Cómo rezar el Padrenuestro

Comprendiendo lo que significa cada petición

NB.-Como enseñaba Jesús (Mt 6,7) las palabras en la oración no son necesarias para dirigirnos a Dios. Pero lo son para crear comunidad entre nosotros y para dirigírnoslas a nosotros mismos y comprometernos. Sigue aquí una propuesta para rezarasí la oración que nos dejó Jesús y evitar convertirla en una fórmula mágica o en una recitación vacía.

Abbá, Padre: como los niños bien conscientes de la total superioridad de sus padres, pero que acuden a ellos con absoluta confianza llamándole papa o papi, nos atrevemos a pedir:

Que resplandezca y no sea profanado tu Nombre de Padre. Es decir: que desaparezcan todas las armas que nos configuran como enemigos y nos impiden ser hijos de un mismo Padre; y que tantas veces las hemos defendido apelando a Ti.

Que venga tu Reino: el reinado de la libertad de hijos y la igualdad de hermanos. Es decir: que no construyamos un progreso montado sobre víctimas[1]; que desaparezcan las riquezas que destruyen la igualdad, y las dictaduras que niegan la libertad. Y que ricos y dictadores recuperen su humanidad perdida, para que en tu mundo no haya hambre, ni miseria ni esclavitud. 

Que se cumpla Tu voluntad en esta tierra como se cumple en tu cielo. Es decir: que no idolatremos el derecho secundario de propiedad y sepamos que cuando alguien tiene dignamente y sobriamente cubiertas sus necesidades, todo lo demás que posee pertenece a quienes lo necesitan y él lo está robando[2]. Que desaparezcan las “patrias” que nos vuelven idólatras, las infidelidades de cualquier género, el tráfico de personas, el rechazo a los inmigrantes y las diferencias por razones de origen, raza, cultura o sexo (machismos y violencias).

Danos hoy a todos nuestro pan de cada día.

Y eso quiere decir: que construyamos una civilización de la sobriedad compartida y, para ello, que los salarios legales sean además justos: porque “quien no paga el salario justo derrama sangre”[3]; que se acabe el consumismo de unos que impide comer a otros, y que desaparezca ese 1% de personas con tanta fortuna como más del 50% de la humanidad.

Perdona nuestras culpas como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Es decir: que sepamos reconocer nuestro pecado antes que el de los demás. Y que se acabe la usura de las instituciones prestatarias y la necesidad de endeudarse para sobrevivir[4]. Y que desaparezca esa deuda “eterna” del tercer mundo.

No nos dejes caer en la tentación. Que no caigamos en esa seducción de las necesidades falsas y de la publicidad convertida en propaganda embustera, que apela a nuestros más bajos instintos. Y que sepamos sobreponernos a los malos ejemplos de tantos “triunfadores”.

Y líbranos del mal. Líbranos de nuestro ego que tanto nos esclaviza y del pecado estructural que nos envuelve. Amén.

[1] “La historia se ha construido s0bre víctimas. Ya lo dice Hegel en su Introducción a la filosofía de la historia” (Reyes Mate).

[2] “La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos. La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario (Pablo VI, Populorum progressio 22).

[3] Libro bíblico del Eclesiástico, 34,22.

[4] “Quien presta con usura y acumula intereses, no merece vivir por haber cometido esas abominaciones” (Ezequiel, 18.13). “Señor, ¿quién puede vivir contigo? El que no presta dinero a usura, ese nunca fallará” (salmo 15, 1.5.6).

Volver arriba