"Apostó por una Iglesia que, sin ser una institución del mundo, habite en medio de él" Cardenal Omella: "Hagamos que el legado de Francisco y su testimonio sigan iluminando los corazones"

"El papa Francisco nos ha dejado, ya avanza hacia el Padre acompañado de Jesucristo, de santa María y de san José, a los que tanto amó mientras estuvo entre nosotros"
"Su pontificado, que ha tenido una duración de doce años, ha estado marcado por su talante cercano, amistoso, dialogante y lleno de sentido del humor"
"Hoy, ante un mundo polarizado y una creciente injusticia social, encontramos en el testimonio y las enseñanzas del papa Francisco un camino por el cual avanzar"
"Estoy convencido de que, entre todos, caminando sinodalmente bajo la guía del Espíritu Santo, seremos capaces de llevar al mundo la esperanza, la alegría y el amor que han acompañado el ministerio del papa Francisco"
"Hoy, ante un mundo polarizado y una creciente injusticia social, encontramos en el testimonio y las enseñanzas del papa Francisco un camino por el cual avanzar"
"Estoy convencido de que, entre todos, caminando sinodalmente bajo la guía del Espíritu Santo, seremos capaces de llevar al mundo la esperanza, la alegría y el amor que han acompañado el ministerio del papa Francisco"
El papa Francisco nos ha dejado, ya avanza hacia el Padre acompañado de Jesucristo, de santa María y de san José, a los que tanto amó mientras estuvo entre nosotros. El Domingo de Resurrección, el Santo Padre envió el último mensaje «Urbi et Orbi» desde la plaza de San Pedro, deseando una feliz Pascua de Resurrección a todos los fieles, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
El pontificado del papa Francisco, que ha tenido una duración de doce años, ha estado marcado por su talante cercano, amistoso, dialogante y lleno de sentido del humor. Este papa argentino campechano, ha sido el primer papa latinoamericano, el primero surgido de la Compañía de Jesús y el primero que ha llevado como pontífice el nombre de san Francisco de Asís. Francisco nos ha dejado en herencia un gran testimonio, que nos ayudará a seguir avanzando por el camino de la bondad, de la solidaridad, de la esperanza y del anuncio gozoso del Evangelio.

"Nos lo decía claramente: 'Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada porque sale a la calle, antes que una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades'"
A menudo hemos visto al Santo Padre romper el protocolo con el objetivo de llegar al máximo de personas posibles. Ha sido un papa que nos ha regalado imágenes, gestos y palabras que han tocado profundamente nuestros corazones. No olvidaremos sus palabras cuando nos decía: «hagan lío» o «en la Iglesia caben todos, todos, todos». Ha sido el Papa de las redes sociales, del lenguaje cercano, abierto y dialogante. Él ha querido percibir de cerca el calor de la gente, estar ahí, que no le cuenten como fue, sino conocerlo directamente, sin intermediarios. Estar entre y con las personas, especialmente las que sufren, visitando principalmente las periferias. Nos lo decía claramente: «Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada porque sale a la calle, antes que una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades».
A lo largo de estos años, el papa Francisco ha apostado por una «Iglesia en salida». Una Iglesia que camine sinodalmente, que no deje a nadie atrás, que ponga en el centro a los más necesitados y, particularmente, a los descartados y excluidos. El Papa ha apostado por una Iglesia que, sin ser una institución del mundo, habite en medio de él, entre la gente, principalmente a través de los laicos. Unos laicos llamados a ser levadura en medio de la masa, llamados a edificar una sociedad más humana y fraterna, y llamados a anunciar el Evangelio con alegría. Esta «Iglesia en salida» inspiró nuestro Plan Pastoral Diocesano ¡Salgamos! que nos ha acompañado a lo largo de los últimos años, y que ha dado sus frutos en todas y cada una de las realidades parroquiales de la archidiócesis de Barcelona.
Hoy, ante un mundo polarizado y una creciente injusticia social, encontramos en el testimonio y las enseñanzas del papa Francisco un camino por el cual avanzar. Necesitamos el remedio que sane nuestro corazón herido y endurecido. Esa medicina es, como insiste el papa Francisco, la comunión de vida con Jesús de Nazaret. En Él y con Él es posible una transformación de nuestras vidas, de nuestras familias y de nuestras sociedades, haciéndolas más humanas, solidarias y fraternas.

En este sentido, el Papa ha sido un faro de esperanza para muchas personas en todo el mundo. Ha sido un pontífice que ha rezumado bonhomía, alegría y esperanza. De hecho, estos dos últimos valores son claves para describirlo a él y a toda su obra teológica.
En este Año Jubilar de la Esperanza, recordemos que esperanza y alegría son dos caras de la misma moneda. Una alegría que ha sido el hilo conductor de su magisterio -desde Evangelii Gaudium, pasando por Amoris Laetitia o Gaudete et Exsultate- y que ha aflorado constantemente en el rostro del papa Francisco. Una alegría que nace de la virtud de la esperanza. Una esperanza fundamentada en la fe en la resurrección de Cristo y en la promesa de la vida eterna.
El papa Francisco nos ha recordado también que hay que cuidar la Creacióncomo un bien preciado. Ha impulsado el pensamiento ecológico y ha hecho de él un capítulo obligado de la Doctrina Social de la Iglesia. Con la encíclica Laudato Si’ y con el documento Laudate Deum, podemos decir que se ha convertido en un profeta y en un abogado defensor de la «casa común», la creación, que Dios nos ha confiado. Una creación que necesita ser protegida para asegurar que el ser humano pueda vivir con dignidad y en comunión con Dios y con todas las personas.
Con insistencia nos ha instado a tener presente cada día cuál es el mensaje esencial del Evangelio: la unión con Cristo y la atención a nuestros hermanos más pequeños, a los más débiles y vulnerables, a las personas que deben marcharse de su país en búsqueda de nuevas oportunidades, a los hombres y mujeres que sufren el drama de la guerra. Todos ellos deben ser nuestra prioridad, ellos siempre serán los primeros en el Reino del Señor.
Estoy convencido de que, entre todos, caminando sinodalmente bajo la guía del Espíritu Santo, seremos capaces de llevar al mundo la esperanza, la alegría y el amor que han acompañado el ministerio del papa Francisco. Hagamos que su legado y su testimonio sigan iluminando los corazones de las personas y de las familias que peregrinan en nuestras diócesis.
Demos gracias a Dios por el servicio del papa Francisco a la Iglesia y al mundo de hoy. Oremos intensamente por su descanso eterno y para que gozando de la presencia de Dios pueda interceder por todos nosotros, por la Iglesia y por el mundo entero.
Finalmente, también les pido que recen intensamente por los cardenales que en los próximos días tenemos la responsabilidad de escuchar al Espíritu Santo para escoger a su sucesor.
Papa Francisco, gracias.
