En la jornada Pro Orantibus: La vida de clausura sigue su ritmo “Ellas se lo han perdido” pudo ser el pensamiento de muchas monjas en el encuentro de Laguardia
En esta jornada Pro Orántibus la comunidad de Belorado y Orduña es evidente que está muy presente en las oraciones de sus hermanas clarisas y hermanos franciscanos, pero también en el recuerdo y la oración en otras órdenes religiosas, que siguen sin explicarse lo que realmente ha podido suceder
Una de las cosas que más sorprende es la actitud de muchas de las familias que en lugar de demandar cordura alimentan con su apoyo el despropósito en el que les ha metido el falso obispo y su partener
no solo garantizar el acceso a los sacramentos es importante. El contacto con el mundo exterior y sobre todo alguien que sepa llegar al alma interior puede evitar que luego llegue el zorro y haga desastres en el gallinero
no solo garantizar el acceso a los sacramentos es importante. El contacto con el mundo exterior y sobre todo alguien que sepa llegar al alma interior puede evitar que luego llegue el zorro y haga desastres en el gallinero
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
El pasado 24 de mayo, y adelantándose a la jornada Pro Orántibus, muchas de las monjas de los 9 conventos de clausura ubicados en la diócesis de Vitoria vivieron una jornada lúdica, de hermandad, turística, enológica, gastronómica y, por supuesto religiosa. Junto con el obispo Juan Carlos Elizlade, el delegado de vida monástica, Manuel Gómez, el rector del Seminario Unai Ibañez, y el párroco de Laguardia, Cyprien Melibi las hermanas disfrutaron de una día cultural y fraternal en el que no faltó un recuerdo a las ausentes de Orduña. Por eso al final no fueron 9 sino 8 los conventos representados en la jornada.
Y recordar que desde el año pasado Vitoria dejó de tener presencia de vida monástica masculina con la partida de los últimos benedictinos de Estíbaliz.
Non solum sed etiam
Pero la vida de clausura continua, con o sin las de Orduña. En los diversos conventos se sigue cumpliendo con la liturgia de las Horas, trabajando en sus respectivas tareas, atendiendo el torno o la verja, y sobre todo rezando por las intenciones que se ponen en sus manos y las que ellas van descubriendo en su contacto con el mundo: la paz en los lugares de guerra; las familias en crisis, los enfermos que mantienen la esperanza de una curación o de vivir en paz la enfermedad, o el dislate de unas hermanas religiosas que deciden apostatar de la Iglesia y ponerse bajo las órdenes de un estafador disfrazado de obispo.
En esta jornada Pro Orántibus la comunidad de Belorado y Orduña es evidente que está muy presente en las oraciones de sus hermanas clarisas y hermanos franciscanos, pero también en el recuerdo y la oración en otras órdenes religiosas, que siguen sin explicarse lo que realmente ha podido suceder.
El caso de las hermanas que ya no gozan de buena salud física y mental es quizá el más sangrante. Una de ellas es la que fuera maestra de novicias en Lerma y que lo fue de Sor Verónica Berzosa. Ahora la familia trata de sacarla de Belorado para llevarla a uno de los conventos de clarisas en Oñati donde ya estuvo de joven y que pueda ser un lugar idóneo para que viva sus últimos años. De hecho fue una de las preocupaciones de Sor Verónica desde el inicio de toda esta historia haciendo incluso gestiones para sacarla de Belorado, gestiones a las que al parecer se le pusieron muros por parte de la abadesa, sor Isabel.
Estos datos ponen en entredicho la supuesta libertad de abandono del convento de la que ha “presumido” en los medios de comunicación el de los Gin-Tonic.
Una de las cosas que más sorprende es la actitud de muchas de las familias que en lugar de demandar cordura alimentan con su apoyo el despropósito en el que les ha metido el falso obispo y su partener.
Pero extramuros también son muchas las personas preocupadas, además de obispos, curas y frailes, muchos laicos, algunos cercanos a las monjas de esta comunidad las tienen presentes. Personas que en el pasado de una vida seglar han compartido comunidad o grupo de fe. Sacerdotes que les han acompañado espiritualmente. E incluso personas que han mantenido una relación comercial con ellas a cuenta de sus productos de repostería.
Alguien que colabora en la difusión y venta de los productos monásticos, que conoce las comunidades de vida contemplativa de cerca, decidió desde el primer momento no juzgar y seguir ayudando a la subsistencia de la comunidad de Belorado. Esperando no obstante que se alejen de las malas compañías a las que se habían juntado, pero sin dejarlas “de la mano de Dios”. Algo que por otro lado siente que está presente en el origen de este y de otros problemas que acosan a las mujeres de vida contemplativa. “Necesitan que se les escuche” me confesaba, mientras reconocía que muchas de estas mujeres, en particular las que vienen de fuera, de otros países, se sienten desorientadas y precisan de una acertada dirección espiritual, un acompañamiento, un seguimiento. Una tarea que desde el 2018 se regula en el apartado VI y VII en el documento Cor Orans, la instrucción aplicativa de la constitución apostólica “vultum dei quaerere” sobre la vida contemplativa femenina.
Y es que no solo garantizar el acceso a los sacramentos es importante. El contacto con el mundo exterior y sobre todo alguien que sepa llegar al alma interior puede evitar que luego llegue el zorro y haga desastres en el gallinero.
De muchas de las hermanas de Belorado se sabe que son mujeres con estudios, alguna incluso con dos carreras, pero esta formación académica no las libra de ser engañadas y manipuladas cuando se trata de temas de espiritualidad. Un discurso bien organizado y argumentado, unas artes (malas artes más bien) en el plano de la comunicación y una actitud (en este caso venenosamente empática) logran entrar y adueñarse de las ideas de estas personas.
No obstante son más cada vez las voces que aconsejan no caer en un paternalismo mal entendido y que tratadas con respeto y justicia a cada una según su circunstancia personal, de salud mental y física, de su plenitud de facultades para tomar decisiones, se les aplique las medidas que se correspondan en lo civil y en lo canónico. Es decir que respetando su libertad de renegar de la Iglesia conciliar sean excomulgadas, invitadas cortésmente primero a abandonar los espacios a los que hayan perdido el derecho de vivir y, en lo civil si existen responsabilidades económicas se las demande como a todo hijo de vecino. Y que cada palo aguante su vela.
Ello no quita para que si en cualquier momento hay gestos sinceros de arrepentimiento la Iglesia obre con misericordia en lo canónico y en lo civil llegando incluso a renunciar a derechos que la justicia les haya reconocido. Pero eso sería otra historia.
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