Menaje en la botella… para el Papa Francisco (05) Padre Francisco, ¿el Pan de la Eucaristía tiene que ser necesariamente de harina de trigo? ¿Y la Sangre el vino fruto de la vid?

Padre Francisco, ¿el Pan de la Eucaristía tiene que ser necesariamente de harina de trigo? ¿Y la Sangre el vino fruto de la vid?
Padre Francisco, ¿el Pan de la Eucaristía tiene que ser necesariamente de harina de trigo? ¿Y la Sangre el vino fruto de la vid? VLG

Pero no en todos los lugares del mundo el “pan cotidiano” es fruto del grano de trigo molido; en otras tierras el producto cotidiano es el maíz, la mandioca, la yuca, el arroz, …

vemos que a lo largo de la historia se han ido haciendo concesiones y respetando diversas opciones

Es entendible que en la historia de la Iglesia se haya regulado con rigor ciertos temas buscando el control exclusivo de las prácticas sacramentales, evitar los abusos y las profanaciones, pero de lo que hablamos es otra cosa, es de hacer accesible a todo el mundo lo más central de la vida de la Iglesia, la Eucaristía

Como casi siempre, mis preguntas no surgen al azar, sino en base a alguna historia. Y la de esta pregunta es la siguiente: Escuche a un sacerdote africano contar la historia de una comunidad en África que tuvo que optar entre destinar el dinero que tenían para medicinas o para comprar el pan y el vino para la Eucaristía. Optaron por gastar el dinero, de las medicinas, para el Pan y el Vino. 

A priori podría ser una hermosa historia de fe y devoción en la Eucaristía. Pero … a mi me hizo pensar. 

Jesús tomó los elementos que tenía a mano y que eran propios de su cultura y ubicación geográfica. El pan de cada día y el vino de mesa. 

En la oración del Padre Nuestro nos invita a pedir el “pan nuestro de cada día” “Panem nostrum quotidianum da nobis hodie” decimos en latín, el pan cotidiano, el que cada día aparece en la mesa. 

Pero no en todos los lugares del mundo el “pan cotidiano” es fruto del grano de trigo molido; en otras tierras el producto cotidiano es el maíz, la mandioca, la yuca, el arroz, …

Ya se logró una solución para el acceso a la Eucaristía de los celíacos elaborando hostias bajas en gluten, que antes solo podían participar bebiendo del cáliz el vino consagrado. 

José Antonio Goñi Beásoain de Paulorena, profesor de la facultad de teología de Vitoria,  tiene un texto en el que señala claramente : 

“De modo que, el ingrediente para elaborar el pan destinado para la celebración de la eucaristía no está sujeto a la inculturación, esto es, a la adaptación según las culturas de los diferentes pueblos donde se celebre la eucaristía. No es por tanto posible que cada pueblo o cada cultura utilice para celebrar la eucaristía el tipo de pan que comen ellos habitualmente. Así, por ejemplo, que en Latinoamérica se empleara, en lugar de pan de trigo, pan de maíz, que es el que allí se come . Y tan poco se permite, en la fabricación del pan para la eucaristía, mezclar con el trigo otras sustancias, «como frutas, azúcar o miel» . El pan debe ser exclusivamente de trigo. “

En el mismo autor encuentro otra adaptación vivida en la historia de la Iglesia: “No obstante, las primeras comunidades cristianas no dieron importancia a este hecho, ya que celebraban la eucaristía con pan fermentado. Posiblemente pretendían marcar de este modo la diferencia entre la cena pascual veterotestamentaria y la nueva cena pascual instituida por Jesús. Así, a simple vista, los judíos podían percatarse de que su cena pascual no era la misma que la cena pascual de los cristianos”

Y continúa diciendo: 

“Fue a partir del siglo IX cuando en Occidente se empezaron a levantar voces defendiendo el uso de pan ázimo. Poco a poco en la Iglesia latina se fue implantando el pan ázimo en la celebración eucarística. Son diversas las razones que se barajan como motivo de este cambio: el deseo de utilizar pan que fuera lo más blanco y bonito posible, el deseo de mostrar una mayor diferencia entre la eucaristía y la comida habitual, la defensa de la pureza del pan sin fermento, el deseo de imitar la pascua judía, las resonancias bíblicas del pan ázimo…. No obstante la Iglesia oriental siguió celebrando la eucaristía con pan fermentado con levadura. El Concilio de Florencia afirma este doble uso de pan de trigo ázimo o fermentado en la Iglesia occidental y oriental, respectivamente, y la validez de ambos tipos de pan como materia para la eucaristía.”

Por lo tanto vemos que a lo largo de la historia se han ido haciendo concesiones y respetando diversas opciones.

Entiendo que haya un simbolismo de unidad en el uso de la misma materia para la Eucaristía, pero que el acceso a esta materia para algunas comunidades cristianas suponga una renuncia a otros bienes necesarios como las medicinas me hizo pensar. 

¿Fue aquello un hecho aislado? ¿La globalización ha facilitado el transporte de la harina de trigo a todos los rincones del mundo? ¿De verdad pierde el sentido de Pan de Vida que la Eucaristía se materialice en el producto de alimento cotidiano más básico de cada cultura? 

Siguiendo con el mismo autor encuentro este párrafo:

“La eucaristía para que sea significativa debe aparecer como verdadero alimento.

Los judíos durante su peregrinar por el desierto hacia la tierra prometida se alimentaron con el maná, el pan que Dios les daba. Jesús, tomando esta imagen del Antiguo Testamento, se designó a sí mismo como el verdadero «pan bajado del cielo», como el verdadero alimento que nos sustenta en nuestro peregrinar hacia la patria definitiva.” 

Si la eucaristía para que sea significativa debe aparecer como verdadero alimento…en cada cultura el alimento verdadero es el “cotidiano”, el de cada día. Y al igual que Jesús toma la imagen del maná bajado del cielo, la Iglesia podría aceptar que Jesús se convierta en el alimento eucarístico en la forma del “alimento cotidiano” de cada lugar. Dios encarnado en la realidad de cada pueblo como predicaba el misionero Alejandro Labaka. 

¿De verdad que lo más importante en medio de la Selva Amazónica para celebrar la eucaristía es que esta se haga con pan ázimo de harina de trigo en el formato de oblea redonda con unas medidas establecidas y elaborado no más tarde de tres semanas atrás?

¿El acceso a estas materias debe condicionar hasta el extremo el acceso a la Eucaristía?

Con el Concilio Vaticano II se abrió el acceso a la Palabra desde las lenguas vernáculas, no solo se permitió sino que se indicó que así fuese. Sino estaríamos todavía obligando a todo el mundo a conocer y manejar el latín, que no digo que sea malo su conocimiento pero sí su imposición sin más opciones. De esta manera la Iglesia dio acceso a la Palabra a todo el mundo en su lengua materna, y permitió la inculturación del Evangelio. ¿Por qué no inculturar la Eucaristía? Al menos aceptar que una situación de difícil acceso a los elementos de la harina de trigo y el vino de uva, o que su adquisición suponga una renuncia de otros elementos importantes para la salud o la vida que junto a una recomendación general, no imposición, conviva la opción de la adaptación a la realidad local y la Eucaristía se pueda celebrar con el alimento cotidiano de cada lugar. 

Si hasta el uso de una o varias obleas grandes ha sido materia de adaptación a la realidad y a las circunstancias hasta admitirse que las pequeñas formas que no son el pan partido y repartido sean las idóneas para la distribución de la comunión. 

Es entendible que en la historia de la Iglesia se haya regulado con rigor ciertos temas buscando el control exclusivo de las prácticas sacramentales, evitar los abusos y las profanaciones, pero de lo que hablamos es otra cosa, es de hacer accesible a todo el mundo lo más central de la vida de la Iglesia, la Eucaristía. 

Y con respecto del vino ya hay una pequeña concesión hecha para el uso alternativo del mosto por parte de personas con problemas con el alcohol. 

Quizá resulte más difícil buscar una adaptación del vino como la sangre de Cristo a otras bebidas que tengan un rango similar. 

El uso solo del agua ya tuvo su precedente con los “acuarianos”, que además de identificar a los nacidos bajo el signo de acuario, como un servidor, identifica a un grupo herético llamado encratitas fundado por Taciano el Sirio hacia el año 172, que celebraba la misa solo con agua, en lugar de vino. También conocidos como Hidropasianos. Ascetas y abstemios radicales. 

Es muy hermosa la simbología que se le ha buscado a mezclar un poquito de agua en la copa de vino. Esta es la oración que dice el sacerdote en ese momento: “El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana”.

Pero más allá de buscar una alternativa al vino por cuestiones ideológicas lo que busco es saber si el zumo de otros frutos de más fácil acceso en cada cultura podrían aceptarse en una celebración de la Eucaristía en el caso de que el acceso al vino de uva fuese imposible. 

En un artículo en el diario El Correo de 2018 encuentro el siguiente párrafo:

“En Escandinavia, por ejemplo, no crecen las viñas. Cuando el bloqueo naval por la guerra privó a Suecia de la importación de vino, el rey Erik XIV consultó a los teólogos si cabía celebrar la eucaristía con otras bebidas: la respuesta fue negativa. Pero en 1563 no quedó ya una gota en todo el reino y el partido calvinista, tras sesudas elucubraciones sobre la sustancia y los accidentes, abogó por cierta tolerancia y hubo sacerdotes que empezaron a consagrar agua, miel o cerveza. Fueron prontamente calificados de herejes por los luteranos.”

Ese artículo recoge otras “curiosidades” eucarísticas dentro, sí, de otras iglesias cristianas, no de la católica. 

Y por añadir una reflexión más, basada en datos que ya se han estudiado, recojo el uso de la leche en las celebraciones eucarísticas. 

Tras leer algunos artículos encuentro que la leche, como la sangre son alimento de vida. Ahí tenemos al pelícano que es todo un símbolo de la Eucaristía la imagen de una madre que alimenta a sus polluelos con su propia sangre. 

La leche ( y la miel) como alimentos entroncan con el Antiguo Testamento, y muy probablemente estuvieron presentes en la Última Cena, solo que no fueron destacados por Jesús como alimentos que lo representasen en su forma de hacerse presente hasta el fin de los tiempos. 

La leche en el Nuevo Testamento simboliza podríamos decir que el Primer Anuncio (tan en boga hoy día)

La eucaristía ha sido denominada en algún momento de la historia de la Iglesia como “leche”, auténtico y verdadero alimento de Vida. 

En un texto que he encontrado en este enlace: https://www.mscperu.org/liturgia/mistagogia/leche_y_miel.htm 

Se dice expresamente: “la leche en ningún momento ocupa el lugar del cáliz debido; sin embargo, en ciertas regiones se bendice un cáliz con una mezcla de leche y miel en la eucaristía del bautismo junto con el cáliz de vino que se proclama como la sangre o sea la directa presencia de Cristo.”

Por lo tanto aquí tenemos otro elemento natural y de consumo humano, de proximidad podríamos decir hoy, que está vinculado a la celebración de la Eucaristía, quizá no directamente al sacramento, pero sí a la celebración. 

Detrás de todas estas formulaciones no pretendo poner en cuestión la Eucaristía en su formato original ni en la formulación que hemos conocido y celebrado “siempre”, sino más bien ver las posibilidades de hacerla llegar a todo el mundo, incluido a quienes por las circunstancias que sean no puedan acceder a los elementos primigenios de la Eucaristía. Lo que quedaría formulado con la pregunta inicial:  Padre Francisco, ¿el Pan de la Eucaristía tiene que ser necesariamente de harina de trigo? ¿Y la Sangre el vino fruto de la vid?

Xabier Picaza ya publicó un artículo dejando estas cuestiones sobre el tapete. Os comparto el enlace del mismo: 

https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Corpus-Elementos-comidas-Pan-pescado_7_2239646037.html 

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