"Hemos perdido a un obispo jubilado, a una figura renombrada pero divisiva" Adiós a Benedicto XVI desde Filipinas
"Benedicto XVI nunca estuvo en Filipinas. En 2008, en Australia, el entonces arzobispo de Manila, el Cardenal Gaudencio Rosales, le invitó a visitar el país. El Santo Padre sonrió. La visita nunca materializó"
"El pontificado de Benedicto fue sin duda una mejora. El circo de Wojtyla se convirtió en un aula unviersitaria. De alguna forma, la luz de Cristo volvió a resplandecer. De nuevo, el papa fue el ‘medium’ y no es mensaje"
"Pero en esta aula quedan muchos temas de disciplina, de reforma. Ratzinger fue un teólogo discutido y discutible. Ciertamente actuó como si fuera el único intérprete válido de la tradición eclesial"
"Su pontificado se caracterizó, como indicaba el nombre que eligió para el ministerio petrino, por el amor a la paz, a la cultura y también por la oración"
"Pero en esta aula quedan muchos temas de disciplina, de reforma. Ratzinger fue un teólogo discutido y discutible. Ciertamente actuó como si fuera el único intérprete válido de la tradición eclesial"
"Su pontificado se caracterizó, como indicaba el nombre que eligió para el ministerio petrino, por el amor a la paz, a la cultura y también por la oración"
| Macario Ofilada Mina
Se nos ha muerto un hombre. Hemos perdido a un obispo jubilado (nunca me ha convencido lo de ‘papa emérito’ que ya volverá a usarse cuando llegado el tiempo Francisco presencie la renuncia), teólogo renombrado, una figura renombrada pero divisiva. Todavía no es el tiempo para valorar adecuadamente su figura titánica. Pero es tiempo de decirle adiós, darle las gracias, dejar constancia de algunas observaciones y esperar que todo se mejore.
Benedicto XVI nunca estuvo en Filipinas. En marzo de 1993 estuvo en Hong Kong como Cardenal Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. En la antigua colonia británica pronunció una conferencia en inglés, titulada ‘Cristo, la fe y el reto de las culturas’. No es un discurso muy allá. Pone de manifestó su occidentalismo. Todo lo que no cae dentro de su inevitable perspectiva y esquema desde el occidente superior lo calificaba de ‘cultura’ o lo miraba desde una actitud de superioridad. Lo mismo puede decirse acerca de su actitud hacia el Islam. No solo me refiero a su discurso desafortunado como papa en Ratisbona sino también a sus declaraciones acerca de Turquía cuando era aún cardenal.
En 2008 siendo papa estuvo en Sydney, Australia para las Jornadas Mundiales de la Juventud. Se le acercó el entonces arzobispo de Manila, el Cardenal Gaudencio Rosales y este le invitó a Filipinas. El Santo Padre sonrió. La visita nunca materializó.
Otro dato sorprendente fue que a ninguna de las universidades católicas filipinas, sobre todo la Real y Pontificia de Santo Tomás regentada por los dominicos, se les ocurrió conceder a Ratzinger el doctorado honoris causa cuando estas mismas agregaron a figuras menos próceres a sus respectivos claustros de profesores.
Podía haber visitado estas islas honradas con una visita por tres papas, a saber, Pablo VI (1970), Juan Pablo II (1981 y 1995) y Francisco (2015). Por lo que su figura quedo eclipsada por estos tres papas, sobre todo estas dos últimas cuyas visitas siguen teniendo ecos y reverberaciones aunque la del primero, fue la que abrió muchas puertas. Podría decirse que el giro Montiniano por Asia, empezando por Filipinas, abrió las puertas del Oriente a los papas y que ocurrió en tiempos llenos de efervescencia, un preludio a los años turbulentos de la Ley Marcial bajo el primer Marcos cuyo hijo ahora es el presidente actual.
Claramente la mayor herencia de Ratzinger es su renuncia al papado. Fue un gesto profético en contraste con el de su antecesor inmediato, el papa más popular del siglo veinte cuyo legado dejaba mucho que desear.
El pontificado de ocho años de Benedicto fue sin duda una mejora. No solo en temas del tema espinoso del abuso sexual de parte del clero sino en el enfoque. Con Benedicto, y su estilo ‘profesorial’, el centro de atención volvió a ser Jesucristo y no en el papa y en los hallazgos. El show o circo de Wojtyla se convirtió en un aula unviersitaria. De alguna forma, la luz de Cristo volvió a resplandecer que ya no es la del papa. De nuevo, el papa fue el ‘medium’ y no es mensaje.
"Con el pontificado de Benedicto XVI el show o circo de Wojtyla se convirtió en un aula unviersitaria. De alguna forma, la luz de Cristo volvió a resplandecer que ya no es la del papa. De nuevo, el papa fue el ‘medium’ y no es mensaje"
Pero en esta aula quedan muchos temas de disciplina, de reforma. Y estos son los que le han tocado a Francisco, siempre muy respetuoso con su predecesor inmediato aunque claramente su pontificado es en gran parte una corrección a las deficiencias del pontificado alemán. No es esta la ocasión para desmenuzar esto. Pero sí al menos podemos aludir a ello.
Personalmente he conocido a un puñado de teólogos filipinos, no de renombre internacional, a los que afectaron de manera negativa las gestiones de Ratzinger como Prefecto. Coinciden en grandes líneas con las quejas de su coetáneos más famosos y visibles en los foros internacionales. Por eso, es preciso reconocer que Ratzinger fue un teólogo discutido y discutible. La unilateralidad de sus posturas nos hace pensar que su postura, al fin y al cabo, es una entre varias. Ciertamente actuó como si fuera el único intérprete válido de la tradición eclesial. Incluso como prefecto y como papa publicó obras de teología, lo cual no debía haber hecho. Pero lo hizo.
Yo me he beneficiado de algunos de sus planteamientos teológicos en mis propias investigaciones y reflexiones, sobre todo de su lectura de san Agustín, san Buenaventura, su presentación de la escatología, de sus exploraciones sobre la teología fundamental… Su trilogía cristológica es una obra piadosa. No es de rigor. Útil para devociones pero no para profundizaciones escriturísticas (la exégesis usada está desfasada en algunos puntos). Su INTRODUCCIÓN AL CRISTIANISMO es un ensayo desafiante. Interpreta el cristianismo como contra cultura frente al predominio de la secularización, sobre todo desde el Occidente. Gracias a este libro, me he despertado a la realidad de que la fe es, ante todo, un reto. No solo intelectual sino también, y sobre todo, espiritual. Pero en este último campo he bebido de más fuentes seguras y duraderas que la que me ofrecía Ratzinger. Entre ellas, Teresa de Jesús, a quien el papa Benedicto XVI dedicó una lección preciosa durante su audiencia general el 2.2.2011.
No me puedo olvidar de lo que me contó un amigo carmelita. Durante una audiencia general, el papa, al saber que era carmelita, dijo que la Orden Carmelitana tiene el carisma de enseñarnos todos a orar. No se puede dudar de que Ratzinger, Benedicto XVI era un hombre de oración, de diálogo constante con Dios, el Amado. Sin ser místico, según confesión propia, él ciertamente nos indicaba sendas místicas con su palabra, con su ejemplo, con su vida.
"Su pontificado se caracterizó por el amor a la paz, a la cultura y también por la oración"
Quiero terminar esta reflexión con la imagen de un Ratzinger, Benedicto orante. Con la elección de este nombre al ser elegido a la cátedra de Pedro, Joseph Ratzinger subrayaba que su pontificado sería uno caracterizado por el amor a la paz (como hiciera Benedicto XV), a la cultura (como hiciera el Santo Abad de Subiaco)… y también por la oración que subrayaba su magisterio esencialista que deshacía las estructuras espectaculares de un pontificado superado y que apuntaba hacia las reformas cuyos vuelos significativos han comenzado en el de su sucesor inmediato a quien acompañaremos con la oración.
Y a Ratzinger en su propio vuelo al cielo le acompañamos con nuestras oraciones pidiéndole a la vez que desde ahí nos acompañe con las suyas.
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