Religión Digital se suma al manifiesto, promovido por Sant'Egidio "No podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa"
"Es el momento de dedicar todos los recursos que sean necesarios para proteger el mayor número de vidas posible y para humanizar el acceso a la atención sanitaria para todos"
"Quien rebaja el valor de la vida frágil y débil de los más ancianos, se prepara para desvalorar todas las vidas"
"Todo esto no habría ocurrido si no se estuviera abriendo paso la idea de que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras"
"Resignarse a una solución de este tipo es humana y jurídicamente inaceptable. La base de la ética democrática y humanitaria consiste en no hacer distinción entre personas, ni siquiera a causa de su edad"
"Todo esto no habría ocurrido si no se estuviera abriendo paso la idea de que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras"
"Resignarse a una solución de este tipo es humana y jurídicamente inaceptable. La base de la ética democrática y humanitaria consiste en no hacer distinción entre personas, ni siquiera a causa de su edad"
"Que el valor de la vida sea siempre igual para todos. Quien rebaja el valor de la vida frágil y débil de los más ancianos, se prepara para quitarle el valor a todas las vidas". Ante la estremecedora cifra de muertes de ancianos en muchos países europeos durante la pandemia, la Comunidad de Sant'Egidio ha lanzado un llamamiento, al que Religión Digital se suma, para reclamar que se dediquen "todos los recursos necesarios para proteger el mayor número posible de vidas, humanizando el acceso a la atención sanitaria para todos".
El manifiesto europeo ha sido firmado, entre otros, por el fundador de Sant’Egidio Andrea Riccardi, junto a destacadas personalidades de la política, las letras, la cultura y los negocios, como el expresidente de Italia y de la Comisión Europea, Romano Prodi; el expresidente de Gobierno de España, Felipe González; el filósofo Jurgen Habermas; el filósofo y catedrático Manuel Castells; Stefania Giannini, directora adjunta de la UNESCO; Irina Bokova, ex directora de UNESCO; o Jeffrey Sachs, director de UN Sustainable Development Solution Network.
"Sin ancianos no hay futuro"
"Sin ancianos no hay futuro", señala el manifiesto, que muestra su preocupación por "la generalización de una “sanidad selectiva” en la que se sacrifican unas vidas por encima de otras". Los firmantes llaman a “superar la institucionalización” de los ancianos y la cultura del descarte.
El escrito ve "inaceptable" que la mayor vulnerabilidad de los ancianos y su avanzada edad justifique una forma de “elección” que favorece a los más jóvenes y los más sanos y pide una revisión profunda de los sistemas sanitarios públicos y las buenas prácticas para “llegar a todos y curarlos con eficacia”.
“Esperamos que se desate una revuelta moral para que cambie la dirección en la atención sanitaria a los ancianos y para que estos, sobre todo los más vulnerables, jamás sean considerados un peso o, aún peor, inútiles".
Éste es el comunicado:
Sin ancianos no hay futuro. Manifiesto europeo para la rehumanización de la sociedad. No a una sociedad selectiva
Durante la pandemia de la Covid-19 los ancianos están en peligro en muchos países europeos. Las dramáticas cifras de muertos en residencias hacen estremecer.
Habrá que revisar muchas cosas en los sistemas sanitarios públicos y en las buenas prácticas necesarias para llegar a todos y curarlos con eficacia. Pero nos preocupan especialmente las tristes historias de mortaldades de ancianos en residencias. Todo esto no habría ocurrido si no se estuviera abriendo paso la idea de que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras. Es lo que el Papa Francisco define como "cultura del descarte", que priva a los ancianos del derecho a ser considerados personas y los relega a ser solo un número y, en algunos casos, ni siquiera eso.
En muchos países, ante la necesidad de atención sanitaria está surgiendo un modelo peligroso que fomenta una "sanidad selectiva" que considera residual la vida de los ancianos. Así, su mayor vulnerabilidad, su avanzada edad y el hecho de que pueden ser portadores de otras patologías justificarían una forma de "elección" a favor de los más jóvenes y de los más sanos.
Resignarse a una solución de este tipo es humana y jurídicamente inaceptable. La base de la ética democrática y humanitaria consiste en no hacer distinción entre personas, ni siquiera a causa de su edad. Se trata de principios que forman parte de una visión religiosa de la vida pero también de los derechos humanos y de la deontología médica. No se puede aceptar ningún "estado de necesidad" que legitime o dé cobertura al incumplimiento de dichos principios. La tesis de que una menor esperanza de vida comporta una reducción "legal" del valor de dicha vida es, desde un punto de vista jurídico, una barbaridad. Que eso se produzca a través de una imposición (del Estado o de las autoridades sanitarias) ajena a la voluntad de la persona representa un intolerable atropello añadido de los derechos de la persona.
La aportación de los ancianos sigue siendo objeto de importantes reflexiones en todas las culturas. Aceptar que no tienen el mismo valor significa romper la trama social de la solidaridad entre generaciones y desmembrar toda la sociedad. No podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa. Aceptar la muerte "anticipada" de los ancianos a causa de una mentalidad utilitarista es una hipoteca para el futuro, pues divide la sociedad en clases de edades e introduce el peligroso principio de que no son iguales.
Creemos que es necesario reafirmar con fuerza los principios de igualdad de tratamiento y de derecho universal a la asistencia sanitaria conquistados en los últimos siglos. Es el momento de dedicar todos los recursos que sean necesarios para proteger el mayor número de vidas posible y para humanizar el acceso a la atención sanitaria para todos. Que el valor de la vida sea siempre igual para todos. Quien rebaja el valor de la vida frágil y débil de los más ancianos, se prepara para desvalorar todas las vidas.
Con este llamamiento expresamos nuestro dolor y nuestra gran preocupación por el elevado número de ancianos que han fallecido en estos meses y esperamos que se desate una revuelta moral para que cambie la dirección en la atención sanitaria a los ancianos y para que estos, sobre todo los más vulnerables, jamás sean considerados un peso o, aún peor, inútiles.
*Manifiesto europeo firmado por 21 personalidades:
Andrea Riccardi, historiador, fundador de la Comunidad de Sant'Egidio
Romano Prodi, ex presidente del Gobierno italiano y de la Comisión Europea
Jeffrey D. Sachs, director de UN Sustainable Development Solutions Network
Manuel Castells, catedrático de sociología de la Universidad de California Berkeley, España
Aleksandra Dulkiewicz, alcaldesa de Danzica, Polonia
Simonetta Agnello Hornby, escritora, Reino Unido
Felipe González Márquez, ex presidente de España
Irina Bokova, ex directora general de la UNESCO, miembro del alto comité para la fraternidad humana, Bulgaria
Mark Eyskens, ex primer ministro belga
Hans Gert Pöttering, ex presidente del Parlamento europeo, Alemania
Marie De Hennezel, psicóloga, Francia
Jean-Pierre Denis, director del semanario 'La Vie', Francia
Card. Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia
Adam Michnik, ensayista, director de Gazeta Wyborcza, Polonia
Michel Wieviorka, sociólogo, presidente de la Fondation Maison des Sciences de l'Homme de París, Francia
Giuseppe De Rita, fundador de CENSIS
Stefania Giannini, directora general adjunta de la UNESCO
Maria Antónia Palla, periodista, Portugal
Navi Pillay, jueza, presidenta de ICDP, Sudáfrica
Annette Schavan, ex ministra federal alemana de Educación e Investigación, Alemania
Jürgen Habermas, filósofo, Alemania
PARA ADHERIRSE AL MANIFIESTO ESCRIBIR A eventi@santegidio.org
PARA OTRAS INFORMACIONES: www.santegidio.org