Carta abierta a Fernando Ocariz Braña, Prelado del Opus Dei. Juan Cuatrecasas, al prelado del Opus Dei: "Deben ser cómplices en la ayuda y el acompañamiento y no en el silencio encubridor"
"No sólo hemos recibido un silencio lamentable e indigno sino ataques vergonzosos contra la víctima, mi hijo"
"Es necesario que el Opus Dei comience a respetar y cumplir las medidas y consejos que llegan desde sede vaticana en lo que a respeto, reconocimiento y reparación a las víctimas de abusos y agresiones sexuales se refiere y que fueron objeto de tales terribles delitos y en sus propias filas"
| Juan Cuatrecasas
Disculpará usted que no le tuteé como hago con otros hombres de Fe. Sé que el tuteo acerca a las personas, creyentes o no, y habida cuenta de la, pensando bien, lejanía premeditada y alevosa demostrada hasta el día de hoy por usted y sus cercanos de La Obra hacia mi hijo y su familia, víctimas de un pederasta de sus propias filas, es evidente que en el presente nos separan demasiadas cosas. Por no decir, todas las imaginables.
Supongo que a usted le suena de algo esta frase, Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam.
La cito para que la rescaten de su baúl de los recuerdos y con la urgencia debida la pongan en práctica sin más dilación. Tras la sentencia de la Audiencia Provincial de Vizcaya con 11 años de condena para su profesor de religión y numerario, hemos recibido muchas muestras de apoyo, incluso alguna desde el entorno de ese colegio vizcaíno.
Sin embargo por parte de la dirección del centro y de la propia Prelatura no sólo hemos recibido un silencio lamentable e indigno sino ataques vergonzosos contra la víctima, mi hijo. Les hemos dado oportunidades innumerables y siempre las han obviado. Y seguimos dándoselas pero sólo hallamos mala fides y vanitas vanitatum, et omnia vanitas y silencio eterno.
Rompan ese silencio contemplativo
Con respecto a esa frase que usted bien conoce y que tanto repetía quien también usted y yo sabemos, es necesario que el Opus Dei comience a respetar y cumplir las medidas y consejos que llegan desde sede vaticana en lo que a respeto, reconocimiento y reparación a las víctimas de abusos y agresiones sexuales se refiere y que fueron objeto de tales terribles delitos y en sus propias filas.
Es necesario que rompan ese silencio a veces contemplativo, esa pasividad que bien sabe usted que es en muchos casos, no fruto de un bloqueo, sino más bien de una insoportable, para sus víctimas, mala fe. La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil, frase que sin duda también debería resultarle familiar.
Pues bien el eslabón más débil de esta sociedad son sus infantes, máxime si además han sido víctimas de abusos y agresiones sexuales. Por ello y habida cuenta de la abominable falta de respeto que ustedes están teniendo hacia mi hijo y hacia el resto de sus víctimas entiendo que poco o nada les debe preocupar “la cadena”. Es, créame, ya una evidencia en cuanto a la imagen que están dando desde la Prelatura, a esta sociedad.
No creo en posibles rectificaciones
A estas alturas no creo en posibles rectificaciones por su parte, me han demostrado nulo propósito de enmienda y un déficit absoluto de examen de conciencia. Por mi parte solo pido que antes de irme de este mundo puedan ser capaces de tres cosas : reconocimiento, reparación y que intenten ponerse en el lugar de los menores, algunos ya adultos, que un día fueron maltratados, abusados y agredidos dentro de sus filas.
Admitirlo no es una opción, es un deber, una obligación. Porque son delitos, no solo pecados. Y porque el daño es enorme, gravísimo y requiere esas tres circunstancias para sanar en alguna medida, relativa, eso sí, no absoluta. Deben ser cómplices en la ayuda y el acompañamiento y no en el silencio encubridor.
Justicia y verdad, prevención y provención. Vires acquirit eundo. La fuerza, en efecto, se adquiere avanzando. Y lo suyo no es solo retroceso, es un camino recto hacia su propio descrédito. Lo peor es que creo que aún no son conscientes de ello.
Las personas y las organizaciones tienen dificultad de comprometerse en un futuro cuando existe incertidumbre. Y la suya que también puede calificarse de tenebrosa ambigüedad autocomplaciente les retrata y delata de un modo claro y evidente, pese a los intentos muy recientes de lavado de cara ante los medios de comunicación. Intentos digo porque su credibilidad tras el desenlace judicial del caso Gaztelueta ha quedado seriamente tocada.
Ignorancia deliberada una vez más y en el caso Gaztelueta además, ansias de humillar hasta la extenuación a una víctima y a su familia.
Pedes in terra ad sidera visus.
Sin otro particular,
Ad maiorem Dei gloriam
Juan Cuatrecasas
Presidente de la Asociación Infancia Robada y padre de la víctima del Caso Gaztelueta.
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