"Corremos el riesgo de celebrar sin saber lo que celebramos, de vaciar de contenido la Navidad" Navidad 2024: Lo humano de Dios y lo divino del hombre
Toda la humanidad reconoce la grandeza y el significado de Jesús de Nazaret, quién dividió el conteo de la historia en dos partes: en años antes de su nacimiento y en años después de su nacimiento, y quien, sobre todo, nos dejó el legado de su proyecto de vida como un modelo y camino para alcanzar la verdad, humanizarnos y ser felices
El proyecto de vida de Jesús y su mensaje no es propiedad de una religión, ni de una secta, ni es una ideología o cuerpo de doctrina para encadenarlo en estanterías
Navidad también nos recuerda que los cristianos y todos los seres humanos podemos seguir a Jesús, imitarlo, porque es uno de nosotros y como nosotros
La Buena Nueva de Jesús nos pide construir relaciones que no sean injustas, de competencia, inequitativas o violentas. Construir políticas y sociedades donde prime la persona sobre las cosas, donde primen la ética sobre la estética y el ser sobre el lucro
Navidad también nos recuerda que los cristianos y todos los seres humanos podemos seguir a Jesús, imitarlo, porque es uno de nosotros y como nosotros
La Buena Nueva de Jesús nos pide construir relaciones que no sean injustas, de competencia, inequitativas o violentas. Construir políticas y sociedades donde prime la persona sobre las cosas, donde primen la ética sobre la estética y el ser sobre el lucro
| Mario J. Paredes
Cada año, los creyentes en Jesucristo celebramos su Navidad, es decir, su natividad, su nacimiento, hace dos mil años. Y aunque es una fiesta estrictamente cristiana, esta temporada de celebraciones se ha ido convirtiendo en un hecho universal. En todos los rincones de la tierra se celebra la navidad, porque - de manera más o menos consciente y conocida – toda la humanidad reconoce la grandeza y el significado de Jesús de Nazaret, quién dividió el conteo de la historia en dos partes: en años antes de su nacimiento y en años después de su nacimiento, y quien, sobre todo, nos dejó el legado de su proyecto de vida como un modelo y camino para alcanzar la verdad, humanizarnos y ser felices.
Verdad que consiste en sabernos hijos de Dios y hermanos de todos. Verdad y camino que nos desafía y empuja a construir convivencia, sociedades y un mundo mejor, más justo, más solidario, más fraterno.
Todos celebramos este tiempo con luces, con adornos, con estrenos, con viajes, con encuentros, con fiestas, con mensajes, con regalos, con cenas, con arbolitos, etc. Pero la mercantilización y el frenesí de la Navidad impide, evita, obstaculiza que nos encontremos con el mensaje esencial de lo que celebramos.Corremos el riesgo de celebrar sin saber lo que celebramos, de vaciar de contenido la navidad.
La Navidad es una celebración y época del año que tiene un significado universal, porque el contenido del mensaje que nos regala esta conmemoración también es universal. Es decir, válido para todo hombre y mujer que viene a este mundo, especialmente, confrontados con las experiencias cotidianas de mal y de deshumanización que vivimos y que a todos nos afectan e interpelan.
El proyecto de vida de Jesús y su mensaje no es propiedad de una religión, ni de una secta, ni es una ideología o cuerpo de doctrina para encadenarlo en estanterías. El mensaje de Jesucristo, de quien celebramos su nacimiento, toca a cada ser humano y a todos los seres humanos, en cuanto que los hechos y palabras de Jesús de Nazaret nos revelan los más intrínsecos, esenciales, nobles y verdaderos valores e ideales a los que todo ser humano tiende y aspira: el valor de la vida, de la paz, de la humildad, del silencio, de la alegría, de la entrega generosa, son valores universales, propiedad de nadie y patrimonio de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de toda la humanidad.
El primer mensaje de lo que los cristianos llamamos la “encarnación”, es que Dios quiere estar con el hombre y ama todo lo humano: “Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros” (Es 7,14; Mt 1,22). Al Dios revelado en Jesucristo le importa todo lo humano, lo profundamente humano. Así, las mejores causas humanas y a favor del hombre son causas de Dios. Con su vida, Jesús nos revela lo humano de Dios y lo divino del hombre, de todo hombre. Entonces, las luchas por la humanización, por la realización y la dignificación del ser humano son luchas queridas por Dios y de acuerdo a su voluntad y nuevo mandato: “Que nos amemos los unos a los otros…” (Jn 13,34)
Navidad también nos recuerda que los cristianos y todos los seres humanos podemos seguir a Jesús, imitarlo, porque es uno de nosotros y como nosotros, “semejante en todo a nosotros menos en el pecado” (Hb 4,15; Filip 2,6-11). Y en la búsqueda de verdad y de felicidad que todos experimentamos, en Él encontramos el modelo de hombre que Dios tiene y quiere para todo hombre. Por eso, dichosos nosotros que – en Jesús de Nazaret – vemos lo que muchos quisieron ver y no vieron, escuchar lo que escuchamos y no pudieron. (Lc 10,24ss). Y, por ello mismo, Jesús es confesado por los cristianos como “camino, verdad y vida” (Jn 14,6).
Pero, además, Jesús y su navidad nos enseñan que los caminos de Dios no son nuestros caminos, y que sus pensamientos no son los nuestros. Que la lógica del mundo va en contravía de la lógica de Dios revelada en la Buena Noticia (evangelio) que es la vida de Jesús de Nazaret. Y que podemos ser mejores seres humanos y construir un mundo mejor, en la medida en que aprendamos pensar y a obrar como Dios. (Cfr. Mc 8,27ss; Rm 12,2ss)
Mientras esperábamos palacios y tronos, el que confesamos como el Mesías, Señor de la historia, Hijo de Dios y celebrado en la Navidad va por vía de pesebreras y cruces. Y mientras vamos construyendo vidas en la mentira y la corrupción, Él nos pide autoridad que es verdad y coherencia
Por eso, mientras esperábamos palacios y tronos, el que confesamos como el Mesías, Señor de la historia, Hijo de Dios y celebrado en la Navidad va por vía de pesebreras y cruces. Y mientras vamos construyendo vidas en la mentira y la corrupción, Él nos pide autoridad que es verdad y coherencia. Mientras nos armamos los unos contra los otros, el evangelio de Jesús nos pide amarnos y perdonarnos. Mientras, a codazos, vamos trepando y buscando puertas anchas, Jesús nos pide entrar por la puerta estrecha, negándonos a nosotros mismos, para servir el don de la vida a todos, en fraternidad universal.
Por eso, ser creyente en Cristo no consiste en portar un determinado atuendo, tampoco en memorizar un compendio de conceptos o en ser espectadores o negociantes de determinados ritos, sino en asumir su lógica, la lógica de Dios (1Cor 1,18-29; Jon 8,23; Jn 15,19) para vivir y obrar en consecuencia.
Con el nacimiento de Jesús recordamos, también, que no puede haber tristeza cuando la vida nace. Y, con la vida de Jesús, nos alegramos porque nacen y descubrimos en Él, el valor de la fragilidad e inocencia de un niño recostado en el pesebre, de la humildad, del silencio, del servicio, del perdón para la paz, del cumplimiento de las promesas, de la luz, de la esperanza y, muy especialmente, del amor de Dios como Padre bueno por sus creaturas para la construcción de relaciones fraternas.
Todo esto, en contravía de un mundo que se arma para la violencia y para la muerte, en contra de una cultura “light” en la que importa más la cáscara que el contenido, en la que priman la ostentación y la soberbia, el ruido y el placer a toda costa, el cálculo y los egoísmos, los intereses mezquinos y la comercialización de personas y cosas.
Navidad es la fiesta de todos, porque – en Jesucristo – descubrimos lo humano de Dios y lo divino que todos aspiramos, que todos hemos de alcanzar, que todos hemos de construir todos los días, para que siempre sea Navidad
La Buena Nueva de Jesús nos pide construir relaciones que no sean injustas, de competencia, inequitativas o violentas. Construir políticas y sociedades donde prime la persona sobre las cosas, donde primen la ética sobre la estética y el ser sobre el lucro. Convivencia y sociedades donde prime el servicio sobre el poder que atropella y aplasta y relaciones laborales donde la dignidad del trabajador sea más importante que la producción de riqueza.
Celebrar el nacimiento de Jesús es celebrar el nacimiento de quien nos desafía todos los días a construir amor en vez de odios y divisiones; perdón, fraternidad, solidaridad y tolerancia en contra de egoísmos, clasismos y discriminaciones; vida en vez de muerte; verdad en vez de corrupción; libertad en vez de tantas formas de explotación y esclavitud actuales; etc.
En definitiva, Navidad es la fiesta de todos, porque – en Jesucristo – descubrimos lo humano de Dios y lo divino que todos aspiramos, que todos hemos de alcanzar, que todos hemos de construir todos los días, para que siempre sea Navidad.
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Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 proveedores independientes responsables de llegar y brindar atención a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en toda la ciudad de Nueva York
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