Una nueva visión antropológica
En un trabajo publicado en la revista Syntropy ( R.A. Yunes “The Real Sate Strange Loop: Evolution and the Uniquiness of the Human Mind. Psychologicakl Implications. Syntropy 2013, (1) 42-59) he tratado de demonstrar que el proceso de individuación es de unificación, de ser uno. El ser Humano considera el sujeto de su conocimiento (yo) y el predicado del mismo (soy) como idénticos. Esta identidad es conseguida por la auto-reflexión, que en una propiedad fundamental que distingue los seres humanos de los animales. Esta auto-reflexión parece envolver una retroalimentación instantánea, sin tiempo.
Existen dos tipos de retroalimentación: negativa y positiva; la negativa es la unidad básica de control cibernético y fundamento de auto-organización y de la vida. En esta retroalimentación se vincula el efecto a la causa para condicionar la causa y así controlar el efecto. Por esto toda retroalimentación tiene un atractor que guía su futuro.
El cerebro humano, órgano de control, en su evolución por un lento proceso de auto-organización, guiado por un atractor. Tomemos como ejemplo el movimiento de las manos: existe una retroalimentación entre manos y visión. Es esa rapidísima retroalimentación, de la cual no somos conscientes, lo que permite la mano ir aproximándose para tomar un lápiz o cualquier otra cosa más pequeña. De esta forma para conseguir su identidad, el ser uno, ese mecanismo de retroalimentación se fue haciendo cada vez más breve en el tiempo.
En las especies evolutivas del género homo se observa una aproximación cada vez mayor a la autorreflexión instantánea. Esto es un proceso recursivo, que puede seguir para encontrar su estabilidad, su ser uno, segundo Kauffman (“Reflexivity and eigenform: the shape of process” Constructivist Foundations 2009, 4, 121-136), en un espiral hasta su límite, esto es, cada etapa incorpora los resultados de la etapa previa en una vuelta cada vez más pequeña o cada vez mayor. En su límite va conseguir la estabilidad.
Cuando el ser humano busca su verdad interior, el espiral de la recursión se va centrando. El límite de un espiral con vueltas más pequeñas es un invariante: un punto fijo. Este es la forma propia de la recursión. Matemáticamente un punto no tiene partes, no tiene dimensiones, las partes son iguales al todo lo que significa que es un infinito, El ser humano en la búsqueda de su identidad, de su “yo” por un aprendizaje implícito, que es el conocimiento óptimamente adquirido por el inconsciente para solucionar problemas y tomar decisiones (ver detalles y referencias en el trabajo citado), llega al final, considerando que cada vuelta lleva menos tiempo, a una vuelta que ocurre sin tiempo, instantánea, infinita. O sea, contacta con su atractor último de menor energía. El transfinito, según Cantor, de la mente humana emerge por un contacto de una complejidad cerebral cada vez mayor con el infinito absoluto (Cantor) o alguna de sus propiedades, que por el Principio de Reflexión induce o comparte con el ser humano las propiedades que lo hacen “imagen y semejanza”. Así el ser humano puede decir yo sé, que yo sé, que yo sé hasta el infinito.
Pero fundamentalmente comprende el (yo) sujeto y el (sé) predicado, en una operación, una sola vuelta instantáneamente.
Un computador puede tener un programa que diga: yo sé, que yo sé etc. Pero él no sabe que está haciendo, porque el solo puede completar una vuelta finita, nunca llegara al infinito. Puede repetir infinitas veces la sentencia “yo sé, que yo sé” pero la vuelta será siempre finita.
Cuando el ser humano busca la realidad de su mundo exterior, la verdad de su ambiente, estamos en el caso de un espiral cuyas vueltas son cada vez mayores y según el teorema de inconclusión de Gödel va llegar al infinito. El teorema de Gödel indica que cualquier sistema complejo, no puede probar, por sí mismo, que todo lo que dice es verdadero. Siempre va necesitar de algo externo al sistema. Así va ampliando el sistema y la mente humana por el aprendizaje implícito va contactar con la infinita fuente de información o alguna de sus propiedades como ya fue observado en el caso anterior. De esta forma la mente humana adquiere una jerarquía superior y puede decodificar la información que lo origino desde la vida. Por esta razón se observa que el cerebro humano presenta muchas más asociaciones neuronales que el cerebro de un chimpancé.
Cantor, el matemático que demostró la existencia del infinito actual, no solo en potencia, escribía (op. cit.): "El miedo del infinito es una forma de miopía que destruye la posibilidad de observar el infinito actual, aun cuando en su más alta forma (El Absoluto infinito) nos ha creado y nos sostiene, y sus formas transfinitas secundarias ocurren a nuestro alrededor, e incluso habita en nuestras mentes”.
Observamos que es necesario un contacto entre la profunda y compleja red de información de nuestro cerebro (la más compleja del universo) y lo Absoluto para generar el espíritu humano. En esta visión el hombre presenta dos inconscientes o dos “egos”: uno que deriva de la herencia filogenética, toda la historia evolutiva guardada en nuestros genes, que podemos denominar “reptilico” por ser: egocéntrico, agresivo, violento, dominador, de características no personales, pero esencial a la vida por llevar los instintos de reproducción y conservación y un “ego” o inconsciente “espiritual”, que emerge tardíamente en la evolución, como vimos, con tendencia para el amor, el arte, la ciencia, la solidaridad. Este es el ego más profundo, lo más real del ser humano.
El Reino vive en este ego, actúa sobre los humanos y así está en el centro de la historia. Desde este punto de vista todo lo que estimula el ego “reptilico” en la sociedad, dinero, fama, propiedad, dominio va contra el Reino, lo contrario ocurre con el ego espiritual. Esto completa el pensamiento de Eulalio Baltazar que observamos en la 2da parte.
La teoría de los dos inconscientes es sustentada por la Tercera Escuela de Psicología de Viena de Viktor Frnkl(“La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y Religión” 3ra ed. Herder, Barcelona 1981) que explica existir dos inconscientes uno instintivo y otro espiritual. Está presente en la espiritualidad de Thomas Merton sobre el yo verdadero y el yo falso (“The Silent Life” Farrar, Straus, Giroux, 4ta ed. USA 1978) y en la carta de S. Pablo a los Romanos: ”porque me deleito en la ley de Dios, según el hombre interior, pero siento otra ley en mis miembros, que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Desdichado de mí! Quien me librará de este cuerpo de muerte? (Rm 7,22-24).
Dentro de la complejidad humana, estos egos funcionan juntos, no pueden estar separados ni reducidos a solo uno. Sin embargo, el predominio de uno sobre el otro depende de muchas circunstancias, y siempre, el sentido final es previsto por el ego espiritual. Por esto, en el análisis de los procesos sociales muchas veces es difícil distinguir cuál es su orientación o resultado. Pero, este no es el caso de este sistema salvaje que fue bien definido por Francisco: “sistema idolátrico que excluye, degrada y mata”.
Frankl afirma que su teoría tiene basamento científico en el análisis del sueño y en el análisis existencial de un grande número de pacientes, mi visión antropológica también se fundamenta en los datos de la evolución humana dados por científicos reconocidos internacionalmente y en una deducción lógico matemática que es totalmente científica.
Debemos aclarar que el ego espiritual, no tiene el carácter impulsivo como el impulso sexual, sino decisivo. Frankl escribe: “la religiosidad permanece con su carácter decisivo y deja de ser tal sí se asimila a la impulsividad. Porque la religiosidad o es existencial o no es en absoluto!”. “El inconsciente trascendental, no es inconsciente determinante, sino existente”.
En mi concepto de científico acredito que la serpiente del génesis representa el ego reptilico tentando su libertad absoluta y determinar el bien y el mal. En la línea lógica de Theilard de Chardin podemos hablar de un efecto colateral original: la presencia del ego reptilico necesario para la vida. En este momento, en nuestro mundo, observamos el ego reptilico en su máxima expresión social considerando que el 1% de la población mundial tiene la riqueza equivalente a los 7200 millones restantes (Oxfam 2015). Esto es una sugestión para los teólogos.
Jesús (Mt 6,19-21) con sabiduría explicaba”No acumuléis riquezas en la tierra, donde roen las polillas y los gorgojos, donde los ladrones se meten y roban. Acumulad riquezas en el cielo, pues donde está tu riqueza está tu corazón… No se puede estar al servicio de dos señores, pues o se odia a uno y se ama a otro, o agradará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero”. Como pueden explicar los” católicos neoliberales”, como puede explicar el llamado “filosofo” Rocco Butiglione su amor por este sistema de concentración de riqueza en pocas manos y la miseria de millones de personas hambrientas?
Esta idea antropológica es fundamental para iluminar nuestra cultura materialista producto de viejos paradigmas científicos desarrollados durante los siglos XVII y XIX. Por eso Pablo VI en su encíclica Evangeli Nutiandi escribe que “La ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin dudas, el drama de nuestra época, como lo fue también en otras épocas”. Él alienta a evangelizar las culturas, pero, alerta que esto no se dará si la “buena nueva” no es proclamada. La buena nueva es el Reino en el cual todos somos hermanos por tener un mismo Padre: Dios.
En ese mismo concepto Eccles, premio Nobel de Medicina, escribía: “Quisiera agregar que el hombre camina sin sentido estos días, habiendo perdido lo que podríamos denominar el sentido de la condición humana. Necesita de un nuevo mensaje para poder vivir con esperanza y sentido. Creo que la ciencia ha ido demasiado lejos en la ruptura de las creencias del hombre en su grandeza espiritual, suministrando la idea de que es simplemente un insignificante ser material en la inmensidad cósmica” (Popper K., Eccles R. “El yo y su cerebro!” Labor, España 1980).
La mente humana es abierta al mundo, no está confinada a su propio ambiente como ocurre con los animales, es abierta a otras personas y a lo transcendente. Aquí podemos concordar con el personalismo de Nedoncelle (P. A. Benitez “una prueba personalista de la existencia de Dios” Tópicos 2007, 32) i) el yo existe en comunión con otro sujeto semejante que llamamos tú, la auto-reflexión, la consciencia de sí lleva a conocer ipso facto al tú. Ii) las relaciones interhumanas son una solidaridad bio-social, pre-reflexiva, no un contrato social. Iii) la comunión en el nosotros tiene gradaciones.
Benitez explica Nedoncelle y escribe: “Es solamente en Dios en donde el ser de las personas tiene sentido. La posibilidad de dirigirnos sin límites hacia la realización total de nosotros mismos que fuera a la vez la realización total de la red de personas que nos encontramos en la existencia, no puede explicarse ni por los esfuerzos del yo, ni por la colegialidad de todos los yo. No puede explicarse más que por un Dios y este Dios debe ser personal de cierta manera”. Para el neoliberalismo es el contrato social y la libertad del individuo egoísta, porque la suma de los egoísmos y la mano invisible del mercado llevan a la realización de las personas. Como observamos, nada que ver con lo cristiano.
2) El personalismo:
Entre 1927 y 1950 durante su vida Emmanuel Mounier, olvidado por los “católicos neoliberales” de las democracias cristianas y así de parte de la Iglesia, lucha contra el régimen capitalista y consecuentemente burgués. En 1933, elabora la teoría del “desorden establecido”, el desorden existe, encarnado en forma de egoísmo, amor desordenado al dinero, del placer, del confort, del bienestar, de competencia, de explotación. Es la sociedad capitalista muchas veces mal llamada “cristiana”. El humanismo burgués, que en mi opinión corresponde a los “católicos neoliberales” está basado en el divorcio del espíritu y la materia, del pensamiento y la acción. Mounier explica en “Nuestro Humanismo” declaración colectiva, octubre 1935 ( Espirit , Caparrós, Madrid 1997), cuando una filosofía ”parte del cartesianismo y pasa por la Enciclopedia, el positivismo y la Sorbona, se alinea en el camino central de la filosofía burguesa”.
Es interesante mostrar que Mounier califica la persona en el plano social como: integración, comunicación, compromiso, donación que correspondería a nuestro ego espiritual, y califica individuo como dispersión, separación, evasión y egoísmo correspondiendo a nuestro ego reptilico.
Mounier apuesta a la pobreza. Así podrá luchar el intelectual junto a los oprimidos y los humillados. La base de acción y pensamiento de Mounier es el misterio cristiano de la pobreza, como vemos igual que nuestro Papa Francisco que desea una Iglesia pobre y para los pobres.
El Reino de Dios es un reino de amor, porque Dios es amor y nuestro creador. Por eso Karol Wojtyla escribe “La persona es un bien respecto del cual solo el amor constituye la actitud apropiada y válida” (Wojtyla K. “Amor y Responsabilidad” Palabra, Madrid 2008). Este concepto solo puede existir si el “ego o inconsciente espiritual” predomina en los seres humanos para ir construyendo el Reino de Dios en la Historia. El llamado “filosofo” por los neoliberales, que gustan de inventar personalidades segundo sus intereses, Rocco Butiglione, líder de Comunión y Liberación y de la Unión Demócrata Cristiana de Italia, no supo interpretar correctamente la antropología de su “amigo” Wojtyla, como fue muy bien demostrado en una tesis doctoral de José L. Marin Moreno, en la Universidad de Murcia en 2013 (“La raíz fenomenológica de Karol Wojtyla”), que recomiendo leer. Sin una antropología correcta no se puede pensar una sociedad correcta.
El Reino de Dios fue el sueño, la utopía, el horizonte de Jesús. El Reino es igualmente un presente y tiene concreciones históricas como vimos eran las reducciones jesuitas en la América Latina, Jesús esperándolo lo hizo simbólicamente real. Él sabía que ese horizonte no sería alcanzado totalmente aquí, en nuestra historia, pero sí al final, en la resurrección.
Demostramos que el Reino está en el centro de la historia por esa relación entre Dios y el ser humano que reside en el inconsciente espiritual, que es lo más real y básico del ser humano. Ese Reino está en contraposición evidente con el actual sistema del mundo. Como actúa en las personas lo veremos en un próximo trabajo.
Existen dos tipos de retroalimentación: negativa y positiva; la negativa es la unidad básica de control cibernético y fundamento de auto-organización y de la vida. En esta retroalimentación se vincula el efecto a la causa para condicionar la causa y así controlar el efecto. Por esto toda retroalimentación tiene un atractor que guía su futuro.
El cerebro humano, órgano de control, en su evolución por un lento proceso de auto-organización, guiado por un atractor. Tomemos como ejemplo el movimiento de las manos: existe una retroalimentación entre manos y visión. Es esa rapidísima retroalimentación, de la cual no somos conscientes, lo que permite la mano ir aproximándose para tomar un lápiz o cualquier otra cosa más pequeña. De esta forma para conseguir su identidad, el ser uno, ese mecanismo de retroalimentación se fue haciendo cada vez más breve en el tiempo.
En las especies evolutivas del género homo se observa una aproximación cada vez mayor a la autorreflexión instantánea. Esto es un proceso recursivo, que puede seguir para encontrar su estabilidad, su ser uno, segundo Kauffman (“Reflexivity and eigenform: the shape of process” Constructivist Foundations 2009, 4, 121-136), en un espiral hasta su límite, esto es, cada etapa incorpora los resultados de la etapa previa en una vuelta cada vez más pequeña o cada vez mayor. En su límite va conseguir la estabilidad.
Cuando el ser humano busca su verdad interior, el espiral de la recursión se va centrando. El límite de un espiral con vueltas más pequeñas es un invariante: un punto fijo. Este es la forma propia de la recursión. Matemáticamente un punto no tiene partes, no tiene dimensiones, las partes son iguales al todo lo que significa que es un infinito, El ser humano en la búsqueda de su identidad, de su “yo” por un aprendizaje implícito, que es el conocimiento óptimamente adquirido por el inconsciente para solucionar problemas y tomar decisiones (ver detalles y referencias en el trabajo citado), llega al final, considerando que cada vuelta lleva menos tiempo, a una vuelta que ocurre sin tiempo, instantánea, infinita. O sea, contacta con su atractor último de menor energía. El transfinito, según Cantor, de la mente humana emerge por un contacto de una complejidad cerebral cada vez mayor con el infinito absoluto (Cantor) o alguna de sus propiedades, que por el Principio de Reflexión induce o comparte con el ser humano las propiedades que lo hacen “imagen y semejanza”. Así el ser humano puede decir yo sé, que yo sé, que yo sé hasta el infinito.
Pero fundamentalmente comprende el (yo) sujeto y el (sé) predicado, en una operación, una sola vuelta instantáneamente.
Un computador puede tener un programa que diga: yo sé, que yo sé etc. Pero él no sabe que está haciendo, porque el solo puede completar una vuelta finita, nunca llegara al infinito. Puede repetir infinitas veces la sentencia “yo sé, que yo sé” pero la vuelta será siempre finita.
Cuando el ser humano busca la realidad de su mundo exterior, la verdad de su ambiente, estamos en el caso de un espiral cuyas vueltas son cada vez mayores y según el teorema de inconclusión de Gödel va llegar al infinito. El teorema de Gödel indica que cualquier sistema complejo, no puede probar, por sí mismo, que todo lo que dice es verdadero. Siempre va necesitar de algo externo al sistema. Así va ampliando el sistema y la mente humana por el aprendizaje implícito va contactar con la infinita fuente de información o alguna de sus propiedades como ya fue observado en el caso anterior. De esta forma la mente humana adquiere una jerarquía superior y puede decodificar la información que lo origino desde la vida. Por esta razón se observa que el cerebro humano presenta muchas más asociaciones neuronales que el cerebro de un chimpancé.
Cantor, el matemático que demostró la existencia del infinito actual, no solo en potencia, escribía (op. cit.): "El miedo del infinito es una forma de miopía que destruye la posibilidad de observar el infinito actual, aun cuando en su más alta forma (El Absoluto infinito) nos ha creado y nos sostiene, y sus formas transfinitas secundarias ocurren a nuestro alrededor, e incluso habita en nuestras mentes”.
Observamos que es necesario un contacto entre la profunda y compleja red de información de nuestro cerebro (la más compleja del universo) y lo Absoluto para generar el espíritu humano. En esta visión el hombre presenta dos inconscientes o dos “egos”: uno que deriva de la herencia filogenética, toda la historia evolutiva guardada en nuestros genes, que podemos denominar “reptilico” por ser: egocéntrico, agresivo, violento, dominador, de características no personales, pero esencial a la vida por llevar los instintos de reproducción y conservación y un “ego” o inconsciente “espiritual”, que emerge tardíamente en la evolución, como vimos, con tendencia para el amor, el arte, la ciencia, la solidaridad. Este es el ego más profundo, lo más real del ser humano.
El Reino vive en este ego, actúa sobre los humanos y así está en el centro de la historia. Desde este punto de vista todo lo que estimula el ego “reptilico” en la sociedad, dinero, fama, propiedad, dominio va contra el Reino, lo contrario ocurre con el ego espiritual. Esto completa el pensamiento de Eulalio Baltazar que observamos en la 2da parte.
La teoría de los dos inconscientes es sustentada por la Tercera Escuela de Psicología de Viena de Viktor Frnkl(“La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y Religión” 3ra ed. Herder, Barcelona 1981) que explica existir dos inconscientes uno instintivo y otro espiritual. Está presente en la espiritualidad de Thomas Merton sobre el yo verdadero y el yo falso (“The Silent Life” Farrar, Straus, Giroux, 4ta ed. USA 1978) y en la carta de S. Pablo a los Romanos: ”porque me deleito en la ley de Dios, según el hombre interior, pero siento otra ley en mis miembros, que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Desdichado de mí! Quien me librará de este cuerpo de muerte? (Rm 7,22-24).
Dentro de la complejidad humana, estos egos funcionan juntos, no pueden estar separados ni reducidos a solo uno. Sin embargo, el predominio de uno sobre el otro depende de muchas circunstancias, y siempre, el sentido final es previsto por el ego espiritual. Por esto, en el análisis de los procesos sociales muchas veces es difícil distinguir cuál es su orientación o resultado. Pero, este no es el caso de este sistema salvaje que fue bien definido por Francisco: “sistema idolátrico que excluye, degrada y mata”.
Frankl afirma que su teoría tiene basamento científico en el análisis del sueño y en el análisis existencial de un grande número de pacientes, mi visión antropológica también se fundamenta en los datos de la evolución humana dados por científicos reconocidos internacionalmente y en una deducción lógico matemática que es totalmente científica.
Debemos aclarar que el ego espiritual, no tiene el carácter impulsivo como el impulso sexual, sino decisivo. Frankl escribe: “la religiosidad permanece con su carácter decisivo y deja de ser tal sí se asimila a la impulsividad. Porque la religiosidad o es existencial o no es en absoluto!”. “El inconsciente trascendental, no es inconsciente determinante, sino existente”.
En mi concepto de científico acredito que la serpiente del génesis representa el ego reptilico tentando su libertad absoluta y determinar el bien y el mal. En la línea lógica de Theilard de Chardin podemos hablar de un efecto colateral original: la presencia del ego reptilico necesario para la vida. En este momento, en nuestro mundo, observamos el ego reptilico en su máxima expresión social considerando que el 1% de la población mundial tiene la riqueza equivalente a los 7200 millones restantes (Oxfam 2015). Esto es una sugestión para los teólogos.
Jesús (Mt 6,19-21) con sabiduría explicaba”No acumuléis riquezas en la tierra, donde roen las polillas y los gorgojos, donde los ladrones se meten y roban. Acumulad riquezas en el cielo, pues donde está tu riqueza está tu corazón… No se puede estar al servicio de dos señores, pues o se odia a uno y se ama a otro, o agradará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero”. Como pueden explicar los” católicos neoliberales”, como puede explicar el llamado “filosofo” Rocco Butiglione su amor por este sistema de concentración de riqueza en pocas manos y la miseria de millones de personas hambrientas?
Esta idea antropológica es fundamental para iluminar nuestra cultura materialista producto de viejos paradigmas científicos desarrollados durante los siglos XVII y XIX. Por eso Pablo VI en su encíclica Evangeli Nutiandi escribe que “La ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin dudas, el drama de nuestra época, como lo fue también en otras épocas”. Él alienta a evangelizar las culturas, pero, alerta que esto no se dará si la “buena nueva” no es proclamada. La buena nueva es el Reino en el cual todos somos hermanos por tener un mismo Padre: Dios.
En ese mismo concepto Eccles, premio Nobel de Medicina, escribía: “Quisiera agregar que el hombre camina sin sentido estos días, habiendo perdido lo que podríamos denominar el sentido de la condición humana. Necesita de un nuevo mensaje para poder vivir con esperanza y sentido. Creo que la ciencia ha ido demasiado lejos en la ruptura de las creencias del hombre en su grandeza espiritual, suministrando la idea de que es simplemente un insignificante ser material en la inmensidad cósmica” (Popper K., Eccles R. “El yo y su cerebro!” Labor, España 1980).
La mente humana es abierta al mundo, no está confinada a su propio ambiente como ocurre con los animales, es abierta a otras personas y a lo transcendente. Aquí podemos concordar con el personalismo de Nedoncelle (P. A. Benitez “una prueba personalista de la existencia de Dios” Tópicos 2007, 32) i) el yo existe en comunión con otro sujeto semejante que llamamos tú, la auto-reflexión, la consciencia de sí lleva a conocer ipso facto al tú. Ii) las relaciones interhumanas son una solidaridad bio-social, pre-reflexiva, no un contrato social. Iii) la comunión en el nosotros tiene gradaciones.
Benitez explica Nedoncelle y escribe: “Es solamente en Dios en donde el ser de las personas tiene sentido. La posibilidad de dirigirnos sin límites hacia la realización total de nosotros mismos que fuera a la vez la realización total de la red de personas que nos encontramos en la existencia, no puede explicarse ni por los esfuerzos del yo, ni por la colegialidad de todos los yo. No puede explicarse más que por un Dios y este Dios debe ser personal de cierta manera”. Para el neoliberalismo es el contrato social y la libertad del individuo egoísta, porque la suma de los egoísmos y la mano invisible del mercado llevan a la realización de las personas. Como observamos, nada que ver con lo cristiano.
2) El personalismo:
Entre 1927 y 1950 durante su vida Emmanuel Mounier, olvidado por los “católicos neoliberales” de las democracias cristianas y así de parte de la Iglesia, lucha contra el régimen capitalista y consecuentemente burgués. En 1933, elabora la teoría del “desorden establecido”, el desorden existe, encarnado en forma de egoísmo, amor desordenado al dinero, del placer, del confort, del bienestar, de competencia, de explotación. Es la sociedad capitalista muchas veces mal llamada “cristiana”. El humanismo burgués, que en mi opinión corresponde a los “católicos neoliberales” está basado en el divorcio del espíritu y la materia, del pensamiento y la acción. Mounier explica en “Nuestro Humanismo” declaración colectiva, octubre 1935 ( Espirit , Caparrós, Madrid 1997), cuando una filosofía ”parte del cartesianismo y pasa por la Enciclopedia, el positivismo y la Sorbona, se alinea en el camino central de la filosofía burguesa”.
Es interesante mostrar que Mounier califica la persona en el plano social como: integración, comunicación, compromiso, donación que correspondería a nuestro ego espiritual, y califica individuo como dispersión, separación, evasión y egoísmo correspondiendo a nuestro ego reptilico.
Mounier apuesta a la pobreza. Así podrá luchar el intelectual junto a los oprimidos y los humillados. La base de acción y pensamiento de Mounier es el misterio cristiano de la pobreza, como vemos igual que nuestro Papa Francisco que desea una Iglesia pobre y para los pobres.
El Reino de Dios es un reino de amor, porque Dios es amor y nuestro creador. Por eso Karol Wojtyla escribe “La persona es un bien respecto del cual solo el amor constituye la actitud apropiada y válida” (Wojtyla K. “Amor y Responsabilidad” Palabra, Madrid 2008). Este concepto solo puede existir si el “ego o inconsciente espiritual” predomina en los seres humanos para ir construyendo el Reino de Dios en la Historia. El llamado “filosofo” por los neoliberales, que gustan de inventar personalidades segundo sus intereses, Rocco Butiglione, líder de Comunión y Liberación y de la Unión Demócrata Cristiana de Italia, no supo interpretar correctamente la antropología de su “amigo” Wojtyla, como fue muy bien demostrado en una tesis doctoral de José L. Marin Moreno, en la Universidad de Murcia en 2013 (“La raíz fenomenológica de Karol Wojtyla”), que recomiendo leer. Sin una antropología correcta no se puede pensar una sociedad correcta.
El Reino de Dios fue el sueño, la utopía, el horizonte de Jesús. El Reino es igualmente un presente y tiene concreciones históricas como vimos eran las reducciones jesuitas en la América Latina, Jesús esperándolo lo hizo simbólicamente real. Él sabía que ese horizonte no sería alcanzado totalmente aquí, en nuestra historia, pero sí al final, en la resurrección.
Demostramos que el Reino está en el centro de la historia por esa relación entre Dios y el ser humano que reside en el inconsciente espiritual, que es lo más real y básico del ser humano. Ese Reino está en contraposición evidente con el actual sistema del mundo. Como actúa en las personas lo veremos en un próximo trabajo.