Rafael Morales 5. DE PRONTO, EL BARRO FUE VIVIFICADO
Seguimos comentando levemente los versos de “Canción sobre el asfalto” (1954), en sus dos secciones centrales: “Lejos queda el asfalto” y “Ahora os hablo de mí”, personales ambas, muy íntimas. Casi todos los poemas son sonetos.
1. “Lejos queda el asfalto”. Predomina el tema religioso. Reproduciremos a continuación, completos, dos poemas: “Adán” y “Tentación”, sobre la Creación del hombre y la Expulsión del Paraíso. Tendremos que omitir, por razón de espacio, otros dos interesantes títulos vinculados a la Encarnación, como “Al gozo de la Virgen cuando se supo madre de Cristo”, muy lírico, que comenta los siguientes versos de Alfonso Álvarez de Villasandino: “Plazentero fue el primero / gozo, Señora, que oviste / cuando el vero mensajero / te salvó, tú respondiste.”
El otro poema de Navidad es “Al Niño Dios”. Transcribimos los tercetos: “Divinidad, que tan pequeña y suave, / se hace niña en tu carne redentora, / en lo infinito ni siquiera cabe. / En Ti la eternidad tiene su aurora, / en Ti nada se halla que se acabe, / oh alba de Dios que entre la paja llora.”
2. “Ahora os hablo de mi”. Hemos elegido, para leer completo, “Como el chopo”. Pero merece la pena citar algunos versos amorosos, por ejemplo de “Jardín”, nostálgicos de ausencia. Es una tarde gris, de ensueño, llueve delicadamente... “Oh caricia de Dios, tibia y silente, / derramada en el aire y en mis venas...” Y en los versos finales: “A ti te sueño, Concepción, te evoco / en esta tarde de templada calma, / donde faltan la luz y tu sonrisa, / y en el silencio de la tarde toco / la callada presencia de tu alma, / que llega con la lluvia y con la brisa.”
SINTIÓ FLUIR EL AIRE SUAVEMENTE
La estampa que preside el primer poema es muy sugerente: un Yavé escultor de barro, rodeado de naturaleza vegetal y animal que curiosea, modela el cuerpo y sopla el alma del primer hombre. Lo explica Rafael Morales: como un recién nacido, necesita el rey de la Creación respirar, o llorar, o gritar (“sintió fluir el aire suavemente”). Levantó dichoso los brazos y el corazón hacia el azul del cielo, como intentando volar, pero le jaló desde la tierra la oscura fuerza de la gravedad. Y Adán “miraba pensativo al cielo” (Gen 2,7–21).
ADÁN
De pronto, el barro fue vivificado
y Adán sintió fluirle dulcemente
un agua limpia, juvenil, caliente,
como el arroyo que miró a su lado.
Era la sangre ya. Y, entusiasmado,
los brazos levantó, puro, inocente:
sintió fluir el aire suavemente,
igual que el árbol fresco y delicado.
Y fue a volar como la rama alada,
como el ave feliz de grácil vuelo,
mas vio la tierra contra el pie pegada,
que le tiraba de su cuerpo el suelo,
y echose en él, con la ilusión tronchada,
mientras miraba pensativo al cielo.
EL ANSIA SE COLMÓ... Y ADÁN LLORABA
Después de la Creación del primer hombre (y la primera mujer) sucedería la prueba y la desobediencia. Hermosa descripción de la manzana en lo alto del árbol de la vida como llama que asciende a la divinidad. No se explica en el poema por qué ansiaba tanto Adán el fruto prohibido, aunque se sugiere en el texto bíblico, por boca de la serpiente, que “el día que comáis el fruto del árbol se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y el mal”. Desgarrador final: cayó sentencia sobre la pareja original y amaneció en la tierra la culpa, el dolor y la muerte. Y Adán lloraba... (Leer Gen 3,1–24.)
TENTACIÓN
La tentación, el ansia, la locura,
la órbita del ojo iluminada
por la pupila turbia y acerada,
fijo astro de ardiente calentura.
Y el árbol de la vida, en su espesura
guardando la manzana deseada,
subiéndola hacia el cielo, aprisionada
en una verde llama hacia la altura...
Y Adán tendió su mano enfebrecida,
hundió sus labios rojos en la pulpa
que en un blanco crujido se entregaba.
Y todo fue dolor, oh Dios. La culpa
se fundió con el hombre y con su vida.
El ansia se colmó... Y Adán lloraba.
MAS SIEMPRE EN PIE, COMO EL DOLOR QUE TENGO
Los versos de "Como el chopo" simbolizan gráficamente la realidad de ser hombre: un movimiento ascensional de vida ("un gran clamor de verdes corazones"), y un movimiento de garra hacia la tierra ("donde la muerte, sin cesar, trabaja"). Estiramiento vertical: hacia la luz, hacia el encuentro y la trasvida, hacia el amor y la esperanza; y hacia el barro y la muerte, hacia el dolor y el llanto...
COMO EL CHOPO
Se recorta en el cielo ceniciento,
por el viento tajado a desgarrones,
un chopo solitario. Sus raigones
hunden en tierra el pardo movimiento.
Pero hacia el cielo sube turbulento,
y son sus tiernas hojas, a empellones,
un gran clamor de verdes corazones
que estalla en cada rama con el viento.
Así a lo hondo de la tierra baja
esta vida de hombre que sostengo,
donde la muerte, sin cesar, trabaja.
Y así, a lo alto, como el chopo, vengo,
hendido por el viento que me taja,
mas siempre en pie, como el dolor que tengo.
RAFAEL MORALES
Premio Nacional de Literatura 1954
1.Poemas del toro
CHOTO
A UN TORO VIEJO
2.El corazón y la tierra
A UN ESQUELETO DE MUCHACHA
PRIMAVERA
INSTINTO
3.En este valle de lágrimas
LOS ABANDONADOS
LAS AMANTES VIEJAS
LOS NIÑOS MUERTOS
4.Canción sobre el asfalto
CÁNTICO DOLOROSO AL CUBO DE LA BASURA
CANCIONCILLA DE AMOR A MIS ZAPATOS
SONETO TRISTE PARA MI ÚLTIMA CHAQUETA
5.De pronto, el barro fue vivificado
ADÁN
TENTACIÓN
COMO EL CHOPO
6.Dos árboles y un gato
LA TRANSFIGURACIÓN
EL ÁRBOL DE LA CLÍNICA
GATO NEGRO EN EL PASEO DE LAS DELICIAS