"Pocas experiencias han alcanzado una repercusión tan amplia a escala global" Gustavo Gutiérrez, Doctor Liberationis
"Su influencia se ha evidenciado en el surgimiento y desarrollo de diversas teologías contextuales en todo el mundo, como la teología negra en Estados Unidos, la feminista en Europa, la antiapartheid en Sudáfrica y la Minjung en Corea del Sur. Esta corriente teológica ha sido fundamental para interpretar y vivenciar la fe cristiana en contextos culturales y sociales específicos, convirtiéndose en un referente global"
Marcó un hito al plantear una pregunta crucial: ¿Cómo puede el cristianismo acompañar a los pueblos latinoamericanos en su lucha por la liberación integral, no solo del pecado individual, sino también de las estructuras de opresión sistémicas?
| Álvaro Ramis
La muerte del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez ha puesto de manifiesto la trascendencia de la Teología de la Liberación como una de las contribuciones más significativas del pensamiento latinoamericano a nivel mundial. Al revisar el desarrollo de los movimientos intelectuales y las corrientes científicas en nuestro continente, resulta evidente que pocas experiencias han alcanzado una repercusión tan amplia a escala global.
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Se puede señalar el Boom Latinoamericano, como movimiento literario surgido en la década de 1960 y que se extendió hasta los años 70, caracterizado por una explosión de creatividad y originalidad en la narrativa hispanoamericana, lo que permitió que autores de la región como García Márquez, Vargas Llosa o Cortázar alcanzaran una fama internacional sin precedentes.
En el campo de las ciencias biológicas, Humberto Maturana y Francisco Varela revolucionaron la forma de entender la cognición y la vida. Su teoría de la autopoiesis y el conocimiento ha tenido un profundo impacto en diversas disciplinas, desde la biología y la filosofía hasta la psicología y las ciencias sociales.
En las ciencias económicas, Latinoamérica produjo la teoría de la dependencia durante las décadas de 1960 y 1970, como una corriente de pensamiento que buscaba explicar el subdesarrollo de América Latina y otros países del Sur Global a partir de las relaciones desiguales de poder que se establecen entre los países centrales y los países periféricos. Esta teoría se convirtió en una alternativa a las teorías de la modernización que dominaban el discurso del desarrollo en esa época y tuvo una relevancia global.
Asimismo, la Teología de la Liberación, surgida en nuestro continente a fines de los sesenta como un movimiento teórico, pastoral y social, ha tenido una repercusión internacional muy significativa. Su influencia se ha evidenciado en el surgimiento y desarrollo de diversas teologías contextuales en todo el mundo, como la teología negra en Estados Unidos, la feminista en Europa, la antiapartheid en Sudáfrica y la Minjung en Corea del Sur. Esta corriente teológica ha sido fundamental para interpretar y vivenciar la fe cristiana en contextos culturales y sociales específicos, convirtiéndose en un referente global. Pocas aportaciones latinoamericanas han logrado una resonancia tan amplia, gracias a su enfoque intercultural que ha enriquecido las ciencias humanas y sociales.
Un pilar fundamental de la Teología de la Liberación es su 'opción por los pobres', lo que implica una lectura comprometida de la Biblia y la tradición cristiana, orientada a transformar las injustas realidades sociales. Esta opción teológica, al asumir que toda reflexión está arraigada en un contexto político y cultural específico, implica necesariamente una toma de posición fundamental.
Gustavo Gutiérrez, con su obra seminal 'Teología de la Liberación. Perspectivas', publicada en 1971, marcó un hito al plantear una pregunta crucial: ¿Cómo puede el cristianismo acompañar a los pueblos latinoamericanos en su lucha por la liberación integral, no solo del pecado individual, sino también de las estructuras de opresión sistémicas? Al responder, Gutiérrez sentó las bases de un nuevo paradigma hermenéutico que trascendió las fronteras latinoamericanas, convirtiéndose en un referente global para quienes buscaban una teología comprometida con los desafíos del presente.
Este problema sentó las bases para un movimiento que buscaba una interpretación de la fe cristiana comprometida con la lucha concreta por la justicia social y la liberación de los oprimidos. La "opción por los pobres" rompió con una visión paternalista de la pobreza, entendiendo esta no como una condición inmutable, sino como un producto de sistemas de opresión.
Sin embargo, esta opción no implicó, como comúnmente se interpreta, una adopción acrítica de las categorías marxistas tradicionales que equiparaban la pobreza únicamente a la condición de clase social y a las relaciones de producción. Para Gutiérrez, la pobreza era un fenómeno más complejo, arraigado en estructuras históricas, sociales, culturales y políticas que trascienden las simples divisiones de clase. Al analizar la pobreza desde una perspectiva teológica, ética y cultural, anticipó las nociones contemporáneas de interseccionalidad, reconociendo que la pobreza se entrelaza con diversas formas de discriminación, como las de género, raza y la diversidad de identidades humanas.
Si la tradición cristiana ha tenido figuras tan relevantes como Tomás de Aquino (Doctor Angelicus) o Buenaventura (Doctor Seraficus) sin duda alguna, Gustavo Gutiérrez merece ser reconocido como nuestro Doctor Liberationis
Comprender la Teología de la Liberación requiere un profundo viaje espiritual arraigado en la tradición bíblica. Esta perspectiva busca dar respuesta a la pregunta sobre la existencia del mal en un mundo creado por un Dios bueno. ¿Cómo podemos justificar la existencia de un Dios bueno y todopoderoso en un mundo lleno de sufrimiento? Gutiérrez concilia esta aparente contradicción al invitar a asumir las luchas por la liberación como un camino de fe que nos transforma. Así, los procesos de liberación, además de ser políticos y económicos, son un itinerario espiritual que nos permite construir una sociedad más justa y solidaria.
Si la tradición cristiana ha tenido figuras tan relevantes como Tomás de Aquino (Doctor Angelicus) o Buenaventura (Doctor Seraficus) sin duda alguna, Gustavo Gutiérrez merece ser reconocido como nuestro Doctor Liberationis. Su profunda reflexión sobre la pobreza y el sufrimiento ha renovado las bases de la fe, ofreciéndonos una mirada comprometida ante el sufrimiento injusto, y lo que eso supone para la teología, como análisis crítico de la presencia cristiana en el mundo.
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