"Es una espiral de falta de dignidad, enfrentamiento, miedo, violencia, guerra y muerte" Justicia y Paz pide la mediación internacional para detener la guerra entre Israel y Palestina
El pueblo palestino está cansado del sometimiento al régimen militar de Israel y la constante vulneración de derechos sociales y políticos, viviendo una verdadera situación de apartheid. Israel responde a los injustificados ataques con dureza. El resultado es la muerte de miles de personas
¿Cuántas generaciones tendrá que esperar esta región para que se trabaje de verdad por la paz? Esta solo llegará cuando todas las partes respeten el hecho de que este lugar es sagrado para las religiones, es el hogar de dos pueblos, y contribuyan con valentía y sinceridad a este respeto
| Comisión General Justicia y Paz
(Justicia y Paz).- Manifestamos nuestra profunda consternación ante el reinicio de la guerra entre Israel y Palestina, con su secuela de muerte y destrucción, especialmente en el territorio de Gaza.
A pesar de la cronificación de las tensiones entre los dos pueblos, nos duele que se retome la violencia para llamar la atención sobre la situación que se vive en Israel y en los Territorios Palestinos Ocupados, ya que la guerra y la violencia nunca son los caminos para lograr la convivencia.
No podemos dejar de hacer un llamamiento, especialmente a las organizaciones civiles palestinas e israelíes, que tanto esfuerzo llevan haciendo en favor de la paz, a retomar el diálogo y pedir la mediación de la comunidad internacional para que se detenga la guerra y cesen los ataques. Es necesario que los dos pueblos, que viven en la misma tierra, tengan la misma posibilidad de llevar una vida digna en ella.
El pueblo palestino está cansado del sometimiento al régimen militar de Israel y la constante vulneración de derechos sociales y políticos, viviendo una verdadera situación de apartheid. Israel responde a los injustificados ataques con dureza. El resultado es la muerte de miles de personas, muchas de las cuales viven con temor que el enfrentamiento se recrudezca, mediante el uso de una maquinaria de guerra, tras la cual, como nadie debería ignorar, se hallan los intereses de terceras potencias y de la macabra industria armamentística, bajo el falso paraguas de servir a la seguridad.
Es claro que nadie desearía vivir una situación así: una espiral de falta de dignidad, enfrentamiento, miedo, violencia, guerra y muerte.
Condenamos toda muerte ocasionada en el conflicto, independientemente de la nacionalidad y creencia. Nos unimos al dolor de las familias de las víctimas. Denunciamos la destrucción, que supondrá una pérdida de recursos para avanzar en desarrollo y soluciones creativas de entendimiento.
Nos entristece la estrategia que utilizan los países para hacer prevalecer sus intereses en una situación como esta. Es nuestra responsabilidad contribuir a la reconciliación, mediante instrumentos democráticos y de diálogo, y no apoyar exclusivamente a una de las partes.
¿Cuántas generaciones tendrá que esperar esta región para que se trabaje de verdad por la paz? Esta solo llegará cuando todas las partes respeten el hecho de que este lugar es sagrado para las religiones, es el hogar de dos pueblos, y contribuyan con valentía y sinceridad a este respeto.