San Francisco es una iglesia, y por ello, Centro de la Memoria de Aquel que murió por todos.

Que el templo de San Francisco estará eternamente ligado a los acontecimientos que ocurrieron en Vitoria el 3 de marzo de 1976, a las reivindicaciones obreras en sus asambleas, y al asesinato de cinco trabajadores por parte de la policía nacional es algo que a estas alturas nadie puede negar ni ignorar. Pero de ahí a convertir la iglesia de San Francisco en un icono de las víctimas del franquismo hay una frontera que, por muchos motivos, nunca debería cruzarse.

Una vez más se alzan voces para monopolizar la iglesia de San Francisco de Asís en torno al 3 de marzo. En esta ocasión es una nueva plataforma denominada somos memoria, “Memoria Gara”, quien propone crear un Centro de Memoria y Derechos Humanos en la iglesia de San Francisco.


Non solum sed etiam

Es fácilmente entendible (aunque no en todos los casos) que, a quienes se sienten particularmente cercanos a las víctimas del 3 de marzo y sus familias, les cueste ver que la simbología del templo de San Francisco alcanza más allá del 3 de marzo de 1976. Su lectura, la de ellos, se circunscribe a un día muy concreto de la historia de este edificio religioso. Y es entendible que se les escapen razonamientos históricos, teológicos y pastorales que impiden que su demanda tenga acogida por parte de los responsables de la Diócesis de Vitoria, como ha sido hasta la fecha, o que, simplemente, un amplio elenco de razones haga inviable su idea.

Por otro lado, la iglesia de San Francisco, como cualquier otra iglesia, o edificio de culto cristiano, ya son un Centro de Memoria, son un lugar de Memoria y Derechos Humanos.

La única memoria que un templo cristiano debe albergar es la de la Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, y en ella, como en ninguna otra, se concentra una verdadera memoria sin excepciones, porque Cristo murió por todos, sí por todos. No pedimos que se acepte esta interpretación, pero sí que se respete. Resulta difícil aceptar y entender que Dios murió también por, por ejemplo Franco, y por quienes apretaban el gatillo de los fusiles de uno y otro bando frente a un paredón; resulta difícil aceptar que Dios murió por quienes pusieron las bombas en Hiroshima, Gernika o Hipercor, y en varios de los cuarteles de la Guardia Civil, por quienes a bocajarro asestaron dos tiros en la nuca a Miguel Ángel Blanco, o quienes mantuvieron secuestrado a Ortega Lara; o a quienes cometieron cualquiera de los genocidios que salpican la historia de la humanidad, y que siguen sucediendo: Irak, Nigeria, …

Sí, quizá ese sea el gran error que se ha cometido con todos los “templos de los caídos”, que, por no centrar la memoria en el Único que no hizo excepciones, se han quedado en memoriales particulares, que no sanan heridas. Por eso San Francisco no debe caer en el mismo error y convertirse en otro Centro o Valle o Pirámide, de memoria particular.
Que la iglesia de San Francisco haya dejado de ser parroquia hoy, no implica que no lo pueda volver a ser otro día. Por otro lado como edificio de culto de la Iglesia, su destino siempre ha de estar vinculado con lo religioso. Y más diría, llamándose San Francisco de Asís, de albergar algo no cultual el belenismo o la Paz, la que se predica en el Evangelio, son las referencias más apropiadas.

Para Dios no hay muertos de primera o de segunda, esas discriminaciones han sido siempre humanas; para unos mausoleos y pirámides, para otros una placa o ni eso.

Con esto no estoy diciendo que la Iglesia tenga que desentenderse del 3 de marzo, ni de ninguna memoria que haga honor a cuantos han sido y siguen siendo en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento de la historia, víctimas inocentes de la sinrazón humana. Seguramente no habrá plataforma reivindicativa que no tenga cristianos en sus filas. Y así es, unos en unas y otros en otras, de forma más o menos visible, los cristianos nos hemos posicionado detrás de muchas pancartas.

Pero cada cual tiene sus claves y espacios. La Iglesia de San Francisco es el lugar donde celebrar una misa en memoria de los hechos y personas, sin excepciones, y para pedir a Dios que no se vuelvan nunca a repetir; San Francisco podría ser el espacio en el que cada 3 de marzo recordar aquel “Padre Nuestro” que el cortejo fúnebre rezó de camino al cementerio de Santa Isabel tras los funerales llevados a cabo en la Catedral Nueva; en las paredes de San Francisco se podría escribir la homilía original de los funerales, (cuyo texto aún se conserva y que fueron recogidas en el libro “Vitoria. De la huelga a la matanza”, y que en internet se pueden localizar en el siguiente enlace: http://blogs.periodistadigital.com/non-solum.php/2016/03/03/3-de-marzo-no-con-odio-), ya que en la catedral se acabó leyendo una versión censurada. Algunas de estas sugerencias se podrían venir realizando desde hace ya 40 años. Son sugerencias que cedo con gusto a “Memoria Gara”. Es una lástima que, habiendo sacerdotes y laicos militantes, próximos y presentes en las manifestaciones que cada año se celebran, no hayan caído en la cuenta de estos detalles que también forman parte de la memoria de aquellos días.

Estos sí que son elementos que podrían tener un espacio en el templo de San Francisco. Para todo lo demás está el espacio público y el beneplácito de quienes gestionan la res publica.

Más aún, si quieren ser auténtica y veraz memoria, tendrían que ser los primeros interesados en que San Francisco vuelva a ser parroquia, porque eso es lo que era en 1976. Y si lo convierten en un centro de la Memoria y los Derechos Humanos le quitan su identidad de iglesia para convertirlo en un edificio pagano, civil. Y para ello el obispado tendría que desprenderse del edificio y retirarle el nombre de “iglesia de San Francisco de Asís”, perdiendo con ello todo vínculo con los hechos.

La verdadera memoria es la que une a la iglesia parroquial de San Francisco con los hechos del 3 de marzo de 1976. Si deja de ser iglesia pierde toda conexión.

Y por otro lado, y argumentando que ese espacio de la iglesia, al dejar de ser parroquia, podría dársele otros usos, quiero decirles que, independientemente de que hayan trascendido o no, ideas no han faltado desde años antes de ser suspendida la actividad parroquial. Por lo que entenderán que antes de llevar a cabo una propuesta alternativa de uso de San Francisco tengan prioridad las de casa. Lo que les pone, a todos los que lleguen con nuevas ideas, a la cola de unos cuantos proyectos que se barajaron en su día antes de decantarse por la fundación que conserva el patrimonio de belenes de D. Sánchez Iñigo.

Antes hacía referencia al recorrido de este templo, construido en 1968, una obra del arquitecto Luis Peña Ganchegui que constituye uno de los referentes de la arquitectura religiosa modernista en Vitoria-Gasteiz de mediados del siglo pasado, juntamente con las iglesias de Coronación y Los Ángeles; San Francisco fue la parroquia de una comunidad cristiana floreciente, que se alimentó de la migración de muchos españoles venidos desde Extremadura, Galicia y otras provincias ante el crecimiento industrial de la ciudad; San Francisco tuvo su Asociación de Amigos de San Francisco que dinamizaron la vida de la comunidad, que montaban un belén de grandes dimensiones cada Navidad, que tuvieron su grupo de teatro para representar el musical que narra la vida del Poverello; que ofrecía talleres y cursos diversos en el entorno de la parroquia; San Francisco ha conocido miles de bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales antes de ser involuntariamente escenario de una masacre; el templo de San Francisco ha sido escenario también de la representación de la Pasión cuando un grupo en Vitoria la llevaba a cabo; San Francisco es hoy la sede de la Fundación San Francisco de Asís, alberga una exposición permanente de belenes, por mor de aquel que en las navidades de 1223 quiso recrear aquel acontecimiento que relatan los Evangelios; en las dependencias de San Francisco hoy también funciona un taller escuela de belenismo; Durante un tiempo se desarrollaron actividades del Servicio Diocesano de la Palabra; Y San Francisco tiene ya también su espacio cedido a la memoria del 3 de marzo, en su fachada, en la posibilidad de acceso que la Asociación 3 de marzo tiene concedida para las visitas guiadas; San Francisco se cedió recientemente para la grabación de la película que recuerda estos hechos y que será estrenada el próximo año. San Francisco tiene una historia mucho más amplia que el 3 de marzo y no puede ni debe ser hipotecada como Centro de Memoria Histórica, porque no lo es, es una iglesia.

San Francisco fue, y sigue siendo, un templo cristiano y religioso, no un edificio civil, y así tiene que seguir siendo. Y así lo ha sido mientras funcionaba como parroquia, cuando fue tomada al asalto por un grupo de jóvenes a los que procuré acompañar cada noche de su encierro un momento, para compartir una palabra y desear unas “buenas noches”. El mejor servicio a la memoria de cuantos se sintieron acogidos por la iglesia de San Francisco para reivindicar sus derechos laborales y a quienes pagaron con su sangre por ello, es que San Francisco siga siendo la iglesia de San Francisco.

Evidentemente la última palabra la tiene el obispado y “doctores tiene la Santa Madre” que serán quienes asesoren y dictaminen. Pero, a quienes insisten en la demanda, si la negativa persiste sepan que estas son algunas de las posibles razones, que no tienen por qué compartir, pero sí que respetar. Ahí tienen una serie de sugerencias en las que la Iglesia puede aportar su granito de arena a la memoria, pero desde su identidad. La misión de la Iglesia es también hacer memoria de Quien antes de Resucitar murió diciendo “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
Vicente Luis García (Txenti), Comunicador Cristiano, feligrés de la Iglesia de San Francisco de Asís. Miembro de la Unidad Pastoral de Zaramaga
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