Hacerse pequeño COMO UN NIÑO 3
Verte jugar es como ver la luz del cielo
Todo alumbramiento es un regalo de la vida, una sorpresa, un encantamiento, un compromiso existencial, un canto… En “El hijo” Susana March ensaya vuelos de profecía, exploración de arúspice: “¿Quién eras antes, dime? / ¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento? / ¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro? ¿O un álamo esbelto? / ¿Quién eras? ¿Un claro arroyo / cruzando un verde bosque de abetos? / ¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo de viento? / ¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué / diste a mi vida tanto deslumbramiento…?”
VERTE JUGAR ES COMO VER LA LUZ DEL CIELO
Viendo jugar a su hijo, le alborotan la fantasía a Susana March un rico enjambre de ensoñaciones blancas: verte jugar, hijo mío, es como “contemplar a los santos con sus coronas de oro / remontar las azules colinas de la Gloria...” Y más: verte jugar “es como echar los brazos / al cuello de Dios...” Le van llegando bandadas de sensaciones y sentimientos, como si ya estuviera flotando no sé si en el Paraíso del Edén o en el Paraíso del Resucitado. Sugerencia:imagina que Susana, la madre, simboliza a Dios; y que tú eres el niño, la niña que juega, y Dios contempla complacido tus travesuras, tu risa.
VERTE JUGAR
Verte jugar es como ver la luz del cielo
en un claro día de primavera,
oír cantar los pájaros,
contemplar a los santos con sus coronas de oro
remontar las azules colinas de la Gloria.
Verte jugar, es como ver la lluvia
temblar en los cristales,
aspirar el perfume de la tierra mojada,
tocar las nubes con los dedos,
beber el agua de los arroyos,
cabalgar en el arco iris,
sentir que nos aman
y que el mundo es hermoso.
Verte jugar, Alfredo, hijo mío, mi hermano,
mi rey despótico y dulcísimo,
es como echar los brazos
al cuello de Dios.
Verte jugar, hijo mío...
AYÚDANOS, SEÑOR, A CONOCER Y AMAR A CADA UNO
Ha compuesto Jesús Mauleón una bella “Oración de los padres” que resume, con claridad y hondura, la dignidad y retos de ser padre/madre. Nos enseña que venimos de Dios Padre, fuente primera, a través de la pareja humana, fuente segunda. Y que Dios nos quiere libres, nuestros padres nos quieren libres, y nosotros nos queremos libres... Pero será mejor leer y meditar el texto. Podríamos contemplar antes una sencilla escena de la vida de oración de Teresita del Niño Jesús, referida al amor que tenía a su Padre del cielo. “Un día, la hermana Genoveva entra en la celda de Teresa y la encuentra en un gran recogimiento. ¿En qué piensas?, le pregunta. Medito en el Padre; es tan dulce llamar a Dios Padre nuestro, le responde Teresa con los ojos brillantes de lágrimas.”Reflexiona: ¿cómo sería la “Oración de los hijos”? Improvísala. Dale gracias a Dios Creador por tu vida en su fuente original. A tus padres, cauce manantial de amor. Y a tu paternidad interior que, en libertad, te va señalando rutas y caminos por las difíciles sendas del mapa de tu vida.
SI LIBRES SON LOS PÁJAROS Y EL VIENTO
Oración de los padres
Si libres son los pájaros y el viento,
más libres nuestros hijos.
Los llamaremos nuestros porque tú nos los diste
y porque los queremos
con el amor que grita en nuestro instinto.
Pero ellos son suyos...
Tú nos diste el oficio de la fuente
y el hondo honor del manantial;
pero los ríos corren
en canto y transparencia de sí mismos...
Tú eres, Señor, el hontanar primero
fuente de toda vida,
el Padre eterno y libre de nuestros hijos libres
el agua original de donde somos
y el mar adonde vuela nuestra prisa.
Libre eres tú, Señor, libres nosotros
y libres nuestros hijos...
Ayúdanos, Señor, a asemejamos
a ti,
padre de nuestros hijos, Padre nuestro,
y, como padres, a escalar contigo
la cima del amor y del respeto,
a no apresar las aguas, oponiéndoles
insoportables diques
ni a abandonarlas, ciegas de crecida,
hacia la destrucción propia y ajena.
Ayúdanos, Señor,
a conocer y amar a cada uno
como es él,
a amarlo y exigirle
como es él,
y a aflojar sabiamente nuestras riendas
según lo pida el trote de sus años.
Los llamaremos nuestros porque tú nos los diste
en muy honroso oficio y tarea de amor.
Pero ellos son tuyos y bien tuyos.
Suyos y bien suyos.
Concédenos quererlos y educarlos
como a tus propios hijos,
dueños de sí y felices.
Amén.
QUE NO SE BORRE ANDRÉS DE TU MEMORIA
No todos los bebés que crecen dentro de la madre llegan a ver la luz del sol y de la luna. Algunos, demasiados, se pierden por el camino. Hace años no era raro que, al nacer, los niños fallecieran y, desgraciadamente, alguna vez hasta la madre. Lamenta Carlos Murciano la muerte de un recién nacido. Pero quiere dejar constancia de que Andrés era su nombre. Y pide a Dios que no se olvide de él, que lo ame y cuide en su Reino de Alegría y Paz, hijo querido de su ternísimo Corazón. Sugerencia:dar gracias a Dios por mi vida, y preguntarle si los caminos que voy eligiendo son también sus caminos...
REQUIEM POR UN HOMBRE
Hoy se ha acabado Andrés. Vivía. Era
un hombre más. Señor, ¿le conocías?
Te lo presentaré: carne de días
encerrada en un alma verdadera.
O al revés. Ya no importa. Lo que fuera.
Un hombre, un nombre: Andrés. Señor, ¿decías?
No dices nada. En fin: sus alegrías
estrenan hoy un traje de madera.
¿Sus alegrías? Bueno, si las tuvo.
Tristezas, más. Me consta y lo comprendo.
Menos o más, cerraron una historia.
Porque alguien está ya donde él estuvo,
Carlos, un hombre más, te está pidiendo
que no se borre Andrés de tu memoria.
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Hacerse pequeño COMO UN NIÑO
1. El que se hace pequeño como este niño…
REGALO, de Ángel Sanz
LIMOSNA, de Ramón de Garciasol
2. Y Dios se olvida de cerrar la puerta
18 DE NOVIEMBRE, de Carlos Murciano
MECIENDO, de Gabriela Mistral
HIJOS MÍOS, SAETAS, de Cintio Vitier
3. Verte jugar es como ver la luz del cielo
VERTE JUGAR, de Susana March
SI LIBRES SON LOS PÁJAROS…, de Jesús Mauleón
REQUIEM POR UN HOMBRE, de Carlos Murciano
y4. Vuelvo a los días rosados
AGRANDA LA PUERTA, PADRE, de Miguel de Unamuno
ORACIÓN DE ABANDONO, de Carlos de Foucauld
En el amor del CANTAR DE LOS CANTARES
1. Dios es amor. El hombre y la mujer son amor.
POESÍA COMPROMETIDA, de Enrique García-Máiquez
LA PAREJA, de Leopoldo de Luis.
2. Amaneciendo cada día a romper mi oscuridad
LA AMADA INNUMERABLE, de Bartolomé Mostaza
LA ESPOSA, de Jorge Carrera Andrade
EL PAN DE CADA DÍA, de Ángel Urrutia Iturbe.
3. Un velo de sueño y de ternura
LA ORACIÓN DE LA NOCHE, de José María Valverde
ORACIÓN DEL ESPOSO, de Juan Ruíz Peña
INVIERNO, de Luis Felipe Vivanco.
4. Como en las manos de Dios
A MI ESPOSA, de Cintio Vitier
ESTOY MIRANDO TUS MANOS, de José Bergamín
MOMENTO, de Carlos Murciano.
y5. ¿Qué son esas trompetas?
JUICIO FINAL, de Agustín de Foxá
AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES, de Casaldáliga