Entrevista al obispo de San Sebastián: "Me he encontrado una diócesis con su idiosincrasia, pero bastante normal" Fernando Prado: “Tiendo a ser realista y a no juzgar demasiado el pasado”

Mons. Fernando Prado: “Tiendo a ser realista y a no juzgar demasiado el pasado”
Mons. Fernando Prado: “Tiendo a ser realista y a no juzgar demasiado el pasado” Diócesis San Sebastián

El comienzo de curso y de año pastoral es una buena ocasión para entrevistar a los obispos y conocer algo de ellos y de sus planes para sus diócesis

"Creo que me he encontrado una diócesis con su idiosincrasia, pero bastante normal"

"En San Antonio María Claret tengo un buen espejo en quien mirarme para llegar a ser un obispo bueno y santo"

"Seguir sosteniendo la fe de los creyentes de Gipuzkoa y sirviendo a la sociedad desde la colaboración con las demás instituciones, bien sean públicas o privadas, y desde el servicio que se ofrece también a las personas más vulnerables"

"dados los desafíos eclesiales tan grandes que tenemos, siendo realistas, la posible nueva configuración (la provincia eclesiástica vasco navarra) no es una prioridad eclesial para casi nadie en este momento"

Ya lleva un tiempo en el cargo y ha podido tener ya una visión de la diócesis. ¿Suceder a Monseñor Munilla ha condicionado de alguna manera su entrada en San Sebastián y la puesta en marcha de un proyecto para la Diócesis que usted considere necesario?. No podemos negar que fue un relevo no derivado de una jubilación por edad.

El relevo de Mons. Munilla fue un relevo normal, como los relevos que se hacen en el episcopado en muchas diócesis del mundo y también de nuestro país. Después de doce años largos de ministerio en San Sebastián, Mons. Munilla fue enviado a otra diócesis con una solución de continuidad bien realizada. Mons. Francisco Pérez estuvo varios meses, hasta mi nombramiento, como obispo administrador apostólico, facilitando el camino. Como soy obispo novato, no sabría decir lo que supone suceder a otro obispo. Tiendo a ser realista y a no juzgar demasiado el pasado. Lo cierto es que me he encontrado una diócesis con sus debilidades y con sus fortalezas, en una situación muy similar a todas las diócesis de nuestro entorno europeo, afectada por un cambio de época muy fuerte, en el que la fe y la cultura cristiana han ido declinando hacia una cultura mucho más secularizada y una vivencia de la fe y de la vida de la comunidad cristiana menos significativa, que atraviesa cambios inéditos para nosotros. En esas estamos. Creo que me he encontrado una diócesis con su idiosincrasia, pero bastante normal.

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El clero diocesano de San Sebastián tiene fama de ser un clero unido, usted ya lo conocía, ¿ha cambiado la imagen de quienes fueron un día sus compañeros y hoy es usted su obispo? Y del diaconado permanente, ¿está entre sus objetivos promover esta vocación?

Ciertamente, el clero de San Sebastián es un clero bastante unido, pero tiene sus notas particulares. A la par que nuestra sociedad y nuestro pueblo de Dios, el clero está envejecido y las vocaciones son escasas, casi un milagro. La media de edad del clero en la diócesis es altísima. Es necesario profundizar, en nuestra comunidad diocesana, en eso que desde hace años venimos denominando “una cultura vocacional” en la Iglesia. Todos los creyentes hemos de considerar y tomar una nueva conciencia de que la vida cristiana es una respuesta a una llamada de Dios, o no es cristiana. Todo bautizado ha de vivir con esa tensión vocacional de responder con la vida, tratando de buscar siempre la voluntad de Dios, en actitud de servicio. Especialmente los jóvenes que están en ese momento vital en el que la vida toma una dirección muy determinada. Ojalá todos enseñemos a los más jóvenes a plantearse cristianamente la vida. Pienso que muchas veces sucede que los jóvenes cristianos, pero también sus padres, sus familiares y sus educadores no se hacen la pregunta adecuada sobre sus vidas. Uno se pregunta qué es lo que va a hacer, qué va a estudiar, qué carrera o qué oficio tiene más futuro, más sueldo, más nombre… y nos olvidamos que, en cristiano, la pregunta es un poco diferente: se trata de preguntarse más bien qué es lo que el Señor quiere para nuestras vidas, a qué me llama el Señor, en qué podré servir mejor al mundo y también a nuestra comunidad cristiana. El planteamiento vocacional, así entendido, es bien distinto. Y esto, en la comunidad cristiana, también se concreta en algunas vocaciones especiales de servicio y testimonio, en los diversos ministerios eclesiales, bien sean ordenados, instituidos o bien sea en las diferentes formas de vida consagrada. En lo que me refieres del Diaconado permanente, sin duda es una vocación concreta que tenemos que promocionar más y más en la diócesis. Estamos en ello. Es importante caer en la cuenta de que es una vocación de servicio a la comunidad cristiana bien concreta, con un acento muy especial en el anuncio de la palabra y en el servicio de la caridad. 

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Desde que ha sido ordenado ¿se le ha ocurrido pensar qué le diría Antonio María Claret a usted, ahora de claretiano a claretiano y de obispo a obispo? De sus hermanos me consta que están muy orgullosos con su nombramiento. 

Pues la verdad es que no se me ha ocurrido pensar en ello. Te diría, simplemente, que yo estoy muy orgulloso de ser un Hijo del Corazón de María. En la fragua de ese corazón, gracias a mis hermanos claretianos a quienes adoro y me siento tan unido, he aprendido a ser persona, cristiano, religioso y sacerdote. En San Antonio María Claret tengo un buen espejo en quien mirarme para llegar a ser un obispo bueno y santo. Espero que desde el cielo me mire con benevolencia y me dé una mano para caminar con renovada ilusión cada día.

¿Qué planes puede avanzar para este curso en su diócesis de San Sebastián?

“Si quieres hacer reír al Señor, muéstrale tus planes”, dice un proverbio. Nuestra diócesis de San Sebastián cuenta con unos planes y una reflexión muy rica, fruto maduro de muchos años, que nos permite situarnos en la realidad que nos toca vivir, con cierto camino recorrido, y muy en sintonía con el magisterio actual de la Iglesia y de este pontificado. Nos enmarcamos en esos planes diocesanos ya trazados antes de mi llegada a la diócesis, y la idea es ir clarificándonos y estructurándonos mejor para seguir siendo la Iglesia de Cristo en este tiempo nuevo y esta nueva cultura postcristiana que nos toca vivir. Estamos metidos en un proceso de renovación diocesana que iniciamos el año pasado y que el próximo año nos va a ir llevando a tomar decisiones importantes sobre el caminar próximo de nuestras comunidades cristianas en pueblos y ciudades. Esta renovación ha de ser primeramente algo espiritual. Todos estamos llamados a renovarnos. La renovación ha de ser integral, no solo organizacional. Celebrar el Jubileo, que coincide con el jubileo propio diocesano de los 75 años como diócesis, nos servirá de estímulo. Pero el proceso que se ha abierto es de largo recorrido. El desafío evangelizador y la transmisión de la fe son los temas estrella que tenemos que seguir abordando con determinación. Junto con estos, seguir sosteniendo la fe de los creyentes de Gipuzkoa y sirviendo a la sociedad desde la colaboración con las demás instituciones, bien sean públicas o privadas, y desde el servicio que se ofrece también a las personas más vulnerables.

¿Cree que tras la renovación del episcopado en las diócesis vascas y en Navarra se dan hoy las condiciones para recuperar por ejemplo aquellas pastorales conjuntas que tanto fueron leídas?

Estamos en ese discernimiento. 

Fernando Prado
Fernando Prado

¿Es usted partidario de retomar, por enésima vez habría que decir, la demanda histórica de una provincia eclesiástica vasco navarra y si, puestos a hacer cambios sería partidario de incluir a Calahorra y La calzada -Logroño recuperando de alguna manera el marco de lo que fue el viejo Reino de Navarra?

Reconozco que la actual configuración de las provincias eclesiásticas no es del todo funcional y no responde a este momento histórico. El País Vasco, su estructura civil, sus leyes sanitarias, educativas, sus características lingüísticas y culturales, por ejemplo, tienen grandes diferencias con respecto a Burgos, Palencia, o con la Rioja y con Jaca en nuestro caso. Sociológicamente, también hay muchas diferencias. La cultura euskaldún es compartida por gran parte de los Navarros, cada vez más, lo que hace que haya una afinidad mayor. Con todo, creo que dados los desafíos eclesiales tan grandes que tenemos, siendo realistas, la posible nueva configuración no es una prioridad eclesial para casi nadie en este momento. Yo sería partidario de ella, con matices a lo que tú hablas sobre Calahorra-Calzada, pero tampoco lo veo como algo prioritario.

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Non solum sed etiam

La entrevista, por motivos de agenda, no pudo ser hecha en persona y grabada, sino por escrito. Esto resta poder mirar a los ojos del entrevistado, algo que yo valoro y procuro hacer siempre que puedo. 

La entrevista en directo permite a veces aclarar incluso el motivo de la pregunta, como la que le hago sobre Antonio María Claret. Esa pregunta la pensé porque a veces en los obispos religiosos la condición de obispo eclipsa la identidad y el carisma religioso de donde proceden. Y me parece importante poner en valor que un claretiano siga siendo y actuando como claretiano, y un salesiano como salesiano, un dominico como dominico, y un franciscano como franciscano, … Creo que el carisma de los obispos que pertenecen a una orden o congregación es un valor añadido a su condición de obispo. Un valor que no deben perder, antes bien ponerlo al servicio de su episcopado.

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