echar de menos y algunos de cuyos representantes pintaron los muros cercanos a la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con mensajes en las que decían a los obispos que habían de pasar por delante que “vendéis a Cristo por 30 monedas” o hablaban de “traición a los mártires” por el acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno para la resignificación del Valle de los Caídos (ahora de Cuelgamuros).
Pero no lo reconocieron -el nuncio siempre ha entrado a la sede de Añastro con el coche oficial del Cuerpo Diplomático- y el nuevo representante del Papa ante la Unión Europea no se libró de los insultos, que compartió en comunión con los miembros de la prensa, siempre sospechosos de todo, aunque vayan sin tirilla.
Un saludo al estilo castellano
Nombrado nuncio apostólico en España y en el Principado de Andorra el 1 de octubre de 2019, el 21 de mayo concluye oficialmente servicio a la Iglesia en España, una tarea que ha reconocido -sin grandes efusividades, al estilo castellano- el presidente de los obispos Luis Argüello, él mismo uno de los “muchos aquí presentes que hemos recibido por su mediación la encomienda episcopal que el Santo Padre nos ha hecho”.

“Hemos tenido la oportunidad de gozar de su presencia en la mayoría de nuestras diócesis”, consignó también Argüello, y dicen algunas lenguas que esos viajes del legado del Papa no fueron siempre con estricto carácter pastoral y hubo mediaciones más temporales que espirituales al estilo de los nuncios que auspiciaban los Reyes Católicos y sus nietos, que vuelven a ser referentes en algunas mesillas diocesanas.
Vistas esas lecturas nocturnas y los cursos de verano a los que se apuntan algunos obispos para difundirlas, es casi lógico que otros nietos -más cercanos en el tiempo, pero no en la mentalidad imperial-, los del “Tarancón al paredón”, llegasen hasta en taxi para poner rojos (lo cual les encanta) a los obispos.
Griterío y obispos (aún) desubicados
La pieza deseada y puesta en la diana por estos grupos y sus altavoces mediáticos era José Cobo, el cardenal arzobispo de Madrid que más apodos burlescos ha cosechado en su corta carrera episcopal, lo que habla de que sí que debe cabalgar, sí, a pesar de las resistencias cainitas.
Con mucha paz y sosiego contemplaba la escena del escrache ultra el nuevo obispo de Huesca y de Jaca, Pedro Aguado, a quien creo que no le hubieran faltado ganas de acercarse a hablar con aquel coro de pensionistas, tal y como quiere hacerlo con sus nuevos diocesanos en cuanto tome posesión a mediados de junio.

Confesaba el escolapio a quien esto firma su sorpresa por lo que veía, desacostumbrado por sus muchos años en el extranjero al vocinglero espíritu de las dos Españas. También le pasó desapercibido mientras esperaba un taxi la furgoneta de Hazte Oír que daba vueltas alrededor de la sede de la CEE con imágenes convocando a “llenar el Valle todos los domingos”, se supone que de fieles.
Precisamente del Valle de Cuelgamuros no quiso decir ni una palabra el Nuncio, quien en un gesto de final de mandato en España, tuvo a bien atender a los periodistas para mostrar lo a gusto que ha estado en el país, y a donde espera volver en cuanto tenga ocasión. Ya lo había dicho en su saludo (que lo fue de despedida) a los obispos tras el discurso de Argüello.
“Con el deseo de conocerles y servirles siempre en nombre del Santo Padre, me he esforzado en acudir donde se me ha llamado, por lo que de madrugada y de noche me hallaba en aeropuertos o estaciones de tren, o en coche. Conozco las diócesis y muchas de sus instituciones gracias a la invitación y la hospitalidad ofrecidas por parte de cada uno de ustedes. Durante mis viajes he podido de hecho disfrutar de la habitación y del despacho llamados “del Nuncio” en vuestras residencias episcopales”, señaló Auza, palabras que fueron acogidas con una mirada al techo y un ligero cabeceo de uno de los cardenales de la mesa presidencial.

“Ha compartido alegrías y penas de la sociedad y de la Iglesia españolas. Filipinas ha estado más cerca de nosotros. Cuente con nuestra amistad y que su tarea ante las instituciones de la Unión Europea contribuya, en este momento convulso de Europa, a ofrecer la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, así como una perspectiva católica de la situación del mundo, para ayudar a edificar la justicia y la paz entre los pueblos”, le obsequió Argüello al principio de su discurso, donde quiso tener un momento especial para quien ya está haciendo la valija diplomática.
Una valija llena de recuerdos de todo tipo, buenos y malos, con momentos complicados, como durante la pandemia, “que me impidió hacer cosas que eran importates”, confesó a los periodistas. En todo caso, el sabor de boca que se lleva no es malo, por más que en ocasiones haya confesado a su pequeño círculo de confianza sentirse “harto” por el cinturón de asesores con que le rodeó Francisco una vez que empezó a verse el derrotero de sus ternas y promociones episcopales.
“Ha venido con una forma de hacer que no ha tenido en cuenta lo de bueno que otros nuncios que le antecedieron hicieron por la Iglesia en este país”, confesaba otro purpurado en ese breve intercambio que se suele producir con los periodistas antes de que los obispos salgan en estampida a tomarse un café.

En el ‘tendido’ de Añastro, donde unos instantes antes seguían congregados los obispos en esta sesión inaugural de la Plenaria, división de opiniones sobre Auza, aunque los afectuosos gestos para con el filipino enmascaraban en ocasiones reuniones tensas y decisiones incomprendidas y dolorosas. Como los que habían pintarrajeado el muro colindante con la sede episcopal, los había que se sentían ahora un poco huérfanos. Se notaba en la intensidad del abrazo. No fueron los más.
Pero el diplomático filipino se lleva consigo el hecho de haber sido el embajador del Papa y decano del Cuerpo Diplomático de un país que envió a los misioneros para oficiar los primeros bautizos en el archipiélago que lo vio nacer. “Jamás había pensado, ni en sueños, la oportunidad de que un día sería enviado como Nuncio Apostólico en España”, dijo en su despedida a los obispos. “Comprenderán pues que España no me será un mero recuerdo”. En España, muchos piensan lo mismo.

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