Ecología versus normalidad Ángel Luis Lorenzo: "La cadena infecciosa del capitalismo destruye la naturaleza y atonta a los ciudadanos"
"La tarea sigue siendo despertar, reflexionar y analizar, bajo el paraguas de una teología en diálogo con la ecología, en clave de fraternidad responsable de todos"
"El mensaje de esta Encíclica, tras este quinquenio, nos sigue comprometiendo como comunidad de base a seguir en camino, afianzando y tomando conciencia de que todos somos una sola familia humana, donde los pobres ocupan el lugar central"
"Crecimiento económico con sostenibilidad durable, representa el hilo de oro de la encíclica en sus comienzos y en la reflexión actual"
"Crecimiento económico con sostenibilidad durable, representa el hilo de oro de la encíclica en sus comienzos y en la reflexión actual"
| Ángel Luis Lorenzo*
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a los niños, a todos los que nos sucedan?” (LS 160). Cinco años de esta pregunta, cinco años de Laudato si. Es la pregunta guía que lleva a cabo todo el mensaje a través de una propuesta horizontal. En esta segunda ola que vivimos por la emergencia del Covid-19 ha cobrado una rigurosa necesidad y actualidad. ¿A qué nos seguimos comprometiendo? La tarea sigue siendo despertar, reflexionar y analizar, bajo el paraguas de una teología en diálogo con la ecología, en clave de fraternidad responsable de todos.
El cuidado de la casa común es un tema de gran urgencia. En el 5º aniversario, el Papa Francisco nos invita a evaluar las acciones pasadas y dar juntos los próximos pasos. ¿Qué se ha hecho desde que apareció la encíclica por la tierra? ¿La seguimos explotando y descuidando? ¿Qué queda por hacer? El Papa nos pidió tomar iniciativas para poder protegerla.
Es ahora, una oportunidad para hacer nuestro el mensaje de un modo nuevo, más profundo. Tras cinco años, sigue invitando al diálogo de todos para cuidar la vida. Una vida que se lleva a cabo en esta casa común, que es el mundo, y en el que todos nos encontramos en profunda crisis, pero de también de oportunidad, de pensar juntos el futuro, cambiar nuestro estilo de vida, cambiar un cultura más humana en el cuidado de la vida más vulnerable. El mensaje de esta Encíclica, tras este quinquenio, nos sigue comprometiendo como comunidad de base a seguir en camino, afianzando y tomando conciencia de que todos somos una sola familia humana, donde los pobres ocupan el lugar central.
Kant dijo que la Ilustración era “atreverse a”, pero si nos atrevemos a todo, podemos acabar en un relativismo práctico. Es mejor compartir los bienes, las tareas y las posibilidades en equilibrio. Para ello el Papa nos presenta unas claves para seguir con este camino.
Como se señaló ya, en la primera parte de la Encíclica, todo sigue siendo urgente, ya que esta naturaleza nos ha sido dada por Dios. Crecimiento económico con sostenibilidad durable, representa el hilo de oro de la encíclica en sus comienzos y en la reflexión actual. La tarea hoy, desde una perspectiva integral salvífica, no sólo es recuperar, sino seguir haciendo. Una llamada teológica a reinventarse, que no se convierta en una agradable reflexión, entelequias o un sentimiento general de indiferencia.
Ecología versus normalidad
Esta continua llamada a la reflexión, tiene diferentes peligros o piedras en el camino. Existe un concepto, “ideología de la normalidad”, que actualmente acuño el filósofo alemán con más proyección en nuestros días, Markus Gabriel. Para él, la cadena infecciosa del capitalismo destruye la naturaleza y atonta a los ciudadanos para convertirlos en meros consumidores y turistas. El nuevo coronavirus de alguna manera está ligado a los excesos y absurdos del capitalismo global y, al mismo tiempo, es un síntoma más de la gran crisis ecológica (el problema que subyace a todo). El virus ha puesto de manifiesto la enorme debilidad e insostenibilidad del capitalismo y la ideología que lo sustenta.
"El nuevo coronavirus de alguna manera está ligado a los excesos y absurdos del capitalismo global y, al mismo tiempo, es un síntoma más de la gran crisis ecológica (el problema que subyace a todo)"
Tras cinco año de Laudato si, corremos el riesgo en caer en rutinas, normalidades, y que nos convirtamos en versos sueltos en una tarea mundial. La crisis pandémica global debe tener un imperativo: tratar urgentemente el cuidado del hogar común.
Gabriel cree que la pandemia ilumina la realidad de nuestra inmunidad extendida. Y es que la pandemia nos afecta a todos; es la demostración de que todos estamos unidos por un cordón invisible, nuestra condición de seres humanos. Ante el virus, todos somos, efectivamente, como dice la última encíclica del Papa Francisco: Todos Hermanos.
Lo que es indudable es que el virus ha hecho patente la realidad de que nuestro sistema económico y la ideología de la cual depende no sólo destruyen el ecosistema sino que también nos hacen intelectual y emocionalmente vulnerables e inestables. El coronavirus pone de manifiesto las debilidades sistémicas de la ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea de que el progreso científico y tecnológico por sí solo puede impulsar el progreso humano y moral. Gabriel ve esta crisis como una preparación de la crisis ecológica.
Claves para el camino
La encíclica ‘Laudato si” “podrá producir frutos de conversión únicamente si los testigos continúan el camino abierto por ella”. Así de contundente se mostraba el secretario del Dicasterio para el Servicio Integral de Desarrollo Humano, Bruno Marie Duffé, en la presentación en el Vaticano de “En camino para el cuidado de la casa común. A cinco años de la Laudato si.”
No hay otra pretensión distinta, que no sea una vez más, la centralidad de la ecología integral. Para ello se organiza en tres capítulos: en los dos primeros se enumeran los temas de la encíclica, pero actualizándose a nuestro momento y ampliado por un apéndice en el que se sugieren “buenas prácticas” y “pistas de acción”; en este último, se indican las trayectorias seguidas por la ciudad del Vaticano para alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible. Se nos revela el estad
En camino por la realidad
Somos parte del tejido real de la vida, por lo tanto, continuamos en misión por nuestra casa común. No tenemos tiempo que perder, ideas que guardar. Dada la riqueza de la Encíclica y la situación difícil que atravesamos, no necesitamos más documentos, sino acciones. El camino a seguir debería de constituirse en nuestra prioridad. Concepto de alianza común por la creación. Creación y teología en un sentido dinámico, alejado de cualquier “ideología de normalidad” y que revela la presencia de Dios en el Evangelio de la creación. Desafío y camino ecológico emprendido hace cinco años y que sigue ahora más que nunca, necesario. Sabiendo que a esta crisis del Covid-19, le sigue a la par, la crisis ecológica, y a esta, a su vez, una crisis antropológica y teológica.
El director del Movimiento Católico Mundial por el Clima, Tomás Insúa, recalcó en su momento, el papel activo de laicos y jóvenes para ayudar a la Iglesia a vivir el mensaje de ‘Laudato si”. El camino trazado por esta iniciativa pone de manifiesto la importancia del laicado, en su riqueza y diversidad, para ayudar a la Iglesia (que no es ajena a esta realidad), siendo parte de ella, a afrontar los retos del presente para hacer un futuro mejor para todos basado en el mensaje evangélico, quizás el único camino para solucionar muchas cosas. La senda urge, porque dejamos personas y zonas de planetas en exclusión.
Testigos-protagonistas
¿Quiénes son estos testigos? “Son los protagonistas de la vida económica y política, son las comunidades locales, con su memoria y sus esperanzas, son las Iglesias, son los jóvenes al igual que los ancianos”, ha respondido Duffé, al mismo tiempo que ha incidido en que “necesitamos explicar la manera práctica de implementar ‘Laudato si’'”, que para él es “un camino para los protagonistas del futuro”, en el que “es importante” acompañarles. Este acompañamiento debe arrancar en los primeros años de vida y debe de ser ambientalmente sostenible y de apoyo, comenzando principalmente con la familia.
Bajo todo este contexto de reconsiderar los lugares de nuestra actividad humana, la relación con los elementos (el agua, la tierra y los océanos), la biodiversidad, el trabajo, la economía, las finanzas, la vida de las comunidades locales y el planeta… etc; seremos testigos de la presencia viva de la Laudato si.
Se trata de atreverse a una nueva armonía con la tierra, con los demás y con uno mismo. No podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental.
Cinco claves
Para realizar este itinerario y ser testigos creíbles, se han propuesto cinco claves:
“Observar y dejarse conmover por una tierra que sufre en silencio y cuyo sufrimiento está directamente relacionado con la actividad humana, así como con el cambio climático que provoca esta actividad”.
“Entrar en contacto con una comunidad humana herida por las crecientes desigualdades y una conflictividad cada vez más fuerte”.
“Contemplar la belleza y la promesa de lo que se nos ha encomendado en la Creación del Padre y en el amor de Cristo”.
“Actuar y decidir en favor de otro desarrollo que no agote todas las formas de vida”.
“Educar mediante el diálogo y las prácticas cotidianas de la sobriedad”.
¿Y ahora qué?
Siempre es un mensaje actual que la Iglesia se declare a favor de la justicia climática. A lo largo de estos cinco años ha crecido la conciencia del cuidado de la casa común como se indica en la introducción. El deseo es que esta conciencia llegue a una mayoría de la humanidad, incluido el mundo político que tiene todavía oportunidad de asumirlo, junto con el económico. Partíamos hace cinco años, del impacto que produjo a muchos líderes mundiales, también tuvo su repercusión en el campo político, a nivel internacional, reafirmando que defender el medio ambiente no es suficiente si al mismo tiempo no se centra en la dignidad del ser humano.
Se nos insta a una “conversión integral”. La tierra es el hogar del hombre, en el que no es un intruso, sino la única presencia consciente y, por lo tanto, responsable. El hombre está llamado a hacer un buen uso de su conocimiento y poder. Entonces, si una de las partes se degrada, la otra sufre en consecuencia. Todo está interconectado.
Ojalá que no perdamos la fe en la creación, que recuperemos el deseo de la vida buena y para todos, que no tiremos la toalla ante un proceso económico social donde sólo vale producir por encima de la vida humana y acabe sucumbiendo en un pensamiento-ideológico gris de normalidad.
* Ángel Luis Lorenzo es Subdirector del Instituto de Ciencias Religiosas "Virgen de Guadalupe", centro afiliado a la Universidad Pontificia de Salamanca. Párroco de Sierra de Fuentes y de Nuestra Señora del Rosario de Fátima en Cáceres. Arcipreste de Montánchez.