" La cruz es señal del cristiano y del compromiso y pertenencia de éste con el Evangelio" La reina Letizia no quiso persignarse... ¿y qué?

La reina Letizia no quiso persignarse... ¿y qué?
La reina Letizia no quiso persignarse... ¿y qué?

La liturgia y los “maestros de ceremonias” parecen estar más empeñados en la conservación de los ritos, como el de persignarse, que en riguroso trazado y significación.. Hay cruces y bendiciones y más las impartidas por la mayoría de los obispos, que no tienen absolutamente nada que ver ni asemejarse  con las del Monte Calvario

Con referencias al solemnísimo acto enmarcado en la catedral de Santiago de Compostela, presidido por los Reyes de España a propósito de la clausura de su Año Santo (bis), entre la multitud de sugerencias que suscita su celebración, aquí y ahora acentúo una de ellas. En tal menester, es imprescindible actualizar el sentido que la RAE le confiere al término “persignarse “con el significado de “trazar  o tocar con los dedos de la mano derecha la frente, la boca y el pecho para que nos libre Dios  de los malos pensamientos, de las malas palabras  y de los malos sentimientos”, tentaciones  que, según  el Catecismo, han de acompañar  de por vida a todos, también a los cristianos.

Quede clara y respetuosa constancia que, previamente adoctrinados  en la ceremonia, el Rey, la princesa y la infanta, se persignaron a la perfección, pese a las dificultades  que añadían las mascarillas  que cubrían parte de sus rostros “augustos”, y a la condición de zurda  de doña Leonor.

Quede asimismo patente que este símbolo de la cruz de cuyo uso hay ya devota constancia desde el año 312, perduró y perdurará  a lo largo del tiempo,  con claridad, indulgencias  y testimonios de vida y de muerte en la historia  de la Iglesia y más en su martirologio. La cruz es señal del cristiano y del compromiso y pertenencia de éste con el Evangelio y con cuanto presenta y representa a Jesús y a su mensaje en él encarnados, sin interpretaciones o glosas que difieran de la doctrina y del dogma, por ignorancia o por intenciones perversas.

Está de más reseñar que la cruz y su uso -abuso en algunos- , y sus persignaciones, no es el único signo cristiano . También le acompañan otros en la práctica litúrgica, pública y privada, que intentan destacar ideas tales como las relacionadas con el poder, la autoridad, la supremacía, el endiosamiento y representación en exclusiva de la divinidad mediante ornamentos que se dicen blasfemamente sagrados o, al menos, paganos por todos sus costados, tejidos, propósitos e intenciones, que desdicen e incapacitan cualquier  relación  religiosa con Jesús.

Persignándose solo o fundamentalmente, con frecuencia o no tanto, aunque sea una pizca -.”parte o cantidad muy pequeña”- no se manifiesta la verdadera religiosidad ni el buen trato con Dios, y menos en unos tiempos   en los que la libertad de conciencia  está en trámites   de ser reconsiderada  como el don primero de la persona  y más del cristiano o cristiana.

La liturgia y los “maestros de ceremonias” parecen estar más empeñados en la conservación de los ritos, como el de persignarse, que en riguroso trazado y significación.. Hay cruces y bendiciones y más las impartidas por la mayoría de los obispos, que no tienen absolutamente nada que ver ni asemejarse  con las del Monte Calvario, en una de las cuales Jesús  se entregara al Padre por la redención -salvación del género humano .

La mayoría de estas cruces-bendiciones episcopales  son otros tantos garabatos irregulares , que no representan nada de nada  y menos de carácter y sentido cristiano , con incuestionadas  interpretaciones  del ritualismo huero, hueco, hipócrita, suntuoso y mayestático , con arrodillamiento total del pueblo fiel, diocesano o advenedizo,  que le facilita el paseo-`procesión a  triunfal a los “Sucesores de los Apóstoles por la catedral de la que, en su día, “tomaron posesión”, en conformidad con la terminología canónica  y la práctica social y pastoral.

En el caso concreto de la cruz de Santiago, suscita adversas reacciones, con sus correspondientes rechazos, comprobar que  trazado  es el propio y específico  del puñal –“arma blanca  de acero”-  con malhadadas y desventuradas remembranzas de las Cruzadas y “guerras santas”,  en las que los Caballeros  de la Santa Orcen Militar  de Santiago “Matamoros” patrono de España,  lucharon y dejaron sus vidas  en defensa  de la fe  y de otros “valores” , ni siempre ni todos, canonizables. Eran otros tiempos, aunque todavía añorados por muchos y con expresas intenciones de hacerlos retornar, pese a quien pese, aunque sea y se llamea el mismo papa Francisco…

Sí, pero la reina Letizia no se persignó…¿Y qué? ¿Eso fue bueno, malo, o ni bueno ni malo y ni “todo lo contrario”? ¿Es posible que la misteriosa visita del emérito Cardenal Rouco Varela al papa Francisco respondiera a la petición de que Santiago deje de ser conocido y reconocido con el apellido de “Matamoros”, y lo sea de aquí en adelante con el cristianísimo de “El Peregrino”?

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